Thursday, December 26, 2013

La imagen del mundo/BAUL DE MAGO

ROBERTO BURGOS CANTOR

La experiencia, honrosa y fecunda, de haber sido jurado del Festival de Cine de Cartagena de Indias cuando lo presidió el director checo Jirí Menzel, me permitió desde la sabiduría artística de ese hombre comprender mejor al cine que está surgiendo y parece una re-visión de América Latina. No en balde don Jirí fue el amigo entrañable  del escritor espléndido que se llama Bohumil Hrabal en cuyas novelas la vida insurgente reventaba moldes y ortodoxias inútiles. Esa vez se premió una película de Carlos Gaviria. Relataba el viaje de dos jóvenes en un Renault 4 a un territorio de violencia y fantasmas.
Después de los años difíciles, que fueron soportables por cintas como las de Glauber Rocha, Solanas, Sanjinés, Lombardi, Littin, Gutiérrez Alea, Silva y Rodríguez, Benacerraf, entre otros, se vino una especie de revancha del mundo vaciado y pueril donde nos reíamos por nada como robots de baterías agotadas. Sin utopías y sin deseos, entre cenizas y naufragios, la vida buscaba o quería rescatar preguntas, proponer sentidos.
De la tierra baldía que se abrió como horizonte se ha ido saliendo. Y muchos hemos tenido la fortuna de sobrevivir a episodios fundamentales de una época intensa, trágica, interesante,  depresiva, esperanzada.
La ola anterior me envolvió al ver el filme Aquí y Allá, opera prima de Antonio Méndez Esparza. Y articuló miradas que estaban dispersas en este abrupto despertar del mundo del largo insomnio o la adormilada impotencia.
Se trata, palabras respetuosas de quienes cuentan las películas sin contarlas, hay que verlas, de un paisaje que nos pertenece de origen. Con la misma fuerza de interiorización que ese Nueva York de Woody Allen que lo llevó a decir que él sería recordado por el paisaje. El de Méndez Esparza es un territorio fronterizo, cerca al muro de Estados Unidos, de esas poblaciones sin otra tradición que las urgencias de la necesidad y que van creciendo sin ningún proyecto urbano distinto al amontonamiento y a la aceptación de echar raíces en la única tierra que se tiene y donde las vías, senderos, trochas, son abiertas por los pasos de la gente, por sus querencias, y basta.
Allí los jóvenes tocados por la música y la danza vislumbran su futuro en el vecino del Norte. Quienes se quedan resienten y viven la incertidumbre de la aventura de cruzar clandestinos como una traición. Quienes se quedan resisten. Y el espectador descubrirá una forma nueva de resistencia: Estar sin aceptación y sin sueños, enfrentados al día a día que se conquista con la vida, con no dejarse derrotar por, paradoja, la ilusión.
Este es otra vez el nuevo mundo, los seres distintos, que vamos surgiendo y que tenemos ya una expresión, sin cronistas de Indias, sin curas, sin delegados del rey. Seres que encuentran en si una forma y una fortaleza. En ese umbral estamos.

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De El Universal (Cartagena de Indias), 12/2013

Fotografía: Escena de Aquí y Allá, de Antonio Méndez Esparza

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