Thursday, August 27, 2015

Evo Morales y otro zapatazo a la historia


JOSE CRESPO ARTEAGA


Parece que Su Excelencia retornó de la isla caribeña más brioso que nunca, no se sabe si debido a un apolíneo bronceado o a instrucciones que recibió del viejito comandante. Al anoticiarse de las numerosas protestas públicas que vienen sucediendo últimamente en el vecino Brasil en contra del gobierno de Dilma Rousseff, mandó su poderoso mensaje de apoyo a través de las ondas del éter para que repercutan más allá de Plutón, el planeta recién visitado por la ciencia terrestre. 


Quiso la diosa fortuna que la amenaza la efectuara desde el pueblito de Tarata, cuna del inefable Mariano Melgarejo quien en el esplendor de su dictadura había declarado la guerra a Inglaterra en pleno reinado victoriano. Para no quedar muy lejos, S.E., aseguró que Bolivia no permitiría un golpe contra la inocente palomita que desgobierna Brasil, y en discurso televisado anunció su espaldarazo al ejército brasileño que aparentemente se tambaleaba como la misma presidenta. Seguramente pensando en el suculento chorizo tarateño que le iban a ofrecer de rigor, el Guerrero del Arcoíris en un gesto por demás serio y rebosante de dignidad finalmente pronunció las palabras salvadoras: “Hermanos comandantes, oficiales de las Fuerzas Armadas de Brasil, díganle a mi nombre a su comandante, no vamos a permitir un golpe de Estado en Brasil”. 


Casualidad o no, en pocos días los grupos movilizados opositores al régimen fueron replegándose hasta nuevo aviso. Aunque puede que el calor sobre el asfalto haya disuelto a los manifestantes, aburridos de tanta marcha y batucada aprendida del fútbol. Por el contrario, movimientos sociales afines al Partido de los Trabajadores se sintieron envalentonados para salir este fin de semana en defensa de la compañera Rousseff y de toda la corruptela que ha envuelto a Petrobras y otras instituciones públicas. Mientras tanto, en Bolivia algunos nos preguntábamos si S.E. estaba alistando a sus gloriosas Fuerzas Armadas Antiimperialistas o a sus escuadras más selectas de cocaleros, Bartolinas y Ponchos Rojos para una posible invasión por tierra y aire a las playas de Copacabana, en la costa carioca; no muy diferente de sus acostumbrados viajes a cumbres internacionales donde suele llevar nutridas delegaciones de sus guerreros plurinacionales para asombrar al mundo con sus trajes típicos.


Se van calmando los ánimos en el vecino país y, en el nuestro, todavía parece flotar el aroma a vela e incienso de los peregrinos que regresan del santuario de Urkupiña. Con el país ensimismado en tradiciones soporíferas, S. E. sigue haciendo historia como mejor le place. En una de sus recientes correrías, se le deshizo el cordón del zapato cuando llegaba a una concentración. Automáticamente hizo un gesto con la cabeza a un agente de seguridad que tenía enfrente. El servidor público (miembro del ejército), cual siervo feudal se agacha como un resorte, sumisamente a atarle el zapato, mientras el caudillo conversa indiferente con un interlocutor ocasional. El humilde líder de los humildes, por el que cantan con tanto ahínco los trovadores del régimen dio una orden con la mirada como el más endiosado emperador de siglos pasados. En Corea del Norte, jefes militares y otros capos tiene que sonreír o aplaudir al obeso tirano so pena de fusilamiento. Aquí vamos paulatinamente por la misma senda. Si se negaba el pobre diablo ese, ya estaría desterrado de sus funciones por desacato, o mínimamente acusado de racismo, discriminación o actitud colonialista contra el “hermano presidente indígena”.  


Paradójico que los corifeos del poder vociferen que Evo Morales le ha devuelto la dignidad a todo el país, cuando no hace otra cosa que mellar permanentemente la dignidad de todos sus ayudantes y allegados, como bien saben los empleados de Palacio Quemado y otras reparticiones. Que los involucrados se dejen humillar sin rechistar ya es otro cantar. Habría que escarbar en siglos de explotación y servidumbre.

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De EL PERRO ROJO, 26/08/2015

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