La entrevista está pactada llamando “al número del estudio” de Marisa Monte. Muy pronto saldrá a la venta en la Argentina Verdade uma ilusao, el DVD que acaba de editarse en Brasil, que registra el concierto que la cantante y compositora dio el año pasado en el Great Hall de Río de Janeiro, el mismo que mostró el año pasado por estas tierras. Esa es, entonces, la excusa para hablar con una de las artistas más originales del Brasil, autora de canciones contundentes en su belleza. El primero que atiende es un contestador muy hogareño, con la voz de una niña: “¡Deje su mensaje!”. ¿Es que Marisa Monte tiene ese estudio en la casa? “Bueno, hoy todo el mundo dice ‘tengo mi estudio’, y lo que tenés es una computadora y un lugar para tocar”, advierte ella. “Con la tecnología todo se ha simplificado mucho. La mayoría de los músicos tienen un equipamiento muy simple, con el que pueden grabar con calidad muy buena. En ese sentido, el avance tecnológico fue muy bueno para nosotros: democratizó los medios de producción”, describe.
Algo del orden de esa simpleza buena transmite la carioca, tanto en la charla como en sus canciones, hechas de melodías pegadizas, estribillos contundentes y letras que van un poco más allá de lo obvio. Marisa Monte es un ejemplo de eso envidiable que ocurre en el Brasil –además de su condición de sede mundialista–: sus canciones suenan en las telenovelas más vistas y, al mismo tiempo, son tan elaboradas como profundas en su contenido. Ahora, por ejemplo, Monte ha decidido apuntar al tema de la verdad: su último disco de estudio, de un par de años atrás, se llamó O que vôcé quer saber de verdade, y ahora ha tomado el nombre de una de las canciones de ese disco, “Verdade uma ilusao”, para llamar al DVD que reúne desde el vivo esas y otras viejas canciones. Un nombre que surge, dice Monte, casi a modo de respuesta.
Más allá de esta edición que próximamente hará aquí Universal, Monte se ha propuesto ya desde el disco anterior aprovechar el costado democratizador de Internet y, por ejemplo, lanzar primero desde allí sus canciones. “Vamos lanzando los videos o las canciones de a uno por día, o cada dos días. Me gusta eso que tienen las redes: han hecho que las distancias entre los músicos y su público sean más cortas. A mí me han ayudado a encontrar un contacto directo con la gente que escucha mis canciones. Y eso es algo que agradezco”, dice.
–Lo suyo parecería ir en contra de la idea misma del disco...
–No es más que oficializar un movimiento que naturalmente ya ocurre, porque cuando uno lanza un disco, o como en este caso un DVD, automáticamente son los mismos fans los que empiezan a subir cosas. Eso es natural, es por otro lado un modo de demostrar interés por tu trabajo, y sería tonto pelearse con eso.
–Pero muchos lo hacen.
–No me parece una estrategia muy inteligente: va contra la realidad. Responde en todo caso a una idea antigua, de cuando la industria estaba en contra de la tecnología. Fue un primer impulso, una primera respuesta, que evidentemente no se ajustó a una realidad que la superó.
–¿Cómo fue gestado este nuevo disco y por qué la decisión de tomar el vivo de este teatro de Río?
–Son muchas mis actuaciones en ese escenario, empecé actuando allí aun antes de mi primer disco en vivo, lo cual también es una cosa bastante atípica. Y esta gira fue muy larga y muy intensa, fuimos a muchas, muchas ciudades de Brasil, también al exterior; recuerdo particularmente el concierto que dimos en la Argentina. Fue un show que tenía un aspecto visual muy fuerte, y queríamos dejar constancia de eso. Era importante el registro, porque tengo un límite físico en las temporadas, no puedo ir a todos los lugares, mucha gente quiere ver, cumple esa función de estar ahí para más gente por más tiempo y está disponible para personas que no pudieron ver a través de otros tiempos. Pudimos registrar también la actuación de Lautaro Greco, ese gran bandoneonista argentino, en la versión de “El pañuelito” (el tango de Juan de Dios Filiberto y Gabino Coria Peñaloza, la misma dupla autoral de “Caminito”), que aquí se adaptó como “Lencinho querido”. Es una versión en portugués de ese tango muy clásico que aquí cantaba Amalia de la Vega. A mí me interesó e investigué mucho esa intersección entre el tango y la música brasileña, encontré muchos ejemplos de los años ’40 y ’50, cuando era muy común que los grandes cantores brasileños interpretaran tango.
–Como “cultura de la canción”, ¿qué cree que tiene que tener un buen tema, qué le interesa a usted cantar?
–¡Canciones y músicas que me gusten, básicamente! Parece una obviedad, pero no sé si lo es tanto. Lo primero que busco en una canción es que me guste a mí. Quiero decir, me tiene que gustar para que pueda servirme como vehículo de comunicación, porque allí está todo, en esa búsqueda de comunicación. Yo busco en las canciones un instrumento melódico, un instrumento también desde la palabra, y en definitiva busco a través del canto encontrar una manera para comunicarme con los otros, la manera que siento más buena para mí.
–En este repaso presenta muchas canciones de amor. ¿Es por alguna razón en especial?
–No, no creo que haya un tema preponderante. Obviamente, el amor aparece, como aparece para la mayoría de los seres humanos, ¿no? No sólo el amor por un compañero o un par, no sólo el amor con deseo, con pasión: también el amor en este mundo contemporáneo, con los seres humanos tan ocupados en tantas cosas que nos distraen, con tanto ruido de por medio. Quiero decir, también hablo de amor de otras maneras colectivas, menos personales.
–El disco anterior se llamaba O que vôcé quer saber de verdade. Y éste toma también una de las canciones de ese trabajo, para nombrarlo afirmando Verdade uma ilusao. ¿Por qué esta fijación con el tema de la verdad?
–Son dos canciones que funcionan como un contrapunto, como si una respondiera a la otra. La primera habla sobre un mundo de información, mejor dicho sobre el exceso de información con el que debemos convivir. Esa necesidad de silencio que aparece en un mundo como éste, el silencio necesario para poder escuchar las necesidades del alma. Y habla también de cómo el ser humano tiene dificultades de encontrar ese sentido realmente importante para cada uno de nosotros, cómo en un mundo contemporáneo, con tanta información, se hace finalmente difícil –cuando no imposible– encontrar la verdad. Y, por otro lado, la otra canción habla de que no existe la verdad de una forma colectiva: la verdad, en todo caso, es un concepto individual, un concepto íntimo de cada uno de nosotros. Entonces, al mismo tiempo que digo esto, hablo de esa necesidad de contemplación que surge en este mundo que engendra tanta información, de ese silencio necesario. Hallo un contrapunto interesante ahí, por eso quise destacarlo desde los títulos de los discos.
–Se toma bastante tiempo, años, entre un disco y otro. ¿Por qué?
–Hago giras muy grandes, muy largas. Ahora, por ejemplo, vengo de dos años de gira. No puedo tirarme de cabeza a grabar un nuevo disco, necesito tomarme un tiempo que para mí es natural, no me parece nada especial. Es un ciclo que funciona para mí, hasta que encuentro que las cosas están prontas. Cuando termino una gira larga, necesito estar en casa, escuchar música, leer, ir al cine, estar con amigos, charlar, andar por ahí... ¡No necesito tocar la guitarra! El tiempo que se viene después de una gira es un tiempo necesariamente calmo, tengo que darme un espacio para la vida más cotidiana, para encontrarme con mis compañeros, para viajar sin trabajo de por medio. Para poder crear después, necesito de ese tiempo. Es un círculo normal de creación, y hay etapas en que necesito tiempos mayores, cuando nacieron mis hijos, por ejemplo, o después de otras cosas que me fueron sucediendo. En fin, el trabajo es una consecuencia de la vida y no al revés... Y por eso mi trabajo está bien ligado al ritmo de las cosas que van aconteciendo en mi vida.
–¿Y en qué momento de ese círculo de creación se encuentra ahora?
–Acabo de terminar esta gran gira, hemos lanzado el DVD, ahora mismo estoy dando entrevistas (risas). Pasará todavía un tiempo para que entonces sí pueda empezar a pensar en un disco nuevo.
–Es inevitable: tengo que preguntarle por el Mundial. ¿Cómo lo está viviendo, de local?
–Este ha sido un Mundial con mucha agitación política de por medio. La larga dictadura que vivimos en Brasil dejó su marca, entre otras cosas en una gran despolitización de muchos años, algo que se va revirtiendo, pero muy de a poco. A los brasileños nos tomó mucho tiempo darnos cuenta de que no basta votar para vivir en democracia, que hace falta comprometernos en los temas públicos, que tenemos que dejar de sentarnos a esperar que alguien, otro, el gobierno o quien sea, resuelva todo por nosotros. Y éste es un año de mucha sensibilidad, es un año político, un año de elecciones. En medio de toda esta agitación política es que llega este Mundial. Lo estoy viviendo con esa tensión.
Fuente y más información: www.pagina12.com.ar/
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