MAURIZIO BAGATIN
Toda la inocencia
dostoievskiana, la locura y la ironía en su mente, en su cuerpo de mujer, en la
condición de mujer, de ayer y de hoy…en el incesto, en el machismo perpetuo del
hombre minúsculo y acabado.
Toda la violencia pasoliniana, en la ficción teatral de un pueblo, en
las farsas continuas, en el hombre que se repite como ritual bíblico, como
esclavo del Mito y de su piel…
Pero cuanta
poesía en su humor sículo, en su
humanismo… dejar su profesión para atender la madre enferma…y seguir luchando
contra vientos y mareas, así sensual y así pura, de aquella belleza que el
Mediterráneo lleva en sus entrañas, en la tierra llena de azufre, en la
fertilidad de la lava volcánica, en la sal marina y en el viento que trae memorias
de dioses y de heroínas, un día Eurínome, otro Demetria…
Tentar la vía de
la muerte y amar la vida. Siempre.
Un arte es el
placer voluptuoso, otro arte es lo que trae la experiencia que ofrece la vida:
“Perché si impara di piú dai nemici e
dalle cose brutte del passato che…”. Goliarda atea, viva come una flor y
una mariposa que se besan con los ojos abiertos… siempre en búsqueda de bellas
palabras, porque las feas son demás o como bien decía Ionesco: “Sólo las palabras cuentan y el resto son
charlas”.
La felicidad, tal
vez, sea una ilusión…en la búsqueda continua, en el remordimiento del ayer, en
todas las voluntades del hoy, la felicidad, tal vez, puede ser una ilusión… mientras
su vida y su obra inseparables, una Colette, una Hipatía, una Juana de Arco: “Dios cuenta las lágrimas de las mujeres”. Es un arte el placer, todas las
emociones y el firmamento, el encanto de vivir y vivírsela la vida… para
Goliarda que en una fábula siempre vivió.
Abril 2019
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