La poesía
enigmática, marcada por la conciencia de la quiebra del mundo, y el lenguaje
deslumbrante del malogrado Georg Trakl se aprecia en su libro póstumo Sebastián
en sueños y otros poemas. El de un sucesor directo de Hölderlin y
Rimbaud.
La poesía de
Georg Trakl cumple la sentencia de Adorno sobre el arte como promesa de
felicidad que se rompe. Es imposible, en su caso, abandonarse a la belleza del
verso, al que aún invitaba, en la misma época, la poesía de Rilke. En Trakl
pesa demasiado la conciencia de quiebra del mundo y una herencia tenebrosa; el
horror asoma, con su máscara distorsionada. Trakl "desciende el sendero
derruido" y no se permite solaz alguno: la naturaleza permanece muda, el
amor es culpable, la religión no consuela: "Este tiempo respira lágrimas
más oscuras, / perdición cuando el corazón del que sueña / rebosa de arrebol
del crepúsculo,/ de la melancolía de la ciudad humeante; / un áureo frescor
orea al caminante / al extranjero, desde el cementerio, / como si un cadáver delicado
lo siguiese en la sombra".
Tras su
temprana muerte en
1914 por
sobredosis de cocaína, Trakl, cuya vertiginosa trayectoria literaria fue
truncada por la Primera Guerra Mundial, dejó preparada para la
publicación Sebastián en sueños, que completaría la escasa
obra poética, empezada a publicar el año anterior. En este libro la dicción
poética se ha depurado a la máxima sencillez; la visión del mundo, en cambio,
se ha ensombrecido hasta límites extremos; algunos poemas, como 'Última nota' o
'Silencio', ya anuncian la decisión final. Aunque en el último año de su vida,
emancipado de su familia, Trakl fue acogido entre los intelectuales austriacos,
la relación incestuosa con su hermana Gretl, que se suicidaría tres años
después, no dejó de atormentarle. En 'Septeto de la muerte', 'En la oscuridad'
o 'Canción del que ha muerto', los recuerdos de la infancia, del sosiego del
jardín nocturno, de las veladas musicales con la hermana, desembocan en deseos
de muerte. El Trakl tardío es radicalmente terminal, enigmático y ardientemente
inclinado hacia el más allá. Como último reducto de proyección queda la
ensoñación: los delirios del alcohol, del opio o de la cocaína, que nutren las
visiones del poeta. En los poemas de la última época, reunidos en el presente volumen,
la experiencia con las drogas se expresa con evidencia: "Sobre negra nube,
tú / cruzas ebrio de opio / el estanque nocturno, // todo el cielo
estrellado".
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De EL PAÍS, 09/09/2006
Imagen: Georg Trakl (Salzburgo, 1887-Cracovia, 1914), en
1912.
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