Sunday, April 9, 2017

Vuelta de Auzkue

MIGUEL SÁNCHEZ-OSTIZ

Chispeaba nieve nada más salir de casa. Ha ido arreciando conforme subía a la cruz de Auzkue. Día desapacible, luz lechosa, los caminos un barrizal de las borrascas de los últimos días, mucha hojarasca. Se oía el paso de alguna bandada de grullas, luego nada, los  grajos y con ellos Schubert y el caminante solitario de su  Viaje de invierno, en las voces de Dietrich Fischer-Dieskau y Gerarld Moore, pero eso ahora, a cubierto. Arriba me he acordado de Caspar David Friedrich, de sus personajes vueltos de espaldas de cara a un paisaje a esa línea del horizonte que se nos aleja cuanto más nos acerquemos a ella. No hay quietud que valga. Friedrich me queda lejos, digo, pero lo cierto es que me gustaría tenerlo cerca, ahora que el ruido te aplasta y no eres tú solo el que andas extraviado, perplejo, indignado, intimidado... ¿Qué más? Nada que ver con la quietud del pintor ni con la fortuna de poder pasar un par de horas de una senda a otra. Caminar para espolinar la sesera, para espantar los dichosos murciélagos  Lo dice el poeta, no puedes volver atrás, pero te gustaría, aunque fuera para pegártela en otra trocha, en eso pocos engaños caben.

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De VIVIRDEBUENA GANA (blog del autor), 24/11/2015


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