MIGUEL SÁNCHEZ-OSTIZ
Gran mito
literario, que no puede ser más estéril o más necio, como si la vida sin chupa
fuera menos vida, menos enigmática, menos profunda... Oh, la chupa, oh, la
devoción alcohólica del malnacido de Esteban, oh, el cónsul bebiendo
inextricablemente con unos espantosos personajes, oh, sigo, oh, últimas salidas
para Brooklyn... y la noche gastada en no dormir, del otro poeta... y el
infaltable Sáenz en unos versos que nadie recita de manera correcta, aunque lo
hagan como una mantra, un conjuro, una contraseña de chicos malos que sueñan
con la nómina del momio gubernamental o de la cátedra universitaria, antes de
chocar los vasos y echar un trago y esperar que el milagro se produzca y la
noche, y la chupa con ella, no acaben nunca, patraña sobre patraña y la puesta
en escena de la propia vida la primera, la mejor ensayada:
Pues para el
hombre que mora en la noche; para aquel que se ha adentrado en la noche y
conoce las profundidades de la noche,
el alcohol es la luz.
El que su cuerpo se vuelva transparente, y el que esta transparencia le permita mirar el otro lado de la noche,
es obra exclusiva del alcohol...
el alcohol es la luz.
El que su cuerpo se vuelva transparente, y el que esta transparencia le permita mirar el otro lado de la noche,
es obra exclusiva del alcohol...
Hasta el diablo
rompe a reír en este tranco y casi mejor es pegarle al berrido de la infancia
el de los borrachos en el cementerio juegan al mus y barajar con la memoria de
El Grasita, el morguero que comerciaba con grasa humana.
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De vividebuenagana,
blog del autor. 07/09/2013
Probablemente ciertas mentes puedan crear una interesante poesía automática bajo la influencia del alcohol, pero tratándose de narrativa u otros géneros definitivamente es contraproducente.
ReplyDeleteBuen texto, buen tema y muy buena prosa.
Saludos cordiales
Lo es, Jorge. Esta serie de textos breves de Miguel es de lo mejor que se ha escrito sobre Bolivia. Me alegra leer que va a compilarlos en un libro. Lástima, como él mismo dice, que será difícil hallar un editor. Abrazos.
DeleteLa verdad es que el de la fotografía estaba ciego, qué noche, carajo, en El Abuelo, cabe la Pérez Velasco... pues aun chuparon más. Había uno debajo de la mesa, que es a donde fueron a parar, de manera preceptiva, las botellas con gran estrépito y jolgorio...
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