Extraordinaria:
te vamos a extrañar Cristina” fue sólo cosa de dos. Parece que había corrido el
rumor de que la viuda se sentía más sola que nunca en su palacete rosado y
mucho más después de gemir a los cuatro vientos que el pérfido Macri la había
maltratado por teléfono por el asunto de la transmisión de mando. Ella toda
generosa y sensible hasta se había preocupado de ordenar que plantaran flores
amarillas (el color de los macristas) en los jardines de la residencia de
Olivos como gesto de bienvenida al nuevo inquilino. Pero el caballo ganador no
había estado preparado para trotes elegantes sino que quería entrar como el
caballo de Atila, pisoteando todo a su paso.
Enterado de todo
ello, el emperador de las 36 naciones partió raudo al rescate de la dama
mancillada en su honor, tal como se lo vio este miércoles bien pegado a su
lado, mientras la arrugada reina patagónica explicaba a sus acólitos y
simpatizantes que había llegado el momento de la despedida. Como Su Excelencia
no tenía nada que hacer en Bolivia (otros dicen que se largó, como siempre,
para escapar del escándalo del Fondo Indígena que sigue supurando pus por todas
partes), se hizo invitar a la inauguración del busto del finado Néstor
Kirchner, ya que le encanta romper cantaritos y cortar cintas cuando se
estrenan coliseos o mingitorios dentro de sus revolucionarias labores de
estadista, que han trascendido fuera de las fronteras a tal punto que Cristina
lo llamó urgentemente para que le ayudara a levantar el trapo que cubría la
flamante estatuilla depositada en el ilustre “salón de los hombres justos”,
justamente porque el tuerto Kirchner había sido muy justo en señalar el camino
de cómo incrementar al menos ocho veces el patrimonio familiar desde que eran
un pobretones gobernadores de provincia.
O tal vez son los
extraordinarios rendimientos de su faceta de “abogada exitosa” que gusta
recalcar la señora en su palmarés personal. Como sea, inmortalizar a su marido
fue el último acto como jefe de gobierno, mientras sus cortesanos propalaban la
infausta noticia de que el opositor Macri, coludido con fiscales y jueces,
estaba efectuando un mini “golpe de estado” en su afán de sentirse presidente
desde las cero horas del jueves 10 de diciembre y no desde las 12: 00 de ese
mismo día que la presidente saliente pensaba trasmitir el bastón de mando.
Entretanto, de acuerdo a fuentes kirchneristas se temía que el caos se
apoderara del país en ese lapso, ya que no habría presidente alguno. Pudieron
llamar a la AFA para que presidiera el país futbolero pero coincidentemente
también se encontraba en medio del escándalo de su propia sucesión. Pero sin
duda, doña Cristina se ha ganado un lugar en la historia al contagiar su
histeria al siempre flemático Macri, en la pulseta infantil que ambos
sostuvieron estos días por el lugar en que se debía efectuar el traspaso de
poder. Como al parecer hay un vacío legal sobre estos menesteres, se sugiere
que para la próxima vez se tome el juramento presidencial al pie del Obelisco
para que quepan hasta las hinchadas de Boca y River. Y todos contentos. Che,
qué desconsideración con las delegaciones extranjeras que hasta último momento
no sabían a dónde debían enviar a sus representantes. Lo sufrió el rey de
España como lo sufrió el emperador plurinacional. Auténtica América
Latina del disparate.
Como los
estertores de la aventura populista ya han comenzado por Argentina, hay fuertes
signos de que el resto de regímenes va a correr la misma suerte. Se viene
claramente un efecto dominó en toda la región. Maduro ha sufrido una humillante
derrota en las recientes elecciones legislativas y no se sabe a ciencia cierta
con qué triquiñuelas querrá aferrarse hasta el último día de su mandato; quizá
saldrá con los pies por delante o en calidad de momia descompuesta como el
comandante supremo. Dilma Rousseff, con la popularidad por los suelos se aferra
al último trazo de legitimidad que le queda luego del pavoroso escándalo de
corrupción en Petrobras y afronta el riesgo de ser destituida por vía
constitucional; con ella muere el lulismo y entierra la opción de retorno del
patriarca Lula. En Ecuador, el cacique Correa recula en sus intenciones de
perpetuarse porque habrá olido que se viene la resaca económica y querrá hurtar
el bulto hasta nuevo aviso; en el ínterin quiere asegurarse de dejar el terreno
preparado para su vuelta pero las condiciones podrían cambiar
irremediablemente.
Aseguran que Evo
Morales es la excepción, que sus dotes de eximio estadista han blindado al país
contra los embates de la crisis regional,
afirman sus áulicos y propagandistas. Y sacan a colación argumentos como
la estabilidad política y monetaria, la industrialización y la modernización
del país, el crecimiento nunca visto de la economía y demás etcéteras que nos
están conduciendo por el camino del primer mundo, capitaneados, cómo no, por el
insuperable liderazgo de S. E., que de no ser reelegido otra vez el país corre
el riesgo de sumergirse en las tinieblas, en la larga noche neoliberal. Que si
retorna la derecha será peor que el Armagedón, es la punta de lanza de la
campaña del miedo que está emprendiendo el régimen masista.
Precisamente esa
campaña a toda máquina, denota el nerviosismo de los jerarcas que ven con
preocupación el ejemplo argentino y venezolano, atribuyéndole al imperialismo
norteamericano como gestor de la “oleada contrarrevolucionaria” que amenaza con
acabar con estas bellas revoluciones de verde esperanza. “O se profundiza los
procesos desde los procesos o retornará la derecha cavernaria” resaltó
categórico ayer no más el vicepresidente Linera, uno de los principales
teóricos del marxismo-cantinflismo (que estuvo de boga especialmente en
Venezuela según un columnista de aquel país), luego de haberse reunido con su
camarilla de dirigentes de los movimientos sociales para “reflexionar
profundamente” y no cometer los mismos errores, dicen. A pesar de las
bienaventuranzas que nos cantan en televisión, a pesar de que la popularidad de
S.E. permanece casi intacta (su halo de divinidad que le protege de los
escándalos de corrupción); sin embargo, las recientes encuestas muestran que la
población está mayoritariamente en contra de la reelección y el porcentaje de
indecisos es muy bajo, lo cual no augura que la tendencia se vaya a revertir.
Definitivamente, soplan vientos de cambio en el continente y el referendo de
febrero pondría la puntilla para el masismo en sus abyectas aspiraciones de
atornillarse al poder. A menos que el tribunal electoral haga otra vez de las
suyas como nos tiene acostumbrados, aún con nuevos actores.
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De EL PERRO ROJO, blog del autor, 11/12/2015
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