CARLOS REYNA
Según la
escritora Adriana Malvido, cuando Nahui Olin murió —el
23 de enero de 1978— lo hizo rodeada de los tres perros y los ocho gatos
que le hacían compañía en su mansión familiar ubicada en el barrio de Tacubaya
en la Ciudad de México, actualmente convertida en un edificio de departamentos.
Una vez musa, pintora, poeta e iniciadora —tal vez— de la liberación
sexual, Olin murió en el olvido, sin esquelas, grandes ceremonias o anuncios en
los periódicos. El restaurador de arte Tomás Zurián y el
escritor Carlos Monsiváis, intrigados por esta misteriosa mujer
decidieron rescatar los famosos ojos verdes de Nahui —pintados por Diego Rivera
y fotografiados por Edward Weston— de ser borrados de la historia del siglo XX
mexicano. Gracias a ellos, su obra comenzó a ser catalogada, pero hasta 1992.
Su
verdadero nombre era Carmen Mondragón y perteneció a una de las familias más
conservadoras de principios del siglo pasado. Su padre fue el general Manuel
Mondragón, considerado como un traidor, pues se alió con Victoriano Huerta para
derrocar desde el interior del ejército al gobierno de Francisco I. Madero. Por
esa razón fue expulsado del país en 1913. Se exilió en Europa acompañado de
toda su familia, excepto de Carmen. Ella, recién casada con el pintor Manuel
Rodríguez Lozano, llegó a París un año más tarde.
Se cree que
durante esos años que vivió entre Francia y España —entre 1914 y 1921— conoció
a personajes como Picasso, Braque y Matisse, que la provocaron a iniciarse en
el mundo del arte. Durante estos años se interesó por el feminismo, que
influyó en parte de su obra, mientras su relación con Rodríguez Lozano se
derrumbaba a pedazos. Carmen tuvo un hijo con él y entre los mitos que
rodean a la pareja, algunos creen que Nahui Olin asfixió a su hijo tras
enterarse que su esposo era homosexual. Otros piensan que el bebé murió
súbitamente mientras dormía. Lo que cuentan sus amigos es que esta muerte acabó
por alejarlos aún más.
Ella
regresó a México hasta 1921, con el pelo corto cómo se usaba en París y
con la boca pintada en forma de corazón; llegó también separada
sentimentalmente de Manuel Rodríguez Lozano, de quien jamás se pudo divorciarse
legalmente.
Durante esa
década conoció al fotógrafo Edward Weston para quien modeló, a Diego
Rivera, quien la pintó, y a otros personajes como Tina Modotti, Frida
Kahlo, Antonieta Rivas Mercado y Lupe Marín.
Pero fue
con Gerardo Murillo, Dr. Atl, con quien forjó una relación
más duradera y un intenso romance. Fue quizás la persona más importante para
Carmen durante esos años. Fue él quien la bautizó como Nahui Olin —que en
náhuatl significa el quinto sol—. El pintor escribió algunos pasajes sobre esta
relación en su autobiografía titulada Gentes profanas en el
convento, publicada en 1950. Además, Gerardo Murillo la apoyo
económicamente hasta el final de su vida.
La cruda
verdad es que Carmen Mondragón—que nació el 8 de junio de 1894— dejó de ser
Nahui Olin en sus últimos años de vida. Durante los años 70, quedó atrás el
esplendor y vivió completamente en la ruina. Caminaba por las calles del Centro
Histórico de la ciudad, a veces sin bañarse y hablando sola. De la luz que
Nahui Olin irradiaba bailando al ritmo del Charleston ya no quedaba nada. El
“sol de movimiento” se había apagado, pero su leyenda aún sigue viva, como la
luz de una supernova.
El año
pasado se anunció que una película sobre su vida, dirigida por Gerardo Tort, se
estaba filmando. Tessa Ia, Irene Azuela y Delia Casanova interpretarán a Nahui
en diferentes etapas de su vida. Aún no hay fecha para su estreno.
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De GATOPARDO
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