Saturday, April 6, 2024

Viajes de viajes


MAURIZIO BAGATIN

 

El primero en absoluto fue una fuga. Con el Mago llegamos hasta el pueblo más cercano, ver la gran construcción del gasoducto era la experiencia más inolvidable que podíamos hacer a nuestros cinco años. El verdadero viaje era dentro del viaje, escapar, evadir, romper el hielo, desaparecer, retornar. Adrenalina y emociones sin haber leído aun Los muchachos de la calle Pál.

De una de las regiones más perdidas y más fascinantes de Europa, Extremadura, salieron hacia el Nuevo Mundo los “conquistadores” más hambrientos de Europa. Recuerdo cuando vi la película de Luis Buñuel “Las Hurdes, tierra sin pan”, un viaje en el tiempo que me recuerda a las poesías de Rocco Scotellaro, a los estudios antropológicos de Ernesto De Martino. Sin siquiera conocerse todas estas familias hambrientas desde Trujillo invadieron Sudamérica: Nuño de Chávez fundó Santa Cruz de la Sierra, el fray Vicente de Valverde fue obispo de Cuzco, Gonzalo Jiménez de Quesada era el compañero de Cortés en su conquista de México. Se pregunta Gavin Menzies: “¿Acaso un hada madrina agitó una varita mágica sobre aquella ladera polvorienta de la que tantos conquistadores partieron?”

Cuando leemos a Swift y a Verne inspirados por Ulises y descubrimos cuan viajeras son las letras más atrevidas, surcan mares y profundidades desconocidas, también el De Amicis más atrevido saliendo de los Apeninos cruza un océano y se enfrenta a los Andes.

La literatura es un permanente viaje. El viaje de los viajes. Heródoto viaja y moldea el mundo para los historiadores. Kapuściński es el heredero de la brújula. Y en el medio Marco Polo va dictando en veneciano sus peripecias a un pisano, el escribano Rustichello. Tremendo viaje es lo de Boccaccio, que se va a Nápoles y retorna con el Decamerón.

En un abrir y cerrar de los ojos, Barataria sigue esperando la llegada de su futuro gobernador, Sancho Panza; Ferdinand Bardamu adentro de la noche busca una luz y una imposible salida; viajes imaginarios y utópicos, un caleidoscopio que logra ver “una mezquita en lugar de una fábrica”.

A los diecisiete años -cuando no se puede ser serios- mi viaje fue hacia el sur -buscando, buscándome- y fue de inmediato el sur. Mi tentación ha sido siempre pensar que si no conoces el sur del mundo no conoces al mundo. No se si estoy en lo correcto, un sueño de Walter Benjamin me indica que sí, me despierto y también Paul Gauguin me hace un guiño.

El Capitán Fracasa y Fernando Pessoa, todos viajaron, aunque una sola vez. Aldous Huxley más allá de unas puertas, Virgilio retornando de Brindisi, Adriano de mil misiones, Alejandro Magno hasta el profundo miedo de cruzar un mar que era solamente un rio. Hay cansancio y derrotas, en el viaje hay heroísmos y bellaquerías, traición y triunfos. Mentiras y un último sueño. On the road o En la Patagonia.

“El hombre de las suelas de viento” consumió sus zapatos; Dino Campana y los cronistas de las Indias y los naturalistas hicieron lo mismo. Rutas de polvo y llenas de malhechores, una Transiberiana siempre soñada, la ruta del Inca dejada a mitad, el camino explotado de Santiago y la Vía Apia, cuando todos los caminos empiezan en Roma.

En casi tres meses viajamos en tren por la península. Un viaje inolvidable, solo dos regiones fueron dejadas al olvido: Cerdeña y la Val de Aosta. Leyendo el barroquismo de Lezama Lima, con una introducción de Julio Cortázar que es otro viaje, uno se va perdiendo y perdiendo sin naufragar. ¿Viajé en el libro o con el tren?

En un tiempo pacifico me hice acompañar por Claudio Magris, el Danubio no es un rio, es un mundo que fue y otro que imaginamos, uno que vendrá y el que debemos descubrir página tras página. Uno de los viajes más placenteros. Uno de los últimos de los grandes viajeros, Peter Matthiessen, búsqueda espiritual y espíritu de sobrevivencia; el viaje que quisiera haber hecho en aquella época, lo de Christopher Isherwood: El cóndor y las vacas. Y los que ahora no recuerdo porque seguramente los he hecho, con sus autores, a cada línea sudando, remangándome y peleando con el sueño, más madrugador que una alondra, más despierto que un murciélago. El viaje que hizo mi padre escapándose de la guerra civil, del hambre, de la página más miserable de nuestra historia.

Hay un viaje interior también. En un momento la Historia doblegó su curso, algunos comprendieron que revolución y reacción no eran propiamente su semántica; algunos reconocieron que los trenes que recorrían muchos territorios y las chimeneas que eructaban venenos nos enseñaban algo más, mucho más que unos viajes, mucho más que el progreso.

Tolstoj no terminó el viaje que inició, Ulises cerró el círculo y volvió a Ítaca, Abraham no lo cierra nunca…

Tiempo y espacio que se cruzan. Muchos salieron sin retornar, Borges desde la orilla, Conrad de las tinieblas, Ursula K. Le Guin de Omelas.

Teseo en su laberinto sigue un hilo para fugarse del minotauro; más allá solo ethos, solo pathos, el logo y la physis...

La poesía probablemente es la premisa de todos los lenguajes, debe ser el viaje más contemplativo que el ser humano pueda emprender. Para un poeta es como ir a China a pie, cavar y cavar llegando a las antípodas de la tierra, salir de Italia y salir de Nueva Zelanda. Viajes maravillosos.

Y ahora aquí, en el país que me adoptó. Al gozar de la observación, como un coleccionista de paisajes surreales, de visiones que decodifico y deconstruyo; bicicleteando o desde una ventanilla que filtra las emociones, leyendo entre las líneas los raros acertijos del hombre contemporáneo, descifrando charadas y muertos intentos de genialidad. El viaje de un siglo, lo de Céline o lo de Musil. Embriago frente al Sena con Henry Miller. Sigo engatusándome de la dama que me sigue acompañando, día y noche en este viaje, de sabores y de saberes…olvidando habilidades y jugando con las imprevisibilidades. Siguen los viajes de los viajes.

5 de abril 2024

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Foto: “El portón de los sueños”, Aramasi, Villa Rivero, Cochabamba 

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