MIGUEL SÁNCHEZ-OSTIZ
Entiendo la
alegría de aquellos de mis amigos que han sido opositores más o menos activos
al Proceso de Cambio del MAS y de Evo Morales. Han sido muchos años de gobierno
(también en Alemania y nadie dice nada), bastantes errores graves –cuando menos
vistos desde lejos– como la imposición de un nuevo mandato, el último,
oscuridades –corrupción institucional y narcotráfico imparable–, atropellos...
; pero me inquietan (por haberlo visto en algún momento de cerca), las furias
callejeras, el odio desatado, el fuego como argumento, los linchamientos, los
actos vandálicos, la venganza y la revancha que un líder del momento que apoya
los tumultos tras la renuncia de Morales, califica de «justicia divina». No me
las doy de bolivianólogo y no voy a alborotar con lugares comunes y mucha
ignorancia de fondo. Bolivia es la gran desconocida y hace daño leer las
sandeces que desde España se escriben sobre lo que allí sucede. Ahora cunde el
cruce de patrañas, la desinformación, la propaganda negra, el sálvese quien
pueda y las trastiendas que desconocemos positivamente; además de la picota. No
sé cuál puede ser el futuro inmediato de ese país que me apasiona. Mesa, que de
golpista tiene poco, corre peligro de verse arrastrado por movimientos
radicales poco claros y violentos, y de perder de ese modo legitimidad para
postularse a la presidencia. No soy adivinador del porvenir, pero temo,
en todas partes, las políticas regresivas y reactivas, y las movilizaciones de
las últimas semanas, tan populares, tienen trastiendas que desconocemos.
*** La
fotografía es de Juan Quisbert.
_____
De
VIVIRDEBUENAGANA (blog del autor), 11/11/2019
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