VLAD GASSAR 1(VLADIMIR ARANCIBIA)
Un día
soleado de octubre de 1535. Un ejército de miles de hombres arriba a Tupiza
(Jupiza) donde pululan unas 2.000 almas. Es el flamante Adelantado Diego de
Almagro condecorado con un parche negro en el ojo y los cráteres de la viruela
loca; le siguen sus capitanes en potentes corceles y una extraña mancha negra
montada en una yegua blanca.
Al verla,
una viejita vestida con el viejo poncho chicha (acksu), asombrada exclama:
-No puedo
creer, ahora, ¿qué es pues esto?, esto solo puede ser un castigo de los dioses,
afirma, ante la inusual presencia.
Es la
primera vez, los pobladores chichas jamás habían visto una persona de color,
Hay
emoción, expectación, inquietación, excitación, agitación, convulsión,
perturbación, turbación, conmoción, alteración. Les parece un fenómeno, causa
revuelo y furor. Un orgasmo múltiple colectivo.
Es el
centro óptico de las miradas, los niños corren tras ella, sin importarles las
hoscas miradas de los seres metálicos que marchan al redoble de los tambores ni
los ladridos de los perros de presa que portan.
- ¡Es
tchinchebala (murciélago), latchiratchi (pájaro negro, zorzal), Artchi (negra),
Liq’ cau (mujer) !, gritan los niños en lengua Kunza, alborozados al ver
relampaguear sus grandes aretes circulares.
De repente,
la mañana resplandesciente se oscurece, atrás hay ciento cincuenta negros
encepados por el cuello que arrastran sus pies a plan de látigo. Los bozales
estremecen Tupiza. Los niños se han kisado (les ha entrado el miedo). (Tarcaya,
2015, p. 214)
En el mundo
de contrastes, otro negro monta un azafrán con aires de libertador y liberado.
Es Juan Valiente, el capataz de indios, un negro que cabalga a sus anchas por
servicios prestados a los españoles.
Ya no
sorprende la blanca-blancura de los seres bajados de otro mundo, salidos del
mar en unas extrañas naves, con barba y fatigoso ropaje, caballos, mastines y
rayos que salen de sus largos brazos metálicos.
Ahora, más
que los hombres de metal, los mandingos o kunta kintes son el centro de
atención de los que viven en la nación de los Chichas, jamás habían visto
negros por esos lares, solo el milenario barro, ni los barbados castellanos son
una novedad.
La sombra
de generosas caderas le sigue a Almagro por donde va. Es la extranjera que pisa
por primera vez Tupiza (territorio boliviano) y llegará antes que Inés del Alma
Mía, la española a territorio chileno.
Es
Margarita, llamada cariñosamente por el tuerto “la Malgarida”, la africana, un
monumento de morocha de pañoleta roja chillona de motas blancas, Vestida de
modo extravagante, una enagua atravesada sobre la espalda hasta la cabeza a
manera de manto esconde su negro rostro y la hace parecer misteriosa, algo
diabólica.
Deslumbrante
de exótica negrura, cercana a los 50 y un poco salida de rollos, la negra causa
revuelo en Tupiza. No la dejan, los niños siguen corriendo tras ella. Le roba
el espectáculo a Diego, pero él no lo siente, perdido está en sus adentros
pensando en cómo habían cambiado para él las cosas.
De linaje
porcino, de un don nadie, jodón, dicharachero y cachondo a mariscal a
gobernador de un reino sin saber leer ni escribir, dueño de una ínsula de carne
y hueso, en pos de ella va. Tranquilo Sancho que también de envidia se muere.
Quedó atrás
el pasado de niño largado de la mano maternal que lo abandonó cuando más la
necesitaba. Ansiosamente buscada antes de cruzar el charco para despedirse;
cuando por fin la encuentra en una hidalga casa, es despachado con un portazo
en la nariz, con panecillos y algunas monedas.
Luego, 20
años sin encontrar nada en las Antillas y Panamá. ¿A qué viniste Diego?
Perdiste un ojo y tres dedos de la diestra en aquel pueblo de indios al que
arrasaron vuestros hombres que después llamaron Pueblo Quemado. Debéis
explicaros que solo fue un acto de reacción y defensa de los indios de Puerto
de la Cruz cansados de los abusos de una incursión anterior que hicieron. Son
lo peorcito de los que llegaron chapaleando el Charco de Unamuno.
Lo extraño,
fuiste salvado por otro hombre de color. Algunos esclavos, están en el momento
menos pensado para sacar las castañas a sus verdugos.
Pero, para
qué Diego preguntar si estáis dispuesto a perder el otro ojo en la aventura a
Chiri (así llamaban al sur los incas). Hoy, don Diego Montenegro y Gutiérrez es
el Gobernador de Nueva Toledo y va al sur tras Chile donde le dijeron que
fulgurante brilla otro reino dorado.
Quedó atrás
la cebolla cruda, el pan duro, el queso y el caldo desaboridos, no necesita ya
a nadie, se arropa solo en la negra y va entre sus pliegues oscuros,
perdiéndose.
Fue en
Panamá (1514) donde don Diego conoció la humedad caliente y desbordante de las
caribeñas y del África oscura, excitante y salvaje, fueron años de amor secreto
que despistó a los mismos cronistas, a los más sagaces que llegaron a confundir
a la Margarité con la india panameña Ana Martínez, diluyéndola con otras
morenas tropicanas, esclavas de los conquistadores, donde las más oscuras
llevan la peor parte, maltrato y desenfrenado abuso sexual.
- Fui
capturada todavía niña y metida a un barco por unos portugueses, en alguna
costa africana, ahí pese a mis lágrimas y ruegos, fui forzada, ni contar lo que
me hicieron. Total, los de mi color solo somos objetos, cosas, según la ley.
Nací allá por los 1488 en algún lugar del África. Embarazada me arrastraron al
Nuevo Mundo donde fui subastada por negreros en la isla de Haití.
En Castilla
de Oro, los amos portugueses otra vez a punto de disparar el martillazo final
del viernes negro. -Un momento, parad, pago por ella lo que pidáis, la quiero
para mi servicio
Pero,
Diego, vale acaso tanto la negra, ya está un tanto gastadita y percudida, no
pasa de una vieja yegua. Dejó de valer los 12.000 maravedíes que pagó un
sevillano cuando compró a la negra preñada de 25 años o los 12 ducados que
costó traerla cuando bordeaba los 38.
Descansa
tranquilo el mariscal bajo la sombra del añejo Churqui tupiceño, mientras ordenó
que las indias tejan prendas para sus hombres, las necesitará para el cruce de
la cordillera.
- Hay que
ckoitur, sino ellos nos van a ckoitur (tejer), dicen las más viejas. En el
ckaitu, la lanas de ovejas y llamas son hiladas en el huso, phusca o ruecas de
las mujeres chichas (Tarcaya, 2015)
Por
seguridad, nadie puede acercarse al mariscal sino a metros a la redonda. Ella
entra y sale de la carpa del mariscal como Pedro por su casa. Ella le abanica y
le presta consuelo.
Cuando del
campamento sale, la están esperando siempre: los niños, revolotean como bandada
de mariposas a su alrededor, los hombres y mujeres le piden que les mire la
suerte y el destino, ella riendo, no se hace rogar.
La primera
mujer extranjera que llegó a Charcas, a Tupiza no fue europea. No fue española
la que llegó primero a estos lares (ahora territorios boliviano y chileno). No
fue Inés de Suárez, de Plasencia, la primera mujer que entró a Chile con los
conquistadores, sino la africana. Inés del Alma Mía, aparece recién en 1540.
Pero,
además, Margarita no fue la única; con ella vinieron un centenar de mujeres
yanaconas del Birú, las cuzqueñas, que llegaron con Paullu, las kollas, indias
aymaras, y hasta mujeres yamparas enviadas por los caciques del Kollasuyo, de
Charcas y hasta las enviadas por el propio cacique yampara Francisco Aymoro que
acompañaron a los conquistadores, como cocineras y sirvientas que realizaban
los trabajos más humildes de lavar la ropa, cocinar el puchero y por las
noches, calentar a sus amos y los menesteres más apremiantes.
Esta
morocha de dientes de marfil destellantes vale más que el oro que buscáis
Diego, es la compañera de tu vida y la madre de tu bien amado hijo: Diego el
Mozo, la que te arropó en el Darién, Cajamarca, Cusco, Pari, Tupiza, la que te
entregó el alma, sin pedir nada a cambio, descongeló tu nieve en tu carpa, la
que te atiende, sirve, cuida, cura y alimenta con sus racimos de uva negra. A
la que fue tras de ti media américa, a la contagiaste de sífilis que y todavía
te sigue fielmente como perra en celo. ¡Esa negra, Diego, vale más que el
metal!
El
subconsciente traiciona, a veces de mala manera, la Malgarida, como la llamas,
en realidad es la “mal querida”, reconoces tu ninguneo. Su color no puede
eclipsar tus ansias de remontar la escarpada cumbre de la movilidad social por
eso está en el lugar que está. ¡No, pues!, ¿dónde se ha visto, un adelantado de
su serenísima majestad, un mariscal, un gobernador andando del brazo con una
negra?
No supiste
mostrarla con ropa fina, alguna camisa blanca, un rebozo, un faldellín de
llamativo color, medias de seda blanca, acicatearla con algún rascamoño de oro
con perlas o lucirla en las fiestas con un rosario de oro en la garganta.
La tenías
ahí oculta, guardada, mimetizada con bajo perfil, para que no levante
sospechas. Y como la amabas, no podías prescindir de ella, y para tapar las
cosas, te inventaste el cargo de custodia o guarda de Dieguito.
Cuando
Almagro llega a Tupiza, se topa con un problema de logística, los chichas no
tenían suficiente maíz para alimentar semejante ejército, menos para
aprovisionarse para seguir la travesía a Chile, por eso, tienen que esperar la
próxima cosecha, espera echado debajo el Churquí, por lo menos 6 meses.
(Entrevista a Freddy Tarcaya, 2022)
Miles de
escupitajos y bolas de hojas de coca masticadas tiradas en el suelo (Ckuta,
dicen los Chichas) cerca al Churqui; es lo único queda del paso de Almagro y
las huestes incas por Tupiza. ¡Ah¡ si solo hablará el árbol del Churqui.
Más allá en
el cielo del paso de la Cordillera de los Andes, cientos de Chiwintos (buitres
o karkanchos) (Tarcaya, 2015, p. 214) andan dando vueltas, como presagiando lo
que le espera a la expedición.
1 Seudónimo
de Vladimir Gastón Arancibia Camacho
Referencias
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Santa Cruz,
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Cruz Castillo.Colección Ensayo. Libros en Red.
Tarcaya,
Gallardo, Freddy (2015). Kunza el idioma de la Nación Chichas. Primera
Edición. Cochabamba. Talleres Gráficos Kipus.
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De ABC DE LA NACIÓN CHICHAS
Imagen: Fray Pedro de Subercaseaux/Expedición de Almagro a Chile
En este ensayo, se denota que en un mundo de contrastes “un negro en la nieve es un blanco perfecto” (Juan Valiente que omite su pertenencia y reconocimiento en una sociedad que oprime y discrimina a su propia sangre), y lustra que desde inicio la identidad afrodescendiente es ligada a la esclavitud por ser morfológicamente aptos para otro escenario geográfico denotarlo como un hecho histórico que pretende mostrar a una errada Isabel Allende y muestra a un Chile por el que transitaron hordas de esclavos de diferente futilidad, queda mucho para reflejar la diversidad y complejidad de las experiencias de los esclavos a lo largo de la historia. Por último, comentaré la situación del archivo y biblioteca nacional de Bolivia, que alberga una valiosa colección de documentos históricos y culturales, pero que se encuentra en un estado de abandono y deterioro, sin lograr adaptarse a la era informática. Este caso evidencia la falta de valoración y preservación del patrimonio cultural, así como la necesidad de impulsar su difusión y estudio.
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