Friday, December 6, 2024

indultad a Belcebú


PABLO CEREZAL

 

There is nothing wrong with loving something

You can't hold in your hands

Nick Cave

Otoño ya es más que un presagio. Infantería de árboles despliega su ofensiva suicida de colores de ayer como aviso para caminantes. Para qué caminar, ¿entonces? ¿Hacia dónde te diriges si ya nadie te reclama ni te impone larga travesía hasta el puesto de trabajo? Otoño ya en la singladura de los párpados que quieren caer como telón de fondo de una comedia mal escrita. Munay ya está con su madre, vertido en piel que yo busco entre las sábanas, acariciando, de nuevo, años que se me escapan, 11 ya, pronto. Escarbo migajas por ver si me acordona la garganta su latido animal, ese calor suyo que tiñe de luz unas sábanas que hoy quedan mejor así: negro profundo, desafortunado bruno, oscuridad de sueños que no eyaculan más que despertares a destiempo.

Nick cave aúlla, escondido en los altavoces del salón, cantos tribales y yo busco y sólo encuentro sinrazón. Emilio Losada me canta desde muy lejos y siento el arpegio de su voz chulesca y malencarada tan cerca y tan rostro. Noche de enviar mensajes en botellas y no recibir botellas que descorchar, después de un día en que, tras caminares y deambulares sin rumbo, parca te advierte del futuro. Ahora ni dermis hembra ni ron, Claudio con un cuchillo entre los dientes (aúlla Emilio), ni piel de mi piel ni jauría ni manada más allá de la de mis dedos en fiebre de teclado que se desea borracho. El mueble bar lo desvalijaron los últimos invitados. Mal augurio que me suceda esto a mí que, desde hace años, sólo permitiría entrar en esto que ya llamo hogar a una decena de dedos descalzos que sepan que sabrán escribir mejor que los míos. Latrocinio que no recuerdo, el del mueble bar que acometieron mis amigos. Dejo predicar al australiano, cuando Losada ha decidido detener su mexicanidad, y tallo preces como gaviotas denticiones a la mar que las pretende masticar.

Decidimos crearnos otra realidad cuando sabemos que la realidad habita distintas latitudes. Violentar el intestino grueso del suburbano en el que nos deslizamos intentando no humedecernos en la pupila inflamada de la postverdad. Pantallas de y sin plasma. Atrocidad sin domesticar. Ahítos de vértigo y perdidos en la lenta paradoja de esta realidad que ni entendemos ni queremos. Decidimos, por eso, inventarnos otra que nos habite como nosotros habitamos los pasillos del Metro. 

Abro el páncreas a un Caravaggio hurtado, me abismo en el palpitar de la carne que supo acuchillar el lombardo y recuerdo la infancia sesgada de la educación católica con que, para bien o para mal, me trepanaron. Recuerdo la culpa palpitando entre los dedos del católico educando antes de utilizarlos para soltarnos un sopapo. Pequeños diablos, nos decían, a quienes contrariábamos su caminar con rodillas impolutas hacia un Gólgota dorado. Porque Cristo nació en nuestro subconsciente, por más trapos manchados de su pesar con que nos pretendan deslumbrar. Cristo nació de un falso milagro cuando lo milagroso, realmente, es eyacular malas semillas en el abismo de una mirada que logra que la realidad sea nada. Pero, ¿y Belcebú, ese demonio que anida, desde tiempos inmemoriales, en el ser humano? ¿De dónde nació si no de nosotros? Satán es anatema y sus pezuñas encabritan a las hembras cuando arremolinan entre los dedos su perfil barbado. Yo le contemplo y lo envidio cuando comprendo que sólo puedo asesinar con verbos y no quiero, que no hay más cuello a rebanar que el que sueña mi lengua cuando no se sabe expresar. Algo parecido, ese que llaman diablo mientras cientos de chiquillos reciben en los pulgares de sus neuronas latigazos de centímetros que no miden más que la capacidad de mermar lo que significa sentirse vivo. 

Emilio ha regresado a su silencio y yo entro en la cama, Cave de fondo hasta que acabe el CD, buscando tu piel, hijo. Buscando piel. Buscándome la piel. 

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De POSTALES DESDE EL HAFA, blog del autor, 06/12/2024

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