ELIANA SUÁREZ
“…el arte
nunca evitará la muerte de un niño,
pero puede
salvar a la humanidad entera.”
Ernesto Sábato
Juanito Laguna es
el niño comodín de las escuelas argentinas cuando se quiere hablar de la defensa
de los derechos del niño. En lo personal, de toda la serie, elijo dos. En el “Juanito
dormido” (Berni, 1974) vemos a un chico adormilado. La cabeza descansa
sobre el brazo derecho que se apoya en
una caja de la cipoleña exportadora de frutas Kleppe. La basura hace las
veces de colchón y muralla. Su perro, escudero fiel, lo acompaña. Ambos sueñan
con lo que no tienen: comida fresca.
En “Juanito Laguna remontando un barrilete”
(Berni, 1973), una nube se cuela entre la mugre de un barrio pobre para que
este pequeño héroe pueda desafiarla mientras juega. Los juegos infantiles son
eternos, inmensos, inalcanzables para quienes vamos envejeciendo. Sueños y
basura, nube y pobreza. “Si Juanito Laguna / llega a la nube, / es el viento
que viene, / lo ama y lo sube.” Los versos de Lima Quintana y Cosentino
sintetizan el “ser niñez” en tiempos áridos, de vidas cegadas.
Los dos cuadros
estallan en color. La infancia debiera ser eso. Color y aventura, desafío de lo
imposible. “Si Juanito Laguna/ sube y se queda, / es tal vez porque puede. /
Puede que pueda.[1]”
Les hemos roto la paleta, no hay contrastes. Sólo el gris fantasmal de la
niebla y una danza macabra que se aleja de las rondas infantiles. El lobo ahí
está.
Entonces,
nuevamente un niño exhorta al agrio corazón del mundo adulto. Lo vemos en
directo. Llora desconsolado. Llora solo y camina hacia la nada que es el
presente en este bello mundo convertido en cloaca. “En su barro tierno, de
dolor eterno, / medroso presiente/ que en aquel invierno vendrá la creciente /
dejando sin rancho, desnuda a la gente /
sembrando en las islas, la devastación[2].”
Hace un tiempo, otro pequeño, dormido por la sal del mar, tendido sobre la
arena y arropado por las olas, nos recordó aquello de lo que la mezquindad
humana es capaz.
Un par de años
antes, un padre palestino acunaba en las redes a su bebé muerto, sucio de
escombros, expresión dulce de inocente muerte. Este rosario de cuentas de
carbón ya nos había mostrado en los pequeños africanos, expuestos en
documentales y en fotos con aves de rapiña y moscas acechándolos, el precio de un plato diario de
comida … Pero es posible que nunca se nos hayan oprimido corazón y estómago
como cuando vimos aquellos ojos opacos
tras los cercos de un campo de exterminio o a la niñita desnuda quien
atravesada por un grito mudo, corría para no dejar su piel en el asfalto.
Los niños no son
los privilegiados del hoy ni del mañana. Nadie es nada en este mundo por el
solo hecho de que así lo hemos querido.
Tirando hacia el sur, occidente abraza la triste ilusión de magnificar
la vida de la gente en festejos y fotos como si eso fuera garantía de algo.
Cuanto más amor, más exposición y más objetos, amuletos de la envidia, sello de categoría conforme las reglas del
mercado. Las niñas crecen en vanidad; los niños, en la ley del más fuerte.
Ambos, en la del gallinero. Sin duda habrá otras guerras en el futuro. Es más
fácil eso que enseñarles a amar. Y ese mercado se vale, en los países
tercermundistas, del trabajo infantil. Lo que se tira en los contenedores es,
en definitiva, el dolor de la infancia.
Llueve en Ucrania
o en Yemen o en Polonia o en la Patagonia ancestral. Tiernos cuerpos pequeños,
atrapados por ideologías absurdas, tiemblan. Siempre sienten frío. El frío del
miedo y de la ilusión robada. El de la familia perdida y el de la indiferencia.
Arrastra tu llanto, pequeño, en tu bolsa de
plástico. Arrastra tus piececitos y tus sueños. Lávanos el alma con cada
lágrima porque no seremos capaces de verte mañana. Llora, dulce niñito, la
ignominia y el egoísmo. Crea un mar donde se ahoguen la maldad y la oscuridad,
escudo de hojalata de quien se cree un dios: triste espanto de ciénaga. “Caracol..
caracol.. / tan chiquito y tenaz, / con la cuna a cuestas / arrorró sin sol.[3]”
[1] Lima Quintana, H. y Cosentino,
I. (1969). Juanito Laguna remonta su barrilete. Cancionero de Juanito
Laguna. Poligram discos.
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