ELIANA SUÁREZ
Y sí, el cristal
se ha roto. Una imperceptible grieta deja discurrir la arena como las horas
vanas se han ido en insensateces jamás reconocidas.
La arena discurre
y se escurre en cada acción que apuramos tras la ilusión de que algo hacemos
con nuestras vidas. Arena huidiza entre los entretelones de un escenario
grotesco. Reímos llorando por dentro y las máscaras se han pegado a los huesos.
No importa. La arena,
grano a grano, nos recuerda la impotencia de nuestro andar. Paso adelante,
grano perdido; paso hacia atrás grano esfumado.
No es juego. El
viento quiebra el cristal y el cristal vomita a la arena. La arena cae y el mar
la arrastra hacia el hueco negro de la no existencia. Aquello vaguedad impuesta
por ojos cerrados y mentas vacías.
Grano perdido,
grano añorado. No hay modo de recogerlo si en el vacío pululan garras
invisibles y tras la piel solo habita un enorme hueco.
Crono devora a
sus hijos pero, esta vez, no los devolverá. Dentro de su estómago se desharán
en millonésimas partes de nada. Nada alimentada por sombras y negada a la luz.
Somos lo que
hemos querido ser. Ahora el cristal se abre en gruesas grietas y borbotones de
blanca arena se pierden en el infinito.
Un reloj sin
agujas y hecho de llaves rezuma el aliento. Doce llaves ancladas en la madera
detienen los afanes incestuosos entre fuga y placer. Cada hora una llave y cada
llave esconde un misterio.
Ciegos, vistiendo
anteojeras de caballos desbocados, extendemos las manos para asir inútilmente
llaves y arena. No hay modo de sostener unas y atrapar las otras.
No hay cábala ni
hechizo ni negación que valga. Crono ríe a carcajadas. Nos ha engullido y
asimilado en minúsculas células danzando en su roja savia.
Ahora el reloj de arena se ha roto. Ahora, las
inexistentes agujas giran en sentido contrario y las llaves se han transformado
en piedra. Quien las toque, las destruirá.
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Imagen: Philippe
de Champaigne, 1671
fratello, ricorda che devi morire...
ReplyDeletenon molto allegro eh?
ciao