Wednesday, March 27, 2013

Los Bang y la crónica coral/Juan Pablo Meneses (Antologador)


Me llaman de una radio de Chihuahua, en el norte de México. Me dicen que espere un minuto en línea dos, antes de salir al aire. La idea es hablar sobre Generación ¡Bang!. Ya casi estamos al aire. El conductor anuncia mi entrevista y lee la contraportada al aire. Le describe a los auditores la portada, y cuenta que ya estoy en línea, desde Sudamérica. 
Me pregunta cómo nace la idea del libro, cómo fue la selección de los autores, cómo podría definir el libro.
-Es una crónica coral de México y el narco- le digo.
Repite varias veces "crónica coral", como quién intenta calzar piezas que no cuadran. Y luego comienza a enumerar a los autores de la antología. Cuando nombra a Marcela Turati, le digo:
-Ella es de Chihuahua. Es una gran periodista.

El conductor de la radio se sorprende. Confiesa que no sabía que era de Chihuahua, y confiesa que tampoco sabía quién era Marcela Turati. Nada nuevo. Pasa con la mayoría de los ¡Bang!: en un pequeño círculo se les conoce en detalle, pero la mayoría no los conoce.
Alcancé a decirle que en días pasados, Marcela Turati ganó el premio Lyons de la Universidad de Harvard por su cobertura al tema del narco. ¡Los Bang! siempre están ganando premios internacionales. Esa vez,hablando con la radio de Chihuahua, me quedé con ganas de leer partes de las respuestas de Marcela en la entrevista que le hice para Generación ¡Bang!
Extractos de un coro, como estos:

¿Qué están contando ustedes, los cronistas, de la guerra narco que no esté contando el periodismo convencional? 
Los cronistas estamos trascendiendo el ‘ejecutómetro' (ese brutal conteo diario de asesinados que realizan los reporteros de la nota roja) y le estamos dando rostro a la guerra, la dotamos de historias, de significados, antecedentes, implicaciones y explicaciones.
La numeralia y el registro diario de hechos son importantísimos y es admirable la labor que están haciendo los reporteros policiacos. Por nuestra parte, las y los cronistas, con nuestras historias, estamos humanizando la guerra y ayudando a derribar los mitos en los que el presidente basó su estrategia así como el discurso violento e irracional de los narcotraficantes. Si ahondamos en el horror quitamos el disfraz a las mentiras que señalan que esta es una guerra de ‘buenos contra malos', que la mayoría de los que mueren son delincuentes o ‘en algo malo andaban', que muy pocos eran inocentes -o ‘bajas colaterales, como le gustaba nombrarlos al presidente- o que esta guerra debe pelearse a balazos, como se hacía en el Viejo Oeste.
No es lo mismo registrar que aparecieron 12 albañiles asesinados en un bosque cerca del Distrito Federal a viajar a las comunidades selváticas de las que salieron para contar quiénes eran, en qué soñaban, cómo lucen las chozas donde nacieron, quién los contrató para su último trabajo, cómo se les aparecen en pesadillas a sus madres, cómo viven el trauma sus hijos, cómo el rumor fácil que los señalaba como ‘narcoalbañiles' terminó por rematar a su familia.
Cada cadáver que aparece amarrado y colgado de un puente, o apilado con otros, o en una fosa común tiene una partícula de verdad que contar. Si logramos escribir sus historias estamos colaborando para que nuestros lectores salgan del caos en el que la violencia nos ha sumido, encuentren algún sentido a lo que ocurre, comiencen a domar el miedo y a intervenir.
La apuesta de los cronistas es propiciar que nos rebelemos a la normalización de la violencia, picar al lector para que salte de su silla, para que se sienta incómodo, para que reaccione, para que no se sienta ajeno ante esto, para que desee cambiar esta historia.

¿Es más seguro el periodismo narrativo para cubrir hechos de violencia?
El riesgo que se corre es similar aunque diferenciado.
Los más expuestos y valientes siempre serán los reporteros policiacos y los reporteros locales, porque viven en medio de las balaceras y no tienen oportunidad de tomarse un fin de semana lejos de los balazos.
Y los que nos consideramos cronistas y que trabajamos para medios nacionales (lo aclaro porque hay cronistas muy buenos en las redacciones regionales) también vamos a los frentes de guerra y, muchas veces, sin conocer bien el terreno, sin tiempo para prepararnos, o confiando en personas a las que apenas conocemos. Si bien, nosotros podemos darnos el lujo de tomar un avión, regresar a casa y cambiar de tema, pero la dinámica del conflicto nos hace viajar constantemente a zonas de guerra y, algunas veces, cuando menos nos damos cuenta estamos parados sobre arenas movedizas.

¿Cuáles son las cinco cosas que nunca debe hacer un cronista que quiere escribir sobre la violencia que afecta a su ciudad, y su país?
1. Exponer a una víctima a que sea revictimizada.
2. Arriesgar la propia vida por una nota.
3. Hacer tratos con alguna de las "partes" del conflicto.
4. Usar a los reporteros locales para que le surtan a uno de noticias (esos reportajes publicados en medios nacionales o internacionesl generalmente ganan premios y los periodistas locales terminan amenazados).
5. Darse tanta importancia como para pensar que uno mismo es "la nota" (todos lo vimos -asqueados- en Ciudad Juárez).
_____
 Del blog de Juan Pablo Meneses, 21/01/2013
Foto: Portada del libro

Sunday, March 24, 2013

The New Propaganda Is Liberal; the New Slavery Is Digital


by John Pilger     

     What is modern propaganda?For many, it is the lies of a totalitarian state. In the 1970s, I met Leni Riefenstahl and asked her about her epic films that glorified the Nazis. Using revolutionary camera and lighting techniques, she produced a documentary form that mesmerized Germans; her Triumph of the Will cast Hitler's spell.
     She told me that the "messages" of her films were dependent not on "orders from above" but on the "submissive void" of the German public. Did that include the liberal, educated bourgeoisie? "Everyone," she said.
     Today, we prefer to believe that there is no submissive void. "Choice" is ubiquitous. Phones are "platforms" that launch every half-thought. There is Google from outer space if you need it. Caressed like rosary beads, the precious devices are borne heads-down, relentlessly monitored and prioritized. Their dominant theme is the self. Me. My needs. Riefenstahl's submissive void is today's digital slavery.
     Edward Said described this wired state in his book Culture and Imperialism as taking imperialism where navies could never reach. It is the ultimate means of social control because it is voluntary, addictive and shrouded in illusions of personal freedom.
     Today's "message" of grotesque inequality, social injustice and war is the propaganda of liberal democracies. By any measure of human behavior, this is extremism. When Hugo Chavez challenged it, he was abused in bad faith; and his successor will be subverted by the same zealots of the American Enterprise Institute, Harvard's Kennedy School and the "human rights" organizations that have appropriated American liberalism and underpin its propaganda. Historian Norman Pollack calls this "liberal fascism." He wrote,
     "All is normality on display. For [Nazi] goose-steppers, substitute the seemingly more innocuous militarization of the total culture. And for the bombastic leader, we have the reformer manque, blithely at work [in the White House], planning and executing assassination, smiling all the while."
     Whereas a generation ago, dissent and biting satire were allowed in the "mainstream," today their counterfeits are acceptable and a fake moral zeitgeist rules. "Identity" is all, mutating feminism and declaring class obsolete. Just as collateral damage covers for mass murder, "austerity" has become an acceptable lie. Beneath the veneer of consumerism, a quarter of Greater Manchester is reported to be living in "extreme poverty."
     The militarist violence perpetrated against hundreds of thousands of nameless men, women and children by "our" governments is never a crime against humanity. Interviewing Tony Blair ten years on from his criminal invasion of Iraq, the BBC's Kirsty Wark gifted him a moment he could only dream of. She allowed Blair to agonize over his "difficult" decision rather than call him to account for the monumental lies and bloodbath he launched.
     One is reminded of Albert Speer.
     Hollywood has returned to its Cold War role, led by liberals. Ben Affleck's Oscar-winning Argo is the first feature film so integrated into the propaganda system that its subliminal warning of Iran's "threat" is offered as Obama is preparing, yet again, to attack Iran. That Affleck's "true story" of good-guys-vs-bad-Muslims is as much a fabrication as Obama's justification for his war plans is lost in PR-managed plaudits. As the independent critic Andrew O'Hehir points out, Argo is "a propaganda movie in the truest sense, one that claims to be innocent of all ideology." That is, it debases the art of film-making to reflect an image of the power it serves.
     The true story is that, for 34 years, the US foreign policy elite have seethed with revenge for the loss of the Shah of Iran, their beloved tyrant, and his CIA-designed state of torture. When Iranian students occupied the US embassy in Tehran in 1979, they found a trove of incriminating documents, which revealed that an Israeli spy network was operating inside the US, stealing top scientific and military secrets. Today, the duplicitous Zionist ally - not Iran - is the one and only nuclear threat in the Middle East.
     In 1977, Carl Bernstein, famed for his Watergate reporting, disclosed that more than 400 journalists and executives of mostly liberal US media organizations had worked for the CIA in the past 25 years. They included journalists from The New York Times, Time, and the big TV broadcasters. These days, such a formal nefarious workforce is quite unnecessary. In 2010, The New York Times made no secret of its collusion with the White House in censoring the WikiLeaks war logs. The CIA has an "entertainment industry liaison office" that helps producers and directors remake its image from that of a lawless gang that assassinates, overthrows governments and runs drugs. As Obama's CIA commits multiple murders by drone, Affleck lauds the "clandestine service ... that is making sacrifices on behalf of Americans every day ... I want to thank them very much." The 2010 Oscar-winner Kathryn Bigelow's Zero Dark Thirty, a torture-apology, was all but licensed by the Pentagon.
     The US market share of cinema box-office takings in Britain often reaches 80 percent, and the small UK share is mainly for US co-productions. Films from Europe and the rest of the world account for a tiny fraction of those we are allowed to see. In my own film-making career, I have never known a time when dissenting voices in the visual arts are so few and so silent.
     For all the hand-wringing induced by the Leveson inquiry, the "Murdoch mold" remains intact. Phone-hacking was always a distraction, a misdemeanor compared to the media-wide drumbeat for criminal wars. According to Gallup, 99 percent of Americans believe Iran is a threat to them, just as the majority believed Iraq was responsible for the 9/11 attacks. "Propaganda always wins," said Leni Riefenstahl, "if you allow it."

-----  
     
John Pilger, Australian-born, London-based journalist, film-maker and author. For his foreign and war reporting, ranging from Vietnam and Cambodia to the Middle East, he has twice won Britain's highest award for journalism.
For his documentary films, he won a British Academy Award and an American Emmy. In 2009, he was awarded Australia's human rights prize, the Sydney Peace Prize. His latest film is "The War on Democracy."

-----

De Antiwar.com, 15/03/2013

Foto: Leni Riefenstahl durante la filmación de El triunfo de la voluntad (1934)

Saturday, March 23, 2013

TANJA: LA GUERRILLERA SEXY

Por Eduardo García Aguilar


Tanja, la guerrillera holandesa sexy de las FARC, se ha convertido en la estrella de las conversaciones de paz que el movimiento armado sostiene con el gobierno colombiano en La Habana. Se comprende muy bien que todos esos comandantes gordos y feos que representan al longevo movimiento de Tirofijo estén locos por ella y la hayan puesto en primera fila para dar una imagen más amable y menos dura de los rebeldes.
Los guerrilleros están muy bien asesorados en materia de comunicación, porque a la delegación oficial colombiana, encabezada por mi coterráneo Humberto de la Calle Lombana, le hace falta la presencia de mujeres bellas y jóvenes que representen a la juventud que tomará el relevo del país en el futuro del post conflicto.
Aunque Tanja dice que es una « flaca insípida » y que en las filas del ejército rebelde las que tienen más éxito son las « gorditas », es obvio que la también apodada Alexandra es una mujer elegante, espigada, a quien le quedan bien todas las prendas que luce, por lo que podría ser una modelo de éxito, por ejemplo para la tienda virtual de ropas exóticas de Tatiana Santodomingo, la millonaria heredera del magnate colombiano Julio Mario y de su hijo de mismo nombre, que acaba de dar un descendiente más a la familia real monegasca y es la nuera de Carolina de Mónaco.
Tatiana Santodomingo debería ofrecer algunas de esas maravillosas prendas ecológicas a la guerrillera, sacos tejidos en países extraños asiáticos, africanos y latinoamericanos, o bolsas, blusas y pantalones que cuestan fortunas y lucen ahora los millonarios que van al Hay Festival, al Festival de Cine y otras festividades cartageneras a las que asisten las familias reales de Colombia y toda su cohorte de arribistas.
Debería propiciarse un encuentro entre Tanja la holandesa y Tatiana Santodomingo, para emprender un diálogo de glamour que significaría por fin la paz entre los dos mundos opuestos: el de los magnates que pasan todo el año de vacaciones en los yates y las playas de lujo y el de la arriesgada europea que da la vida por los pobres de nuestro país y baila en las fiestas de la jungla.
Desde su llegada a Cuba Tanja se ha comido las cámaras y cada una de sus entrevistas es una sorpresa por su aplomo, inteligencia, sentido del humor y la firme convicción de que es la heredera de Antonia Santos, Policarpa Salavarrieta y Maria Cano, y que debe darse por fin la oportunidad a los olvidados de la tierra del país adoptivo, pero que no ha dejado, por su cerebralidad y constancia, de ser una típica europea, pasionaria de izquierdas con sentido global.
Como he sido extranjero en varios países durante mucho tiempo y estoy a favor del cosmopolitismo, siento especial atracción por quienes abandonan sus propios países y de repente adhieren a otros mundos hasta arriesgar la vida por ellos. Tal es el caso de cientos de miles de europeos que se fueron para siempre de aquellas tierras frías hacia países del Sur golpeados por el sol y las olas de los mares tropicales, atraídos por mitos heróicos como el Che Guevara o Patricio Lumumba.
Me he cruzado con franceses, alemanes y nórdicos que se han fundido con México, Centroamérica, Africa o Asia y de ninguna manera volverían a sus anquilosados ex países. Consideran que sus tierras de origen son vejestorios aplastados por las catedrales góticas y la sangre petrificada dejada por milenios enteros de colonialismo, guerra y violencia.
Si se compara con la sangre regada durante milenios en la vieja Europa, la guerra de colombiana sólo sería una guerrita escuálida de novela bananera, sin la magnitud apocalíptica de las conflagraciones que solo en el siglo XX provocaron millones de muertos con ballonetas, fusiles, armas químicas, cámaras de gas y bombardeos.
Tanja se ve en un video, preciosa, bailando en la selva algún ritmo con la gracia de su cuerpo, rodeada por jóvenes guerrilleras y ante la vista torpe de los milicianos selváticos. Un guerrillero llega y apaga la cámara que filma la escena y se ve a la holandesa salir de foco como una chica regañada. ¿Cómo habrá cambiado la libertad europea y las discotecas libertinas por el acuartelamiento autoritario en la selva, bajo el mando de típicos machistas colombianos ultrafalocráticos y patriarcales?
La holandesa llegó a Colombia por medio de intercambios universitarios y según se cuenta estuvo en Bogotá y Pereira, donde empezó a conocer la realidad del país y quedó seducida por nuestros terribles encantos. Por lo visto nunca se quejó de las rudas pruebas de la selva al lado del Mono Jojoy y encontró en ese mundo peligroso bajo los bombardeos y al acecho de los ataques del Ejército una realización vital que sorprende.
En las conferencias de prensa se ha visto a la guerrillera cambiar de prendas y adornos con excelente tino, convertida en la diva amable de ese movimiento, rodeada por los severos comandantes que son los machos alfa de la selva implacable.
Los guerrilleros que Tanja representa son el lado secreto de una Colombia que fue capaz de exterminar uno por uno a los 4000 militantes de la Unión Patriótica, el partido político del negociador Iván Márquez, quien siempre aparece escoltado por la bella, lo que muestra su buen gusto en materia femenina. Ojalá hagan la paz, aunque la verdad sea dicha nunca confiaré ni en el establecimiento ni en sus opositores armados. Pero la paz vale bien una misa papal y la caricia virtual de una guerrillera muy europea y muy sexy.
 
------------------------
* Publicado en La Patria, Manizalez, Colombia, el 24 de marzo de 2013. (Del blog del escritor)
Foto: Tanja

Friday, March 22, 2013

Parodia y humor en el porno

Jorge Damián Méndez Lozano

Mía Wallace y Vicent Vega han tenido una noche de malteadas, filetes, drogas y baile en el Jacks Rabbit del condado de Inglewood, California. De regreso a casa deciden tomar un whiskie en casa de Mía.

Ella inhala por error algunas rayas de heroína al creer que se trata de coca. En la versión original, Pulp Fiction, ella necesita una inyección de adrenalina que taladre su corazón para no fallecer de una sobredosis. Aquí, en este mundo porno, con problemas y consecuencias porno, se necesitan soluciones porno. Por lo tanto, es de vida o muerte que sea introducido un enorme falo de plástico a través de los pliegues anales de la estrella pornográfica, Nikki Benz, quien recrea a la actriz, Uma Thurman. De una sola estocada se le realiza una penetración con un consolador de color rosa. En agradecimiento por reanimarla y no dejarla morir, en la versión original y no en esta de nombre Pum Fiction, ella cuenta un chiste blanco a él, pero en el mundo porno, con gratificaciones porno, Mía se ve moralmente obligada a dar una mamada y una cogida frenética a Vincent Vega. Así se parodia la gratitud en el mundo porno, comiendo semen.

Tiempos Porno. En el mundo porno se parodia al tiempo. Se le desdobla y se le exprime hasta el último segundo. Se le lleva hasta al otro extremo, de ilegal. Se le obliga a cruzar la frontera a base de eyaculaciones. El tiempo, acostumbrado a  llevar su propio ritmo, ahora se ve obligado  a obedecer a un ejército de senos inflamados de silicón y penes hinchados hasta la ultima vena.


Internet: Brazzers.com

Al tiempo se le penetra. Cuatro cámaras graban desde distintos ángulos una misma escena. Son los mismos gemidos, los mismos rostros de orgía. Una maravilla de momento. Atletas sexuales en plena competencia. Se grabaron cinco minutos. Se alternan las tomas de cada cámara y al final, todo sumado, ofrece una escena de veinte minutos hecha de pedacería, hecha de trozos de tiempo. El tiempo como las croquetas para perro se vende a granel.

El porno como suspenso. Hay que meterla poco a poco. Mantener la tensión del espectador. Llevar al público al orgasmo paulatino. Nadie puede venirse al principio de una escena. El conflicto del porno. En el cine porno la situación provocadora de suspenso es: en qué momento y en qué cantidad el actor eyaculará, no sólo eso, sino dónde lo hará. Como en el suspenso, las interrogantes se responden poco a poco y al final; anal creampie, cum facial, pearl necklace, hand job, foot job.

Todo se trata del pene. En el cine porno, el protagonista no son las actrices ni los sementales, ellos son actores secundarios. La chila de la movie es la verga. La trama, por decirlo de alguna manera, no trata sobre dos o más actores en un viaje hacia el clímax, pero sí sobre un pene que tarde o temprano vomitará placer. Cualquier video porno dedica el ochenta por ciento de los primeros planos al pito. Las películas pornográficas tratan sobre un pene que quiere explotar. El falo como protagonista total. El cine porno es machista.


Internet: Brazzers.com

El cine porno en cualquiera de sus dos formatos, Gonzo (cine porno sin ningún tipo de argumento, actores cogiendo sin explicación alguna) o Features (cine porno con algún tipo de deuda con la narrativa y que por lo tanto muestra el porqué hay gente cogiendo en la pantalla) es una parodia del sexo vaginal. Las vaginas están tan muertas como la muerte. La vagina murió con la liberación femenina. Ahora, hombres y mujeres cuentan con los mismos conductos al dolor, el placer o la humillación. El sexo vaginal es tan aburrido como drogarse con moderación.

El coño siempre fue una parodia deslavada del sexo verdadero, el anal. El coño es una mentira, el ano es la verdad absoluta. John Stagliano, propietario de la productora y distribuidora, Evil Angel, en una entrevista que le realizó el escritor inglés, Martin Amis, para la revista Talk, en febrero de 2001, explicaba el fenómeno del sexo anal y cómo este había sepultado al sexo ordinario:

“Los coños son puro cuento. Supón que tienes a una tipa deshaciéndose a gemidos. El espectador que genuinamente sabe discernir tiene que estar pensando: ¿Es esto real, o es puro cuento? Con lo anal su personalidad sale. Se requiere de tipos que cojan muy bien y que hagan que las tipas parezcan más… viriles. Se requiere que las chicas muestren su testosterona. Lo que hoy tiene éxito en el mercado es la realidad. Los culos son la realidad. Y los coños son puro cuento”.


Internet: Brazzers.com

La falta de humor como el único humor posible. “Después de un tiempo comienzas a pensar que las estrellas porno, a pesar de ser pésimas actuando, son muy buenas para actuar en un solo detalle: saben contener la risa. Pero es que la falta de humor, universal e institucionalizada, es el alma del porno”, escribió, Martin Amis, en su artículo, de título, Un negocio duro. A esa conclusión llegó después de visitar el set de grabación de Welcum Chloevillage de la mano de la actriz porno, Chloe. Y es verdad, cualquiera que haya visto una película porno del tipo Features, ha encontrado escenas que moverían a la risa, sino fuera porque la excitación hace súbitamente su llegada.

En la película, Big Tits At School, vol. 6, la clase de sexo oral ha llegado a su final. Es hora del examen que otorgará el diploma. Por lo tanto, se ha pedido un voluntario para que pase al frente a recibir una mamada didáctica. La primer dulce y rubia alumna reprueba porque roza con los dientes la verga del también aprendiz. Ella llora amargamente y es despedida de la clase. La profesora está molesta, enfadada, entonces no le queda más remedio que practicar ella misma la felación con el único fin de instruir a sus minúsculas. Las alumnas miran con orgullo y admiración profunda a su maestra engullir un trozo de carne de media libra sin hacer pucheros. La clase entera se pone de pie y entre aplausos congratulan a la instructora.

Hace unos meses leí una nota en un diario de la ciudad de Monterrey. Una banda de secuestradores tenía cautivos a tres hombres. Cuando llega el ejército a rescatarlos, dos de ellos mueren al caer al fondo de un barranco, consecuencia de que la casa de seguridad estaba al pie de este. El único que logra ser rescatado con vida, duda que la pesadilla haya llegado a su fin, más bien, ahora comienza de otra manera. Dos de sus captores adictos a la cocaína y a la pornografía, en un arranque de aburrimiento y excitación deciden tatuarle un pene y un par de testículos en la frente. En su testimonio, la víctima reclama que hasta los militares se burlaron de su desgracia. Humor negro y porno.

De Revista Diez4, 15/01/2012
Foto: La actriz porno Austin Kincaid

Tuesday, March 19, 2013

From Volcano Sajama Over Altiplano Desert To Coipasa Pueblo


The morning after, an ostrich in front of hazy Sajama.
Ostrich in front of Sajama.
Wading on Altiplano.
My road.
Flamingos, laguna, Altiplano, Bolivia, west.
Flamingos.
Out here people, they are in charge of repairing roads.
People in charge of roads.
From Inca times, funeraries, Bolivia Altiplano.
Funeraries in desert.
Altiplano, western Bolivia, clouds.
Altiplano.
Del blog de viajes thisfabtrek.com

The morning after the world and volcano Sajama are soaked once more in haze and I drive south over the altiplano, but there is no fuel to be had near the border with Chile, fearless I head on into the desert and bite the dust on bad roads, eat my dry old bread and drink Nescafe. I round lakes with flamingos, see the llamas, guanacos and alpacas, some ostriches and desert partridges, and the altiplano, apart from impressive volcanoes around, holds other surprises, like funeral crematories from Inca times. The road necessitates to wade rivers, the Chevy odes well, later I plant the van in deep sand and free it by lowering the tire pressure. In general I find my way, alone and happy, and deal with the situations that arise, I confidently can say I am right on the fab trek!
Past SABAYA, where I get on the last drop and refuel/reflate and buy beer for the dust, I head towards the Salare de Coipasa and the first experience driving on slushy salt water is a freighting one, you don't want to bog down here, or worse.
In COIPASA, a very small village on an island, I clean out the van from heaps of sand and dust, then past night fall head to where the music plays and an old man takes me at the hand and leads me inside a house. A band plays and Aymara indigenas of all age and gender dance around hundreds of empty and half full cases of beer, and the floor is littered with beer and glass. I am offered a glass of Huari beer every two minutes, and customs have it that you pour some on the ground; for the Gods. It is the women, in traditional dress and hat that do most of the serving and pouring and refilling and handing out of the plastic cups of beers. I am being taken care off, embraced and kissed, by the old, man and women and one drunken old can't abstain from kissing me on the mouth. As the evening proceeds and I dance and one old women almost breaks my back by making me turn round and round, and I cannot believe after the exiting past days, where I have landed again, and I speak Spanish completely fluent, 'quando tomo ablo'. Also somebody constantly plucks at my beard, 'la cabra' I respond, indigenous men don't grow beards, and what grows is cleanly shaved, my goaty is a matter of ridicule.
Sajama to Coipasa, deserts and altiplano!
back to top

Aymara Fiesta In Coipasa.

I have my caretakers, a couple of my age, and I park the van in front of their house. He tries to wake me from a horrible hang over at around 6 a.m. by knocking on the van, then by playing loud music. At 7.30 I crawl out, they hand me a bowl of soup, I share some Nescafe, at 8 we all go, and see friends and start drinking more beer, such is the custom, 'la noche y el dia, igual'. And here are many still/already drunk, some dose off sitting in their chairs, many young are here and we talk and I finally become aware of the reasons of the fiesta, it is promotion in final high school year, but the kids responsible for the festivities I never meet. We change locations, again and again, and soon we descend where the band plays outdoors and all dance and it is still morning and I drink every glass that is handed to me, what an amazing people. I don't know how I did and got through the afternoon, but already past night fall I find myself in the van and wonder how I managed to bring the camera home.

My caretaker in Coipasa, Bolivia.
My caretaker.
The young drinkers in Coipasa.
The young drinkers.
It is custom to serve two bottles, or make them as a present. Coipasa, fiesta de promocion 2012, Bolivia.
Always bring 2 bottles.
Indigenous Aymara woman and hat, blue door, Bolivia, Coipasa.
Woman at door.
Young lovers Coipasa.
Young lovers.
Aymara child, Coipasa, Bolivia.
Aymara child.
Teachers and directors, Coipasa, Bolivia.
Teachers and directors.
Old indigenous woman brings two bottles of beer, Coipasa, Bolivia.
She brings 2 beers.
Aymara woman and hat and dress, Coipasa, Bolivia.
Aymara woman and hat.
Drunk and dancing with a bottle of beer, man Coipasa, Bolivia,
Drunk and dancing.
Fiesta Coipasa, men and women dance outdoors, Bolivia.
Dance when u can.
From a teapot, serving schnaps. Coipasa, Bolivia.
The harder spirits being served.
Terribly drunk hugging woman, Coipasa, Bolivia.
Terribly drunk.
Coipasa, island on Salare Coipasa, Bolivia, great Aymara fiesta, great indigenous people.
Grande fiesta Coipasa.
Aymara woman and hat, Coipasa, Bolivia.
Aymara woman.


Monday, March 18, 2013

María Félix: Yo soy mi casa

Vicente Leñero 

SE OYE UN timbrazo largo, inacabable, y Reina, la cuñada de María Félix, dice: Ahí está. En la residencia de Polanco, donde una gran fachada de piedra gris limita y defiende la vida privada de la Doña, Reina es algo así como su gerente, su administradora, su ama de llaves y consejera y secretaria ejecutiva: todo al mismo tiempo. Reina es quien contesta el teléfono para informar a qué horas se podrá hablar con la Doña, quien vigila el trabajo de los operarios que han ido a colocar un toldo en el patio, quien vuelve a contestar el teléfono ("En esta casa llaman a todas horas –sonríe–, parece comisaría"), quien finalmente me dice: espere un momento ya no tarda en llegar. Ahí está. El prolongado timbrazo –tercera llamada en el foro de un teatro, voz de "cámara-acción" en un estudio de cine– anuncia la definitiva aparición. Son las cinco y media de la tarde, la hora exacta que fijó para la cita la señora Félix. Hasta entonces todo ha sido silencio. Pronunciadas en voz baja, las palabras amortiguan su sonido sobre la alfombra que se derrama sin interrupciones por la estancia. Cuadros de María en ésta y en aquella otra pared. María pintada por Leonora Carrington en un tríptico milagroso. María amazona y María con una serpiente enrollada al brazo izquierdo por Leonor Fini. María 
con un corazón de llamas ardiendo según Sofía Bassi. Una madre mexicana enrebozada (Diego Rivera 1948) amamanta a su hijo en la pared principal de la sala ¿también María?... y un poco más allá, en el comedor provenzal, los pinceles de 1964 de Lepri transformaron a María en ave, en mariposa, en pistilo vegetal que se asoma a un jardín alucinante. Ahí está la Doña, vuelve a decir Reina cuando ya se escuchan los pasos, la voz, el levísimo chirrido de una puerta. Y aquí está efectivamente la Doña; al fin.


Sin moverse un milímetro

Toda acción, María entra bajando de uno de los cuadros de Leonor Fini, o mejor: como saliendo del que Chávez Marión acaba de pintarle; sólo que hoy, en lugar del suéter y los pantalones blancos con que la vistió el artista para significar mejor ese desplante un poco reto, un mucho triunfo, María lleva pantalones azul oscuro, un suéter rojo de cuello de tortuga y botas encarnadas. La imprescindible diadema contiene la hermosa mata de pelo que Chávez Marión puso a flotar al viento, alígera. Es mi traje "del diario", dice después. Así se siente más cómoda; así anda de aquí para allá, sabiéndose bella y diciéndolo con orgullo de mujer que ha colocado en la cúspide de la fama su fama de mujer hermosa. Lo es, siempre. Indiscutiblemente.

María levanta la ceja izquierda y avanza firme por el salón de esta casa que ha decorado para ella el marqués de Beyrac, de Clardecor. Su voz, la voz de sus películas y de sus presentaciones en público resuena durante el intercambio inicial de saludos. Sólo le falta un fuete, látigo quizá, supongo, para convertirse en una doña Bárbara citadina.
Es la segunda vez que estoy delante de ella. La primera: una noche en casa de Ernesto Alonso. Cuando yo ya me iba, llegó a cenar acompañada por Quique. Vestía un traje azul Dior; maravillosa, dijo Ernesto mientras yo me escabullía tímido con el buenas noches, mucho gusto, con permiso.

¿Un coñac?; ¿un café?

María retarda la charla cuando desaparece por segundos para ir a decir algo a Reina. Regresa pronto, siempre ligera y erguida, con el mismo cuerpo joven con que hace veintitrés años saltó al primer plano del estrellato nacional. Allí se ha mantenido desde entonces, sin moverse un milímetro, dirá después, durante la plática; ¡y vaya que eso cuesta! Porque más que alcanzar el éxito, lo difícil para una actriz es sostenerse en él sin permitir que se suba y nuble la cabeza; qué importante, pero qué importante conservar lúcidos los cinco sentidos, firme la voluntad, entero el ánimo. Talento. Inteligencia. Interés por la vida.

Pero de qué manera, señora. Cómo. Cuál es el secreto; las reglas prácticas. María no responde aún. Apenas está llegando y ya llegando haciendo suya de inmediata la atención del intruso que se 
ha quedado sin ojos para la decoración, para los muebles, para los cuadros de María. Sólo María en persona se halla enfrente.

Y María repetirá después:


Mantenerse en la primera fila sin que nadie venga a moverme. Entera. Bien plantada y bien vestida. Eso sí, cuando vaya una fiesta, al teatro, a una recepción, me gusta ser la mejor. Desde muy tempranito, porque yo me levanto muy tempranito: a las siete y media ya estoy pintándome y arreglándome y cepillando y cepillándome el pelo, nada de sprays; si tengo que ponerme chinos que ni modo, a veces hay que usarlos, no salgo de mi boudoir, nadie me ve, ni siquiera me asomo por aquí, se me hace una falta de respeto y de delicadeza y de todo; mucho menos afuera, ¿una mujer con chinos en la calle?, ¡qué horror! ¿María Félix, con chinos?, ¡jamás! A veces, claro, cuando estoy haciendo una película, tengo que salir muy de mañana sin peinarme por exigencias de la propia filmación, pero entonces me envuelvo muy bien muy bien con una mascada hasta acá y me subo al coche. Yo no sé cómo hay señoras... Pero eso no vaya a escribirlo, por favor, no quiero ofender a nadie. Eso pienso, nada más. Y como le digo: me gusta peinarme yo misma. Alexandre de París me dio unas clases. Y ahí estoy desde muy temprano cepillándome el pelo para llegar a esa fiesta o a esa función de teatro muy derecha y muy plantosa como me enseñó mi madre desde que yo era muy chica.

Eso se trae desde la cuna. Se nace.

No, no, qué se va a nacer así. No me diga eso. Cuando uno nace no trae nada. Se nace en cueros, ¿o no? Las costumbres y los hábitos Y todo se adquiere después a pura fuerza de voluntad, de régimen, de privaciones. Se aprende. Uy, es que usted no sabe cómo era mi madre. Frenos en los dientes desde niñas y tablillas en la espalda para que camináramos derechitas: cambréate, niña, cambréate, me decía mi madre que me enseñó a andar siempre erguida y con gracia. Les pedía a las monjas de la escuela que vigilaran si habíamos llegado o no con los famosos tirantes en la espalda. ¡Yo le debo tanto!

Ahora está muy viejita, pero ahí sigue, sigue, sigue. La tengo aquí como una joya. Vive conmigo; muy bien cuidada, no faltaba más. Y ahí está, todavía la tenemos con nosotros Dios quiera que por muchos años. ¿Pero qué le estaba diciendo? Ah, que cuando aparezco en público, sí, me gusta que la gente diga: aquí está ya María: ahora sí llegó la mejor. Lo mismo en México que fuera de México. Mire: los reportajes que me hacen en el extranjero escriben: La mexicana María Félix. La mexicana, fíjese usted. Ya no soy yo únicamente, es la mujer mexicana lo que represento para ellos. Y cómo va a quedar mal la mujer mexicana, eso sí que no, cómo voy a quedar mal yo misma con mi público. No señor. Llego a París y me paso horas y horas con Marc Bohan, el de Dior, viendo qué vestido me tiene especialmente para mí y qué zapatos. Uh, me enamoro de la ropa en una forma que usted no se imagina. Es uno de mis vicios; me gustan los buenos trapos y sé cómo llevados, qué caray, muy levantada siempre la cabeza y muy segura de mí, porque ¡aquí está María Félix!, a ver qué pero le ponen, sin un detallito fuera de sitio, sin un pelito de nada: ¡a todo dar!

En el gesto de la Doña, en ese levantar un poco la cabeza enhiestando la barbilla, se repite el desplante que es desafío y postura ante la vida del cuadro de Chávez Marión. María quiere mostrarlo antes de iniciar la plática, cuando todavía es la señora Félix, intimidante y lejana. Pronto se convertirá en la Doña, y luego, al fin, en María simpática, en María cordial, charlista extraordinaria capaz de hablar horas y horas de María Félix porque prefiero hablar muy bien de mí misma, en lugar de hablar mal de la gente.

Venga, mire. Está en la biblioteca. Todavía ni lo cuelgo porque me lo acaban de traer. Venga.

¡Un partidazo!

Libros y cuadros en la biblioteca. Una mesa circular con la carpeta verde y el block para anotar gin. Libros de historia, de teatro, de filosofía, obras completas: todas en lujosa encuadernación; uno que otro en rústica. Cervantes y Freud, Sor Juana, La Fontaine, Alvarez Quintero, Balzac, Premios Nóbel, la enciclopedia Espasa Calpe. Editorial Janés, Aguilar... Un cuadro más de Leonora Carrington. Un apunte 1930 de Salvador Dalí. Vampiros de Lepri y el célebre autorretrato de Diego Rivera con una dedicatoria para María Reina de los Ángeles Félix a quien millones de gente admiramos y amamos, pero a quien nadie querrá tanto como yo. 1949.


En el lugar de honor, arriba de la chimenea y en espera del clavo: el óleo de Chávez Marión. La Doña no economiza elogios para el retrato. Siento que ésa soy yo, ¿verdad que sí?

Luego se encaminará a la sala y sobre el mullido sofá de tapiz rojo hablará de su residencia y de Alex Berger, su marido. Catipoato. Allá tenía 4,500 metros cuadrados entre jardines y árboles y mil habitaciones. Aquí sólo tiene 500 y un patio-jardín que gracias a un muro de espejos sabiamente colocado al fondo, como límite, disimula su brevedad. Pero la casa es agradable. Magnífica, diré yo.

María ha terminado acostumbrándose a ella, y además, como le dijo a Guillermo Ochoa para Novedades, no iba a cambiar una casa por un marido. Alex Berger la ha hecho feliz, indudablemente. Se adivina en todo: en la forma en que María se expresa de su vida matrimonial, en las pequeñas numerosas fotografías que de su esposo y de Quique ha distribuido por todas las habitaciones. Alex me tiene mucha paciencia. Yo soy una mujer difícil; tengo mi carácter, mi genio. Ah sí, qué difíciles somos las mujeres y qué difícil debe ser para el hombre aguantar nuestros caprichos y nuestros malos ratos. Pero yo también le tengo paciencia a él, no se crea que no. Por ejemplo, me molesta el olor del puro, y lo más fácil sería poner mala cara; pero yo me digo: María, es mejor que lo fume aquí en su casa a que vaya a fumarlo a otra parte. Claro. ¿No tengo razón? Muchas mujeres no lo entienden y pobrecitas. Hay que saber ceder. Por eso mi hijo y yo dejamos Catipoato a pesar de todo lo que nos gustaba. Siempre he pensado que quien da el pan da la ley. Aunque cuando me casé con Alex se atrevieron a decir, sí, sí, lo dijeron, figúrese nada más, dijeron que yo me había casado por su dinero, por interés. Me dio mucha rabia y furiosa me encerré en mi cuarto para hablar conmigo misma como me recomendó un amigo hindú al que yo quería mucho. El ya murió, pero conservo sus cartas y no olvido sus consejos valiosísimos. Cuando te sientas mal, me decía mi amigo hindú, enciérrate en tu cuarto y habla contigo misma en voz alta. Y así lo hago, frente al espejo. Aquella vez, furiosa, me preguntaba: a ver, María, ¿es cierto que te casaste por interés? Nadie podía oírme, me lo preguntaba con toda sinceridad porque luego puede haber sentimientos escondidos dentro de uno y me veía en el espejo pensando en todo lo que soy y cómo soy. Pero vaya, si no estoy fea, soy gua
pa, muy guapa, tengo cartel, fama; no estoy bizca, ni tuerta, tengo mi sitio, gano buen dinero, cómo voy a haberme casado por interés. Soy un gran partido para cualquiera. Claro que sí. ¡Pero si pensándolo bien soy un partidazo!, ¿a poco no?, ¿no le parece que soy un partidazo? ¡Están locos! ¡Qué me voy a haber casado por interés ni qué nada!
Así hablará la Doña durante la charla que está por iniciarse. Catarata de palabras, incontenibles, matizadas unas veces por el ademán de sus manos siempre inquietas, expresivas; otras por las cejas arriba y abajo; por la mirada que desciende y se recoge, como retrocediendo, para dar oídos al interlocutor. Los dedos índice y pulgar de María se unen de pronto y trazan un fugaz pincelazo en el aire. Sus uñas se vuelven contra ella para señalarla en un ademán que las dos manos dibujan en forma simultánea, mientras sus piernas buscan continuamente una nueva posición. Ahora están aquí, rumbo a la mesa de centro, extendidas. Ahora cruzadas: la derecha sobre la izquierda, la izquierda sobre la derecha. Ahora se separan y se doblan a la manera de un buda. Ahora está de pie.

Impresionante flexibilidad la de esta Doña ágil y elástica capaz de doblar sus dedos hacia atrás hasta hacer que las uñas toquen el dorso del antebrazo. Mujer que es toda nervio, corriente eléctrica, chispa, llama, incendio. No, gracias, no fumo. Muchos perio
distas han quedado boquiabiertos con sus respuestas. Queriendo presumir de audaces, groseros muchas veces, han asaltado a María con preguntas que no pueden reproducirse en letras de molde. Pero el ingenio de la actriz los ha derrotado. Con un par de palabras, una frase, una rápida contestación, los ha detenido en seco. En México, en Buenos Aires, en Caracas...

Desde luego no lo digo por usted, pero es muy molesta la actitud de muchos periodistas que...

No, en realidad yo no soy periodista...

Minutos después, a medida que la charla avanza, la voz grave de María se va musicando aunque sin perder sonoridad. En ningún momento hay falsa impostación. Su lenguaje es fresco, brota salpicado de expresiones populares y refranes. Toco madera, poniendo sus dedos debajo de la mesa, cuando lo que dice pudiera convertirse en alguna calamidad. Ni lo mande Dios. Es graciosamente supersticiosa. Emplea palabras como trapos, relajo, tembeleque, tiliches, tacuche, greñas, chácharas; giros como ajustarse las pretinas, poner el ojo pelón, una señorona encopetada. Cree en la magia. Lee la revista Planeta. Colecciona porcelanas. Y ama la vida. Sobre todo eso: ama la vida.

Lo dice y lo repite, otra vez porque en ese amor por la gente, por las cosas, por las obras de arte, se apoya –afirma– su incansable, sorprendente vitalidad. No solamente Alex, Quique y Reina lo saben, sino 
las personas que trabajan a su servicio, sus criados. Pero no los llama criados, son sus colaboradores. Gente que sabe que la Doña es inflexible en sus órdenes, que la Doña no disculpa la falta de limpieza, que la Doña no soporta la desorganización. Y sus sirvientes –sus colaboradores– la quieren, nunca se van. (Yo tengo un gran respeto por el trabajo de los demás). Raúl, por ejemplo, una especie de hombre equipo que lo mismo hace de mayordomo que de electricista o carpintero, ha estado a su servicio catorce años. María lo llama cariñosamente mi tigre Raulete, mi tigre de Bengala; qué haría sin él, dice; es maravilloso. Y Raulete serio, serio, siempre serio, sonríe con timidez.

No gracias, no fumo. Mi tilichero.

Dejé de fumar, va usted a ver, precisamente el tres de diciembre de 1962. Y no se crea que por cuestión de salud, ni por una promesa ni por nada, sólo para ponerme a prueba yo misma, para medir mi fuerza de voluntad. Antes llegaba a fumarme tres cajetillas diarias y ahora ya ve, ni un solo cigarro desde hace tres años y pico. No sé qué sabor tiene el whisky... Porque todo, todo, todo se consigue a pura fuerza de voluntad. Tienes que hacer esto, María, y lo hago. Una actriz como yo no puede mantenerse en la primera fila durante veintitantos años si no es a base de sacrificios que luego ya ni sacrificios resultan. A mí hábleme de un gran filete, todo gr
asoso, y puf, no lo tolero ni en la imaginación. Mi dieta es rigurosa, nada de grasas y harinas; al mediodía: dos huevos cocidos, un plato de carne asada con alguna verdura, y dos o tres guayabas que son muy alimenticias y muy sabrosas: para mí no hay mejor fruta que mis guayabas totonacas. Pero claro, no bebo agua durante las comidas. Los domingos hago una excepción y mando a descansar la dieta. Como lo que se me antoja. Es mi día libre.

María sale de la biblioteca rumbo a la sala donde habrá de ocurrir la conversación. Ya no necesita del fuete de doña Bárbara porque ahora es, simple y femeninamente: María. Con ella va el perfume Joy, de Jean Patou, que la envuelve y hace perdurar su presencia en las distintas habitaciones de su casa. Por primera vez en la historia del periodismo, la Doña accederá a abrir esas habitaciones a la cámara de una revista. No sólo eso: María en persona se ocupará de disponer el extraordinario arreglo de la mesa del comedor; tenderá su cama, su célebre cama de plata diseñada por Diego Rivera con los exquisitos e increíbles encajes valencianos confeccionados a mano; permitirá la entrada a su baño de mármoles negros, a su íntimo boudoir.

Cada habitación prepara, como sonriendo, sorpresa tras sorpresa. Primero es la antesala de la alcoba: lámpara y muebles de porcelana de Meissen, dos cuadros más de la Doña pintados por García Ocejo 
y un gran estantero que crece hasta el techo y donde María conserva, exhibe, objetos, libros, fotos, chácharas; recuerdos de su vida y su carrera triunfal en ordenado desorden. Allí se encuentra, superviviendo, todo lo que está más cerca de su corazón. Reina lo llama La repisa de los recuerdos. Para la Doña es Mi tilichero.

Después la alcoba que la cámara de Alex Klein puede describir mejor que las palabras.

El baño. El boudoir: nuevas repisas, nuevos estanteros henchidos con porcelanas de la primera firma mundial en porcelanas: Jacob Petit, el célebre artista de principios del siglo XIX. Es difícil conseguir una nueva pieza auténtica, informa la Doña. Yo salgo tras ellas y recorro galerías de arte y casas europeas de antigüedades en busca de un Jacob Petit. Es mi vicio. Mire, mire, vea esto. Vea qué trabajo, qué primor, qué delicadeza. Fabulosos.

Cada pieza es para estarla admirando toda la vida. Por eso cuando me preguntan si me aburro yo me río. Cómo vaya aburrirme en mi casa teniendo estas preciosidades. Pero mire, mire esta figura. Y no son únicamente las porcelanas de Jacob Petit, sino los muebles de Meissen y los encajes valencianos y los recuerdos y todo lo que llena esta casa lo que le da un calor, un clima, un ambiente único de algo que vive por alguien y para alguien: una mujer de fina sensibilidad: la Doña.

Cuando era niña, me acuerdo, tení
a unas postales de la Capilla Sixtina: me fascinaban los murales de Miguel Ángel. Y la primera vez que fui a Roma corrí a admirar aquellas maravillas. No pude decir nada. Me quedé así, sin moverme, y de pronto empecé a sentir que me estaban escurriendo las lágrimas... tamaños lagrimones y yo sin poder decir nada. ¿Usted conoce la galería Degli Uffizi, en Florencia? Pues allí hay un Tiziano, un retrato de un cardenal joven, con su uniforme o como se diga, al que voy a saludar cada vez que llego a Florencia. Tiene una expresión, una majestad, un señorío... es guapísimo, es un cuadro fabuloso. No qué va, yo qué voy a aburrirme habiendo tanto que admirar en el mundo. Y me gustaría que la gente supiera eso de mí. Su reportaje se podría llamar Por qué no se aburre María Félix. ¿No le parece un buen título? ¿Verdad que sí? Por qué no se aburre María Félix, y usted podría hablar de todo lo que tengo aquí en mi casa. Venga, venga para acá. Pase.

Y conducido por María, antes de dar comienzo a la plática formal, penetro en las habitaciones exclamando oh, oh, oh, ante lo que mis ojos descubren. En todo se refleja ella: sus gustos, su sentido del orden, su secreta femineidad. La señora Félix, María, la Doña, está siempre ahí, expresada en el ambiente y en los detalles de cada habitación. Al grado de que ella podría hacer suya, mejor que nadie, aquella frase de Pita Amor: "Y
o soy mi casa."

De La Talacha Periodística, Ed. Diana, México. Originalmente en Revista Claudia, mayo de 1966
Foto: María Félix