MAURIZIO BAGATIN
En este
espacio de tierra se habla furlán, no
la marilenghe amada por Ascoli y
Pasolini y hoy sin la firmeza de un tiempo, ayer hablando tal vez un latín
“entremezclado” por el pasaje celta y longobardo, di cà da l'aga o dividido por el Liquentia navegable… allá adonde Aquileia fue romana y Concordia
su fábrica… en esta parte del
Friuli reportamos tres “idiomas”, el hablado por los campesinos, que coincide
aproximadamente con los dialectos de transición venecianos-friulanos, que
todavía se usan en el oeste de Friuli, el dialecto hablado por la alta
burguesía, muy cercano al dialecto veneciano, y el dialecto de las clases
medias, hablado principalmente por los artesanos, esa variante también
influenciada por los venecianos. Y fue precisamente esta clase, económicamente
más dinámica, la que surgió sobre las demás e impuso su propio lenguaje.
Tal vez la
lengua que hablaba el Menocchio,
heréticos de esta tierra, un molinero de Montereale Valcellina, pueblo pedemontano de los Alpes friulanos,
pueblo ya nombrado por Plinio en su Naturalis
Historia, como la intrazable ciudad de Caelina,
de la Regio X Venetia et Histria, probable
camino a Oriente, como también posible paso futuro de los turcos en Friuli… él
molía los granos del futuro pan, grano turco o trigo, con agua del Cellina, río
que nace Ciline para volverse Meduna (el Miduna de mi pueblo, Cecchini…) y
terminar Livenza, Livensa en todo el Véneto, antes de calarse en el Adriático e
inundar Venecia.
“Su nombre era Domenico Scandella, y le
llamaban Menocchio (1532 ca.-1599)”, así Carlo Ginzburg, el historiador hijo de
Leone Ginzburg, fundador junto a Giulio Einaudi de la inmensa editorial Einaudi y de Natalia Levi (Ginzburg), autora del
imprescindible Léxico familiar,
inicia su experimento de escritura de la Historia, la microhistoria que hubiera fascinado a Gramsci y a Ernesto De
Martino, poesía para Rocco Scotellaro, fragmentos
de una cultura campesina perseguida, borrada y olvidada. O como escribe Ginzburg entrelazamiento de la cultura oral y la
escrita, y el desafío a la autoridad política y religiosa.
Y también
el idioma de Spaccafumo, el panadero
de Cordovado, un poco Robin Hood y un poco Don Quijote, un personaje de esta
pequeña y pintoresca tierra entre Teglio y Venchieredo, quien, después de haber
estado en guerra abierta con las autoridades circundantes, por las prodigiosas
carreras que hacían al perseguirlo, había conquistado la gloria de tal apodo...
siempre en fuga y luego siempre de retorno: ”A
veces, después de semanas y semanas de no haber oído hablar de él, apareció con
calma en la misa parroquial en Cordovado… ” y “... Después de la misa, se
juntaba con los otros amigos en la plaza, y a la hora del almuerzo salía con la
cara descarada en la casa de Provedoni, que era la última de la ciudad hacia
Teglio”.
Un molinero
y panadero, harina y agua para un
buen pan, harina y agua, frutos de la tierra, ni blasfemias, ni herejías, una
de cal y una de arena en una tierra de pasaje,
porque hoy y siempre el acceso al pasado
siempre está mediado y, por lo tanto, siempre es parcial.
Para
profundizar les aconsejo la lectura de El
queso y los gusanos de Carlo Ginzburg y Las
confesiones de un italiano de Ippolito Nievo.
29 febrero 2020
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