Toscana, siglo XIII AD
De las formas usuales, y no del azar
Se sabe que es posible convocar con ventura a estas bestias de las maneras simples que se detallan a continuación:
1. Vistiendo de blanco, tal como indica San Juan que vestiremos todos, nos plazca o no, el día del Apocalipsis
2. Moliendo cuatro cabezas de ajo y cuatro de culebras, de esas comunes que se arrastran por las montañas, cocinarlas en vino borgoñés y medio cuenco de fermentado de bayas de enebro, por dos días y dos noches, rociando con ello los troncos de los robles y aguardando sin ser visto su llegada
3. Orando desnudo en el medo del bosque –aunque esta vía es poco recomendable ya que puede que atraiga unicornios pero lo que seguro atrae son pestilencias a los pulmones y otras calamidades al cuerpo que Dios nos ha concedido con su Gracia
4. Invocando a Santa Úrsula, de genuina fama por ser la patrona de las once mil vírgenes que se inmolaron con Ella, pero que a la vez –y esto es menester remarcarlo- es la Santa Custodia de los portadores de cuernos y Guardiana Celestial de todos los envenenados, con justo motivo o careciendo de él. Esta manera que afirmo es lo más empleada en Flandes.
De nuevas formas, que será tarea comprobar si son eficaces:
1. Amarrando a una muchacha virgen al tronco de un sauce. Deberá estar descalza y sin vestido de la cintura para abajo. Dicen los de Moravia que la bestia se arrima por el olor del virgo que transporta el río junto con sus aguas y que cuando el animal intenta acercar su cabeza, ellos lo amarran del cuerno y lo cazan.
2. Colocando un odre lleno de pasta amasada mitad de flor de centeno y mitad de floripondio en el medio de un claro donde la caliente el sol. Semejante cantidad de tal diabólico potaje –que extravía y flagela a las almas por los caminos de la estupefacción- serviría para descarriar media Francia. La bestia lo prueba y vaga como perdida, en sueños propios o ajenos procurados por Lucifer. El cazador que observa sus desvaríos, va y la atrapa.
[Ilegible en el original]
Tomado del Libri Venatorum, El Libro de los Cazadores, de autor anónimo. Manuscrito existente en la Biblioteca Nacional de España, Sección Pergaminos, estante 4, caja 7.
Traducción de Pablo Cingolani, Río Abajo-Bolivia, 11 de mayo de 2013
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Imagen: La Dame a la Licorne. Tapicería del siglo XV. Sello postal francés de 1964
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