HUÁSCAR SANDOVAL BAUER
Llegó el
frío, sur y chilchi, noche de tigre… El viento frío trae reminiscencias
patagónicas, de pampa helada y húmeda, de malones y montoneras en perpetua
fuga. Cruza la frontera del norte, de la que no se vuelve, según dicen algunos.
Se interna en ráfagas intermitentes haciendo temblar la llanura chaqueña. Pasa
aullando e inclina sin piedad las palmeras grigotanas, para luego estrellarse
contra el coloso andino y disolverse lentamente en los llanos de Mojos.
Me gusta
escuchar al viento, tiene muchas historias que contar al que sabe oírlas.
Historias de viejos y olvidados caudillos de lanza y sable, de entreveros y
matanzas, de soberbias sin grandeza y de grandezas sin gloria. El viento no
precisa de documentos para atravesar fronteras, lo hace desde siempre, desde
antes que el hombre llenara de cicatrices la geografía del mundo. Y es por eso
que el viento conoce todas las historias de todos los hombres.
¡Hay que
escuchar al viento!
Yacuiba, 2
de abril, 2022
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