Saturday, September 21, 2013

La chupa


MIGUEL SÁNCHEZ-OSTIZ

Gran mito literario, que no puede ser más estéril o más necio, como si la vida sin chupa fuera menos vida, menos enigmática, menos profunda... Oh, la chupa, oh, la devoción alcohólica del malnacido de Esteban, oh, el cónsul bebiendo inextricablemente con unos espantosos personajes, oh, sigo, oh, últimas salidas para Brooklyn... y la noche gastada en no dormir, del otro poeta...  y el infaltable Sáenz en unos versos que nadie recita de manera correcta, aunque lo hagan como una mantra, un conjuro, una contraseña de chicos malos que sueñan con la nómina del momio gubernamental o de la cátedra universitaria, antes de chocar los vasos y echar un trago y esperar que el milagro se produzca y la noche, y la chupa con ella, no acaben nunca, patraña sobre patraña y la puesta en escena de la propia vida la primera, la mejor ensayada:

Pues para el hombre que mora en la noche; para aquel que se ha adentrado en la noche y conoce las profundidades de la noche,
el alcohol es la luz.
El que su cuerpo se vuelva transparente, y el que esta transparencia le permita mirar el otro lado de la noche,
es obra exclusiva del alcohol...

Hasta el diablo rompe a reír en este tranco y casi mejor es pegarle al berrido de la infancia el de los borrachos en el cementerio juegan al mus y barajar con la memoria de El Grasita, el morguero que comerciaba con grasa humana.

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De vividebuenagana, blog del autor. 07/09/2013


3 comments:

  1. Probablemente ciertas mentes puedan crear una interesante poesía automática bajo la influencia del alcohol, pero tratándose de narrativa u otros géneros definitivamente es contraproducente.
    Buen texto, buen tema y muy buena prosa.
    Saludos cordiales

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    1. Lo es, Jorge. Esta serie de textos breves de Miguel es de lo mejor que se ha escrito sobre Bolivia. Me alegra leer que va a compilarlos en un libro. Lástima, como él mismo dice, que será difícil hallar un editor. Abrazos.

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  2. La verdad es que el de la fotografía estaba ciego, qué noche, carajo, en El Abuelo, cabe la Pérez Velasco... pues aun chuparon más. Había uno debajo de la mesa, que es a donde fueron a parar, de manera preceptiva, las botellas con gran estrépito y jolgorio...

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