Claudio, se trata
de un artículo monumental y fascinante. Monumental por todas las lucubraciones
de orden técnico que se ensayan (principalmente criptografía, que resulta ser
el hilo conductor para llegar a la verdad de lo oculto musicalmente, de lo no encontrado,
de lo misteriosamente inaudible), enlazadas a factores de casualidad que llaman
la atención, como por ejemplo que las 14 Variaciones hubieran sido compuestas
en 14 días; que se encontrara marcada similitud con la música de Mozart, de
Mendelssohn, y hasta con la obra de Martín Lutero; que para llegar a
desentrañar eso tan recóndito, Padget haya cambiado de modo la música (de mayor
a menor), y tanta otra disquisición (ciertamente que se trata de un examen
riguroso que Bob Padget hace de este apasionante misterio) que se pone a prueba
con el fin de encontrar el quid de este, o del enigma, para ser más preciso.
Hasta donde yo sabía, y pienso que todo músico conoce lo mismo sobre este
"intríngulis", es que el mismo Elgar -y aquí reside la gran
preocupación de Padget- abrió la arcanidad de la obra cuando subrayó que su
tema principal estaba en contrapunto con otro que no se oía, y este era una
conocida melodía. Que "a través de toda la obra hay otro tema largo, que
no se toca". Y el tema "no oído" nunca ha sido descubierto. Y es
precisamente por ello que este hombre, Padget, inquieto y pesquisidor, se ha
entregado a la tarea de descorrer el velo. Sin ánimo de juzgar su trabajo
(sería un despropósito), me parece que abarca mucho (tal vez sea el método), pero
concluye, en cierta parte, afirmando que Elgar era un maestro de la
criptografía; lo cual da pie a pensar que este hombre se ha sumergido en un
universo de muchas galaxias, de una infinidad de vías lácteas para descubrir
algo que, a mi juicio, y a juicio de todos -pienso-, palpita únicamente en la
tumba del compositor inglés. Una investigación de cualidades alucinantes, pero
de resultado estéril; aunque -repito- fascinante, más aun cuando Padget toca el
tema de la criptografía que practicaban los nazis. Inmediatamente uno, por un
principio lógico de asociación, trae a colación que algo de la naturaleza de la
música de Elgar encuentra influencia en el arte de Wagner. Y por más que se
haya establecido "en definitiva", o que se haya pretendido desvirtuar
la admiración de la música wagneriana por Hitler y los nazis en general
(incluso Barenboim dirigió en Israel "Tristán e Isolda"), lo cierto
es que este otro factor agranda todavía más el misterio, el Enigma que
encuentra semilla en que a través de toda la obra hay otro tema largo que no se
toca: una melodía conocida. Y todo se vuelve más y más confuso, y más y más
infecundo. Y a estudiar entonces a Wagner...
__
Comentario a un
artículo publicado en THE NEW REPUBLIC y compartido en el blog SUGIERO LEER http://sugieroleer.blogspot.com/2017/02/breaking-elgars-enigma.html,
02/2017
No comments:
Post a Comment