Sunday, October 17, 2010
Aumento del conocimiento geográfico de Asia (finales del s.XIX)
La medición trigonométrica de la India probablemente fue la más importante empresa geográfica que tuvo lugar durante el siglo XIX. Tuvo su origen en una serie de estudios independientes que empezaron en 1767, pero que no se plasmó en un único proyecto nacional hasta 1883. La exhaustiva medición topográfica empezó en 1800 y duró 70 años. En ella participaron equipos de agrimensores (topógrafos) que midieron cada palmo del subcontinente con cadenas métricas, triangulaciones y teodolitos. La medición se empezó en Madrás, en la costa este, extendiéndose en abanico hacia el norte y el sur, llegando, finalmente, hasta el Himalaya. La operación fue dirigida por George Everest y su sucesor, Thomas Montgomerie. No obstante, para los británicos que exploraban la India los más misteriosos y prometedores lugares eran los que se encontraban al norte del Himalaya. Sin embargo, no se organizó ni una sola expedición para explorar el corazón del Asia central, aunque, durante siglos, valerosos personajes se habían adentrado en las desconocidas regiones interiores, a veces disfrazados de comerciantes musulmanes, siendo algunos de ellos asesinados por las tribus indígenas o por recelosos gobernantes. Muchos de ellos eran oficiales del ejército que realizaban misiones de espionaje para su país, en la carrera que habían emprendido Gran Bretaña y Rusia para hacerse con el control de Asia central y de las tierras colindantes. Los rusos también enviaron osados exploradores como C.P.P. Semenov, que fue a las montañas Tien Shan, o el conde Nikolái Przhevasky. Por su parte, la Real Sociedad Geográfica británica rindió homenaje a muchos de sus exploradores, algunos tan importantes como Henry Haversham Godwin-Austen, en cuyo honor se nombró la segunda montaña más alta del mundo conocida también como K2; George Hayward, por la labor realizada en la cordillera de Karakoram; y Ney Elias, por su trabajo en China y Turkestán. Pero quizá los exploradores más intrépidos fueron los pundits, los medidores hindúes especialmente adiestrados por Montgomerie para dar exactamente dos mil pasos por milla. Estos expertos medidores se adentraron en el Tíbet disfrazados de peregrinos budistas y, equipados con equipos de medición escondidos en las fundas de los libros de rezos, trazaron secretamente los mapas de los alrededores de Lhasa, arriesgando sus vidas. Puso fin a esta etapa la gran expedición de Francis Younghusband, que marchó sobre Lhasa entre 1903 y 1904 al no conseguir resolver el conflicto por vía diplomática, y que finalmente desembocó en una batalla en la que murieron muchos tibetanos. El ambicioso explorador Sven Hedin y el húngaro Aurel Stein realizaron memorables expediciones a Asia central, llevándose consigo muchas de las obras de arte que encontraron.
Ultimos viajeros de Asia: Hacia finales del siglo XIX, una oleada de exploraciones penetró en las hasta entonces regiones desconocidas del Asia Central, regiones que fueron atravesadas por Marco Polo y que desde entonces no habían vuelto a ser vistas por ningún europeo.
Sir Francis Edward Younghusband (Murree, India 1863-Lytchett Minster , Dorsetshire 1942): Soldado y diplomático, fue además uno de los más insignes exploradores británicos. En 1886 había viajado por Manchuria desde Pekín a Kashmir, atravesando la cordillera Karakorum por el paso durante mucho tiempo olvidado de Muztagh. Regresó a través del Turkestán chino a la India. En 1903-04 dirigió una expedición británica hasta la ciudad prohibida de Lhasa, en Tibet, que dio como resultado el Tratado Anglotibetano de 7 de septiembre de 1904. Profesor en Cambridge (1905-06) y residente británico en Cachemira (1906-09), fue ennoblecido en 1913 y presidió la Royal Geographical Society en 1919. Entre sus numerosas obras figuran The Heart of a Continent (1898), Kashmir (1909), India and Tibet: Within (1912), The Epic of Everest (1927), Down India (1930), Everest: The Challenge (1936) y The Sum of Things (1939).
Sir Aurel Stein: Fue contemporáneo de Younghusband. Su época más conocida como explorador empezó en 1900, cuando tras escalar el Himalaya exploró el desierto de Takla Makan y reveló una gran riqueza de tesoros arqueológicos budistas. En su segunda expedición realizó importantes descubrimientos, incluidos varios documentos griegos , que aportaron muchos detalles para un mejor conocimiento de la invasión de Asia por Alejandro Magno. Sir Aurel investigó también la validez de las narraciones de Marco Polo, y se convenció de la exactitud de su obra y de que se podía aceptar por completo. Tras atravesar el desierto de Gobi, efectuó un hallazgo arqueológico de primera categoría en una estación en la Gran Muralla de China, con la inclusión de pinturas y manuscritos perfectamente conservados, que ejercieron gran influencia histórica. Entre otras cosas, los manuscritos probaron que en China ya se había descubierto la imprenta en el siglo IX. Realizó nuevos e importantes descubrimientos en el norte de India y Persia, y aunque se consideraba más bien un arqueólogo, tenía mucho de explorador.
Percy Sykes: También británico. Su campo principal de actividad estaba en Persia y Asia Central, donde prestó sus servicios como diplomático durante 20 años, en los que realizó seis importantes viajes en regiones aún desconocidas. Al igual que los de Stein, sus viajes arrojaron mucha luz sobre los de Marco Polo y Alejandro Magno, algunas de cuyas reliquias descubrió. A partir de entonces son innumerables las expediciones que han cruzado Asia en casi todas las direcciones posibles.
Aufchnitzer y Harrer en el Tibet (1939-1945): Los eminentes alpinistas Peter Aufchnitzer, de Alemania, y el austríaco Heinrich Harrer protagonizaron una accidentada aventura en nuestro siglo. Ambos eran miembros de una expedición al Himalaya; al sorprenderles el estallido de la segunda guerra mundial, se vieron internados en un campo de concentración británico de prisioneros de guerra. Tras intentar varas veces la huida, al final lo consiguieron y atravesaron el Himalaya hasta el Tibet neutral, donde tenían libertad de movimientos. Aprendieron la lengua he hicieron viajes a lo largo del valle de Brahmaputra superior y hasta los desolados yermos de Changtang. Superando enormes dificultades llegaron a Lhasa, donde pobres y andrajosos se entregaron a la misericordia de una noble familia tibetana. Al igual que le ocurrió a Marco Polo, fueron muy bien recibidos, y ellos a su vez ofrecieron sus habilidades científicas occidentales, por las que fueron recompensados, pasando a ocupar cargos importantes en la corte tibetana. Sin embargo, este ascenso sólo incrementó sus actividades exploratorias. El libro de Harrer Seven years in Tibet sirve como testamento de una manera de vivir que ha permanecido invariable desde la Edad Media y que al cabo de poco tiempo iba a ser aplastada con la invasión china.
Imagen 1: Lhasa
Imagen 2: Fortaleza He Zhang Cheng en el desierto Takla Makan
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