Friday, January 27, 2023

Carta de Susan Sontag a Jorge Luis Borges en el décimo aniversario de su muerte


  12 de junio de 1996

Querido Borges:

Dado que siempre colocaron a su literatura bajo el signo de la eternidad, no parece demasiado extraño dirigirle una carta. Si alguna vez un contemporáneo parecía destinado a la inmortalidad literaria, ese era usted. Usted era en gran medida el producto de su tiempo, de su cultura y, sin embargo, sabía cómo trascender su tiempo, su cultura, de un modo que resulta bastante mágico. Esto tenía algo que ver con la apertura y la generosidad de su atención. Era el menos egocéntrico, el más transparente de los escritores... así como el más artístico. También tenía algo que ver con una pureza natural de espíritu. Aunque vivió entre nosotros durante un tiempo bastante prolongado, perfeccionó las prácticas de fastidio e indiferencia que también lo convirtieron en un experto viajero mental hacia otras eras. Tenía un sentido del tiempo diferente al de los demás. Las ideas comunes de pasado, presente y futuro parecían banales bajo su mirada. A usted le gustaba decir que cada momento del tiempo contiene el pasado y el futuro, citando (según recuerdo) al poeta Browning, que escribió algo así como «el presente es el instante en el cual el futuro se derrumba en el pasado». Eso, por supuesto, formaba parte de su modestia: su gusto por encontrar sus ideas en las ideas de otros escritores.

Esa modestia era parte de la seguridad de su presencia. Usted era un descubridor de nuevas alegrías. Un pesimismo tan profundo, tan sereno como el suyo no necesitaba ser indignante. Más bien, tenía que ser inventivo... y usted era, por sobre todo, inventivo. La serenidad y la trascendencia del ser que usted encontró son, para mí, ejemplares. Usted demostró de qué manera no es necesario ser infeliz, aunque uno pueda ser completamente perspicaz y esclarecido sobre lo terrible que es todo. En alguna parte usted dijo que un escritor debe pensar que cualquier cosa que le suceda es un recurso. (Estaba hablando de su ceguera.)

Usted fue un gran recurso para otros escritores. En 1982 –es decir, cuatro años antes de morir (Borges, son diez años)– dije en una entrevista: «Hoy no existe ningún otro escritor viviente que importe más a otros escritores que Borges. Muchos dirían que es el más grande escritor viviente... Muy pocos escritores de hoy no aprendieron de él o lo imitaron». Eso sigue siendo así. Todavía seguimos aprendiendo de usted. Todavía lo seguimos imitando. Usted le ofreció a la gente nuevas maneras de imaginar, al mismo tiempo que proclamaba, una y otra vez, nuestra deuda con el pasado, por sobre todo con la literatura. Usted dijo que le debemos a la literatura prácticamente todo lo que somos y lo que fuimos. Si los libros desaparecen, desaparecerá la historia y también los seres humanos. Estoy segura de que tiene razón. Los libros no son sólo la suma arbitraria de nuestros sueños y de nuestra memoria. También nos dan el modelo de la autotrascendencia. Algunos piensan que la lectura es sólo una manera de escapar: un escape del mundo diario «real» a uno imaginario, el mundo de los libros. Los libros son mucho más.

Lamento tener que decirle que la suerte del libro nunca estuvo en igual decadencia. Son cada vez más los que se zambullen en el gran proyecto contemporáneo de destruir las condiciones que hacen la lectura posible, de repudiar el libro y sus efectos. Ya no está uno tirado en la cama o sentado en un rincón tranquilo de una biblioteca, dando vuelta lentamente las páginas bajo la luz de una lámpara. Pronto, nos dicen, llamaremos «notebook» cualquier «texto» a pedido, y se podrá cambiar su apariencia, formular preguntas, «interactuar» con ese texto. Cuando los libros se conviertan en «textos» con los que «interactuaremos» según los criterios de utilidad, la palabra escrita se habrá convertido simplemente en otro aspecto de nuestra realidad televisiva regida por la publicidad. Este es el glorioso futuro que se está creando –y que nos prometen– como algo más «democrático». Por supuesto, usted y yo sabemos, eso no significa nada menos que la muerte de la introspección... y del libro.

Por esos tiempos no habrá necesidad de una gran conflagración. Los bárbaros no tienen que quemar los libros. El tigre está en la biblioteca. Querido Borges, por favor entienda que no me da placer quejarme. Pero, ¿a quién podrían estar mejor dirigidas estas quejas sobre el destino de los libros –de la lectura en sí– que a usted? (Borges, son diez años.) Todo lo que quiero decir es que lo extrañamos. Yo lo extraño. Usted sigue marcando una diferencia. Estamos entrando en una era extraña, el siglo XXI. Pondrá a prueba el alma de maneras inéditas. Pero, le prometo, algunos de nosotros no vamos a abandonar la Gran Biblioteca. Y usted seguirá siendo nuestro modelo y nuestro héroe.

Susan Sontag

 

Friday, January 13, 2023

Querido Harry


NATHALIE SIGRITZ DORÉ 


Soy Nathalie, la doctor capaz de quedarse encerrada en el toilet incluso sin key. Me gustaría que enviaras a tu grandmother desde los cielos mis mejores wishes, pero mejor dejémosla en peace, mi querida star; si ve el lío que estás montando, se llevará las hands a la head.

Ahora, zorro pelirrojo, ¿quieres calmarte? ¿El book? ¿Con indiscreciones picantes? ¿Con tu story y la de tu brother agarrándote del hair? Mira lo que le has hecho, prince, todo calvo como mi Tree de Navidad el día de Reyes.

Aparte de que ahora todo el mundo write... lo que sea... pero ¿no podrías haber escrito, digamos... una history about dos animals monos? ¿Un manual sobre cómo llevar un dress de night? ¿Una guía sobre cómo morder una cake de caviar? No, tienes que hablarnos de tu family, de cómo os peleabais de childs, tirándoos el escudo familiar al grito de "¡Ñi ñi ñi"!, de tu relación con tu father, que siempre prefirió a tu brother...

Venga, tesorito sin ataúd, déjame tell you algo: pasa en todas las homes, en todas las families, but no por tener una real hay que joderlo todo. Aquí todos los días estamos los demás con el knife entre los dientes: la cuñada que es más kind que un pedo en el ascensor, la suegra que nunca está happy, la sister que por la pensión de la abuela te pondría con el respaldo de la silla a la espalda... en fin, mi chocolate, que no eres only you. Keep calm. Y luego deja de defender a Mrs. Hollywood, que se puede defender sola. Y la tratan bad... y le dijeron esto... y le dijeron lo other, pero si ella quisiera hasta te mandaría de vuelta con una patada en el ass sin pasar por la calle.

Así que, mi little rebelde en un mundo de manzanilla, te estás alterando por nada. Tú, como el resto de nosotros, are a little bit en la mierda, pero no todos vamos a escribir a book ahora.

En fin. A estas alturas este libro ya ha salido a la venta y con gran éxito, pero piensa en la history de unos animalitos esponjosos.

Hazlo por ti.

Hazlo por mí.

Hazlo sobre todo por el alma buena de tu grandmother, que te look desde ahí arriba y think: "¡Ya está, has hecho otra cagada!"

With Love.

Nathalie. 

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Imagen: Paul Klee

El calendario


MAURIZIO BAGATIN

 

Inicia con Jano bifronte, no sabemos si historiador o profeta, y nos quedamos con la ambigüedad en su mirada. ¿Una sonrisa o un guiño? Vendrán luego las máscaras del carnaval, fantasía y esperanza. ¿Las dos caras de la misma moneda? Febrero tal vez lo dirá.

 

Son vidas que veo y que son manchas de leopardos, infancias marcadas y el gen que no ahorra a nadie. El calendario no tiene pausas, deja huellas hasta en el asfalto, firmes sentencias y absoluciones; retrata el clima, cuida la semilla en la tierra, el apacible animal, y la cosecha del fruto.

 

El calendario es héroe y es villano. Conserva la memoria necesaria al poder, el calendario es hegemónico. Los ancianos en una plaza van comprando el almanaque Bristol, detrás de una puerta los campesinos cuelgan el Schiesón Trevisán, el chinampero mira las fases lunares de este año en el Calendario Galván.

 

La tierra da vuelta alrededor del sol. Unos tras otros, vividos, arrastrados, gozados, sufridos, los días borran el calendario. Quedan afuera todos los pequeños detalles que la Historia no escribirá nunca: una hoja aun verde que abandona el árbol, la ausencia del canto del gallo en una triste mañana de invierno, la ventana cerrada desde donde unas sonrisas buscan el sol.

 

Son nombres colgados a una pared, santos cristianos. Lunar y solar, gregoriano. El asombro de Pigafetta en haber circunnavegado la tierra siempre en dirección Oeste, en su marcha giratoria, y haberle arrebatado un día.

 

Son nombres de emperadores y divinidades, nuestro diario vivir dictado por Numa Pompilio y Julio Cesar; un día se hizo al revolucionario, mirando solamente el movimiento del sol. Una nueva orden del tiempo: vendimiario, germinal, brumario y ventor sus meses, muerte a la religión y ciclo a siembras y cosechas del mundo agrícola. Al año tercero murió, Napoleón tenía otros cálculos.

 

Nunca un tiempo biológico que siga el pathos del hombre, las emociones, los cansancios, un reloj de arena que resista al olvido y en su fisura deje entrar una nueva luz.

13 de enero 2023

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De PLUMAS LATINOAMERICANAS, 13/01/2023 

Thursday, January 12, 2023

Necedades


ELIANA SUÁREZ


“Solo lo humano sabe ser verdaderamente ajeno./

El resto son bosques mixtos, trabajo de topos y viento.”

Wislawa Szymborska


Decís, quizá porque te lo han dicho mil veces, que el aire que respiramos es de aquí hasta allí y que cada centímetro cúbico tiene dueño. Pero mirá, esta piel trigueña tiene millones de razones para, cuando la roces, estallar en sensaciones.

Si no hay vela que ilumine el espacio. Si no hay posibilidad alguna de distinguir los colores y si solo vos y yo y un plano sin delimitar existimos ahora como un solo ser, con voces y ritmos de respiración diferentes, habitando un vacío lleno de historias y me contás que solo duele vivir, entonces…

Entonces qué importa si es a la derecha o a la izquierda si nunca el afán será la libertad. Vení, acá y más acá del miedo a quedarte vacío.  Cerca del lugar donde emergen guerras inútiles y armas para la muerte, justo sobre el límite de la estupidez.

Ahí donde, portando luces, cuatro mujeres de largos vestidos de colores diversos se acercan y llenan la oscuridad de nuestras pupilas rotas. Ecos de pasos en la escalera y un manojo de llaves que preanuncia la cercanía del último día en la historia de la humanidad.

No te vayas. Corré como niña que intenta atrapar un ave en vuelo y estirá los brazos arañando el agua caída del cielo. Porque allí, a tu lado, una madre amamanta a su niño con flores de azahar, de cardo y de agapanto. La ceguera te confunde, ¿verdad? Alguien narró una historia: si los atravesás con un puñal, ambos sangrarán aguijones y tu piel se volverá púrpura.

Estado de oscuridad: aún no hay luz ni soles que lo remedien. Mas hay luna al final de un túnel de pinos y, en el tronco de un árbol, una herida supura semillas. 

¿Ves? De nada sirven tus cercos y murallas. Caminás en círculos y tropezás con la misma piedra. Y no entendés de aquel laberinto ni de aquella rayuela ni de un hombre que se volvió insecto. Partiéndote la cara al medio y ahogándote torpemente en silencios turbios, estás perdido y desnudo ante un desierto de palabras.

11/01/2023 

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Imagen: Bohumil Kubista, 1912

Sunday, January 8, 2023

era Berlín (revisited)


PABLO CEREZAL

 

Bowie ha nacido, un año más, y tú has parido el silencio cerrando, ya no recuerdo cuándo, la puerta de este hogar en que se ha desvestido tantas veces nuestro amor, para solaz de los relojes y escándalo de las vecinas. Entre ambos habéis inaugurado una nueva temporada de huecos sin más nombre que el de ese dolor que me aúlla contrariando a los doctores que no saben recetarle farmacias porque le desconocen el nombre. Me entrego a una escucha compulsiva de «Heroes» y el hogar que ya no es naufraga en azul. No sé si lloro por ti, por Bowie, o por aquel día que fuimos héroes en Berlín, hace ya casi dos ciclos de calendario.

¿Recuerdas?

Berlín era un desastre de memorias bolcheviques, melancolías de saldo y carnaval de página en blanco. Berlín era una ciudad que me robabas para mejor mostrármela. Berlín era una partitura inconclusa entre las manos de un mendigo invidente, y sus calles llovían inviernos de esos que ya no se recuerdan. Egon Schiele desnudaba hembras de nieve contra los muros del pasado, tú te hacías hembra en mi tráquea tallándole tu nombre a mis labios, y la ciudad balbuceaba acordes como recién escrita por Döblin.

Tú me llegabas desde un oriente de salitre y verano. Yo te soñaba desde un occidente crudo hecho pedazos.

Los rostros ciudadanos te hurtaban la mirada bajo antifaces de historia repetida, y espolvoreaba tu piel toda una constelación de migas de pan negro de certezas que aún no se han rendido. Tu voz era un vendaval de dicciones certeras que desvestía a los muros de todas sus vergüenzas. Me narrabas, enfervorecida, cómo fue, cómo  durante tanto tiempo, cómo se hizo posible aquella ciudad hecha a destiempo... y yo solo sabía responderte acribillando el muro de la distancia con la avanzadilla torpe de mis falanges ya casi cuerdas con que tañerte las entrañas. Y contra tal muro estos puños ensangrentados cada vez que no amasan la hogaza con que tu vientre se desayuna las mañanas. Porque la ciudad comenzaba a recriminar nuestra ausencia, esta errónea manera de no dejarnos naufragar en ella, esta ráfaga de salvas tristes cantada desde la trinchera. Trinchera de hormigón, oleaje incierto, dudas, pánico y silencio llorado, a lo Blade Runner, contra todas las lluvias del invierno. La duda como una bala silbándome el tímpano y silenciándome el entendimiento mientras tarareo and the shame was on the other side oh we can beat them forever and ever.

Me recostaste contra las paredes de Schöneberg sorprendiendo a las esquinas con besos que venían buscando guarida desde el inicio de los tiempos. El encefalograma plano del turismo espolvoreaba retazos de vida alienígena bajo el alcantarillado y tu voz era una advertencia de incendio reclamando el crepitar de mis manos. Mientras yo recordaba el portal de la vivienda que habitase Bowie tú eras una premonición de milagros desordenándome el cabello. And we kissed as though nothing could fall se adelantó mi memoria. Después me llevaste de paseo mientras sierpes de luz me reptaban las pupilas y tu voz escandalizaba el poema mudo de todos los charcos. Así me paseaste por Berlín, como quien pasea un crucigrama de sorpresa, futuro, aeropuertos, altura, música y mareas. Ignoraste Checkpoint Charlie pero yo no ignoro que allí me atraganté de tus labios reescribiendo los libros de historia y dando inicio a la que rebanaría mi piel para reescribirme la memoria. Porque hablabas y yo caminaba y hasta el silencio susurraba I will be king and you will be queen mientras nos preparábamos para derrocar, con revueltas de arrullo y saliva, la monarquía del tiempo. Después Neukölln en mi febril dactilografía, delicias turcas de Estambul y una fiebre de centígrados videntes empañando tu dicción de colores políglotas. Y habitaciones de hotel en que nuestros cuerpos ejercían reinado de sudor, mordisco y melodía una y otra vez repetida y siempre nueva en cada embestida. Esquirlas de cerveza mendigando fados por las esquinas, aromas de vino mexicano ejercitando gimnasias pasivas y un batallón de letras ansioso por fusilarnos las pupilas. Mi sexo tallando en tu vientre estigmas como altamiras ante los que se habrían de asombrar todos los viandantes de esta capital del ruido que por timidez, costumbre o pasado nunca hace acto de presencia. Tus cabellos galopándome la vida. Una orquídea en mi garganta y tus labios silenciando al servil séquito de nuestro reinado disfuncional. 

Era Berlín y era ya y era futuro y nos besamos just for one day que sería un eterno, ojalá, proyectando contra las paredes de cada habitación vacía cópulas chinescas y regalando a los espejos instantes como fotografías que después surcan los cielos para recordarme qué cosa es la vida.

Bowie le canta a Berlín sin dejar de pasearlo, y Berlín, hoy, como Bowie, es pasearte la voz cual funambulista que, más que el murmullo del público, lo que teme es el silencio.

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De POSTALES DESDE EL HAFA (blog del autor), 08/01/2023

Wednesday, January 4, 2023

Lucian Freud mastica en el sótano con las ratas


DIEGO MEDRANO

 

Estamos en el centenario del pintor Lucian Freud y aquí nadie se entera, las hojas volanderas consultan cada vez menos los calendarios zaragozanos, y lo que eran decesos y natalicios como ritmos y rodajes de las respiraciones culturales, ay, se van perdiendo, igual que el polo a caballo. Lucian Freud frente a su contrafigura, Francis Bacon, podría explicar sin tartamudos todo el siglo XX artístico y parte del XXI. Los agoreros, los profetas, las luminarias, ay, qué risa, aquellos que señalaban hace 50 años cómo la Figuración, en mayúsculas, estaba muerta, hoy no saben dónde meterse. Pobres, pobres, pobres.

Vamos con los tópicos: ¿retratista? Sí, vale. Admitido. ¿Los “dolorosos desnudos humanos”? Ni hablar. ¿Figurativo? Por supuesto, y bien alto, para sordas universales, algunas igualitas a sus “dolorosos desnudos humanos”. Basta ya de todo ese empeño de triturar a los figurativos, para poner en alto la vanguardia, la abstracción, el cubismo, el Tápies de turno. En los años 50 Freud pinta figuración y busca desesperadamente un estilo que viene de Otto Dix y todos los caricaturistas borrachos alemanes, mucho Grosz, mucho Egon Schiele, y mucha carne (sin ningún “dolor” en contra de la tesis de Berger) sino al natural, fresca y en racimo, donde el gancho todavía supura sangre (caso de Bacon) o desparramada en el sofá como una morsa (Freud) espera a cualquier “chubby boy” para la faena.

 

Freud es un lírico, un pintor de ambiente, un pintor a la manera de la Escuela de París, sin el menor conflicto, y esa otra festividad que traen las ruinas, la melancolía lánguida, saudade de interiores silenciosos como un bombón de roca cuyo ruido bajo la piel lo une todo, y cuyo sabor crece desde el primer mordisco. ¿Mórbido? No, al tópico general, el ojo mira en libertad y sin bridas.

El aislamiento hizo al monstruo: ese huir de flashes, entrevistas, micrófonos y demás pérdidas de tiempo, concentrado solo en su trabajo, eremita y ermitaño de su mundo, levantó el mito. Lo que tiene bemoles es que en su lucha contra el abstracto él mismo lo padece, porque su pintura es fragmentaria, su pincelada mínima tiene mucho de puzle y geometría, levantando en la panorámica o vista general todo lo contrario. Mucho más Berlín que Londres, mucho más París que Londres, y mucho más grabado que óleo en el taller primero de todo lo suyo, donde empasta y empieza una yuxtaposición muy loca y lúbrica de colores neutros junto a todos los personajes que pueblan su círculo hasta llegar a la poética radioactiva: “Pinto gente, no por lo que quisieran ser, sino por lo que son”. Ahí todas las gordas como focas en el festín carnívoro donde el ballenato aúlla, goza, gime.

 

Por los corrillos de bares, pintas de cerveza, gente muy cetrina, en los pubs ingleses, le venían a llamar follaviejas, follaburras, follabestias. Ello, sí, contrasta con su rostro apuesto, su delgadez, su belleza extranjera, su pelo revuelto o con flequillo, su gusto exquisito por las camisas, los jerséis lisos o los abrigos cruzados de buen paño. El homenaje que le hizo a Cèzanne llegó a pagarse a 7.4 millones de dólares americanos. Así él fue el primero en ver cómo todo el Impresionismo clásico venía de un vagabundo que andaba por los caminos comiendo hierba, ajeno al frío y con recetas para todo aquel que se acercara destemplado: “Dos cuescos y una bufa te dejan la cama como una estufa”. Mirada de halcón, mirada de felino, diálogo eterno con el pasado, levedad en el vuelo.

Llegan a España las publicaciones sobre Freud a gotas: así lo hizo el catálogo de Sebastian Smee (2009), así lo hicieron los dos tochos en estuche Martin Gayford (2018), así lo hizo el libro que preparó su amigo David Dawson con quinientas obras muy seleccionadas, y así también puede conseguirse el de William Feaver para Tate o el catálogo, auténtico joyón, de museo Thyssen-Bornemisza. Sigue sin traducirse The lives of Lucian Freud (Bloomsbury) de su amigo Feaver, la biografía en tapa dura que el creador merece, enorme y magnética. Estamos en España, antes deberán pasar por la imprenta Conchita Velasco y Paco Martínez Soria, versión revival, y más moralismo de hormigonera, donde la etiqueta roja ya designa a la botella, muy peligrosa, muy desviada, muy compleja. La pintura siempre antes que la obra y todas las ópticas. Un cuadro al año. Muchas manías como ratas alrededor suyo. Una disciplina de albañil: de ocho a una, y de seis de la tarde a medianoche. Siete décadas, siete días a la semana, incluida Navidad. Puro Anson.

 

Todos sus cuadros son fantasmagorías: hay un inicio en el dibujo, en el bosquejo, pero también algo espectral que va dirigiendo aquel en la precisa y difusa dirección de la tortura, principal adelgazante. No es un barroco, en contra de muchos, sino todo un renacentista, un conceptualista de libro. Busca información, trabaja como un periodista pero no como aquellos mariachis que seguían a López Portillo en el Palace con la salmodia repetitiva: “No podemos escribir, nos falta inspiración”; “Ya podemos escribir, tenemos inspiración” (tras un fajo gordo). El último paisajista célebre: desnudo, vida, llama.

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De EL IMPARCIAL, 14/12/2022

Imagen: Retrato de Lucian Freud por Francis Bacon, 1964