DIEGO MEDRANO
Lucha
Miguel Sánchez-Ostiz por la vida desde el barco pirata, donde la barra de los
bucaneros roncan ron, donde los marineros con una sola pata silban habaneras,
donde los negocios suicidas crecen, donde la lluvia cae en los mejores papeles
rotos. Lucha Miguel Sánchez-Ostiz, mago del idioma, maestro de la Literatura
española, contra el último asalto del demonio y no está solo, porque aquí
estamos con él sus íntimos lectores con los ojos cerrados y apretados, para
leer el libro invisible que no escribe y es grito de silencio. Lucha Miguel
Sánchez-Ostiz donde los timoneles sordos oyen crecer la hierba, donde el
fantasma sin cabeza ronda y pliega las velas, donde el verano de los baldados
traerá a la mesa la fruta fresca y la risa sin recato, muy rojas las bocas, muy
blancos los dientes, como de esqueleto francés en riguroso saldo. No está solo
Miguel Sánchez-Ostiz, tras la enfermedad, porque aquí estamos dando vueltas y
vueltas la interminable caravana de sus secretos admiradores, porque el
desamparo huye siempre al encender a escondidas el flexo de trabajo, porque el
mejor epitafio ya está escrito con letra arrugada de borracho: “había una vez
un circo” o “realidad e invención la misma cosa son”. No está solo el capitán
porque todavía tiene mucho que enseñar a las pirañas muertas. La sopa del miedo
no va con esta tripulación. Lucha Miguel Sánchez-Ostiz por la vida, con todos
nosotros a cuestas, templado por el bastón de boticario o dandi ful, en la
gracia misma del ángel, el idioma lujoso, las esmeraldas entre las letras de
las mejores palabras inventadas, la belleza de una obra moral bajo todo este
cielo azul, azul, azul. Hoy, Día del Padre, sus hijos escritos lo celebramos y
así rompemos platos y todas, todas, todas las palmas echan humo y dan las
gracias al milagro que pronto comenzará tras el título.
Y que viva el maestro. Siempre.
ReplyDeleteSiempre.
Delete