PABLO CINGOLANI
Nunca olvido, nada olvido. Nunca y menos a ti.
Claudio Ferrufino-Coqueugniot: Recordando a Rodolfo
Extraño
pijchear tu coca y tu paz, fumar con vos y tu serenidad pastoral y
revolucionaria, y ese dialogar para tramar, ese dialogar para parir (poder
popular), ese dialogar para fogonear la huella y que la llama luminosa de los
pueblos no se apague nunca. Fuiste el mejor de todos, Juan Carlos, el mejor de
los compañeros, el más virtuoso
De vos,
Yul, echo de menos tu caballerosidad –que te nacía del cuore y tu fragua-,
extraño ese tu ser honorable, eso que Conrad iluminó como el alma del guerrero,
The warrior’ s soul –Conrad fue un polaco que escribía en inglés para que
supieran de su patriotismo y del amor que lo laceraba
Extraño,
Yul, esa guerra que diseñamos, la misma guerra donde estaba embarcado desde su
isla de quietud febril el Juan Carlos porque la guerra es siempre la misma y
hay solo una guerra que se anhela que es la guerra justa, y que no fue, que no
pudimos librar pero que nos alentó, nos inspiró, la batallamos en nuestros
corazones
Te añoro,
Freddy, y siento la misma energía que sentí cuando acudí hasta Guaqui, hasta tu
cuna, a verte danzar con el Poli y con el Ramiro, toda la banda brava de los
Machaca, ese altiplano fértil que bordea al lago, tan sagrado como ese Tata
Santiago, el Tata Rayo, que me ofreciste y ofrendamos juntos en el patio de una
casa de adobes, la casa de un pueblo añejo, una casa humilde de pueblo, colmada
de fe, fe y alegría, tu casa
¡Ay de vos
Pájaro! Fuiste de tantas maneras un espejo donde podía mirarme que ni siquiera
puedo sentirte partido, ido, refugiado entre las nubes de ese cielo que siempre
fue nuestro compañero inclaudicable, por fiel y leal y porque sabíamos que él
siempre podía amparar nuestros sueños
Ahora nomás
te sueño, pero te sueño siempre fecundo, siempre idealista, siempre dirección
nacional clandestina
Nosotros,
algunos de todos nosotros, nacimos para eso, para ser la Dirección Nacional
Clandestina de los Sueños, de los sueños colectivos, de los sueños que supimos
soñar y compartir, de los sueños por los cuales luchamos, los sueños que
bailamos, como los bailaba el Freddy, de los sueños que coqueamos con el Juan
Carlos, de los sueños que espejeé en la formación militar de Yul
Escribo
todo esto porque hoy me enteré de la muerte de Jeremy, de tu muerte, Jeremy
Me cuentan
que la plaga te arrasó en una semana, te hachó sin remedio, yendo o viniendo
desde Colorado hacia Nueva York o viceversa. Vos que un día me
escribiste: "We are always in wars that are not ours and often do not
interest us, but the taste of triumph makes us see in the dark". Saudades de Conrad, de Kurtz en
Camboya: yo, borracho, en medio de una guerra injusta, te mandaba videos de los
Cowboy Junkies y de Neil Young, para que terminaras de comprender, en tu
proceso de fascinación con lo que carajo somos nosotros, que la guerra no es
ajena y siempre tiene sentido y nos interesa si es justa, si es noble, si es
virtuosa. Decía el Mío Cid, querido Jeremy: hay que buen vasallo fuera/si buen
señor tuviera
La
revolución es un sueño eterno, escribió uno de los nuestros, el Andrés Rivera,
sobre la vida de otro que, en 1811, en las mismas pampas de Guaqui donde
bailamos con fervor con el Freddy, fue obligado a enterrar su sueño de libertad
radical y ampliada y masticar su derrota hasta su muerte –paradojas: el mejor
orador de la revolución murió de un cáncer en la garganta. Se llamaba Manuel
Castelli
Decía
Silvio Rodríguez, cuando lo cantábamos: Vivo en un país libre/ Cual solamente
puedo ser libre/
En esta
tierra, en este instante…
Decía Ezra
Pound en su Guía de la Kultura: ese país sólo existe en el corazón
de los hombres
Decía
Manuel Puig en El Beso de la mujer araña: Fue un sueño breve, pero
fue un sueño feliz
Decía un
poeta llamado Luis Alberto Spinetta: la lluvia borra la maldad/ y lava todas
las heridas de tu alma…
Esperando
esa lluvia, quedándote o yéndote, decía el Mío Cid, insisto: hay que buen
vasallo fuera/ si buen señor tuviera
Nuestro
señor siempre fue el destino
Ese destino
áspero, duro, frío pero que nos concede ver en la oscuridad. Más acá o más allá
de la muerte, querido Jeremy.
Laderas de
Aruntaya, 7 de junio de 2021
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