DANIEL AVERANGA MONTIEL
Antes de
comenzar, una pequeña pregunta, ¿cómo se siente ser un perdedor de tu talla?
No te saludo esta vez, porque no me vas a responder como la anterior ocasión,
lo sé, no por egocéntrico, sino porque ahora estás huyendo, y comprendo que te
estés escurriendo por los intersticios de los aeropuertos, ocultándote de todos
y temiendo que te dañen ese cerebro lleno de “luces” que dices tener: dijiste
que eras licenciado, que pensabas muy estratégicamente, que te equivocabas
adrede para ver cómo reaccionaba la, por entonces, oposición, que tu deseo era
integrar al país con tus pensamientos, que los que estaban en contra de tu
proceso de cambio, le temían a tus neuronas.
Mira cómo
el pueblo boliviano te demostró que no fue una Venezuela para vos ni para tu
jefe, el Evo...
...Pero
antes, quiero contarte una historia. Sé que a vos te gustan las huevaditas
teóricas hechas a las serias, de esas que tipos como Eynar Rosso o Ignacio Vera
de Rada, desde sus putas atalayas de seudointelectualismo, proclaman como un
conocimiento apto para ayudar a los “pobres ignorantes” que no son como
“ellos”; sé que te gusta todo eso y, esta vez, lo lamento, no será tanto así,
te contaré una historia muy aproximada sobre todo lo que ha pasado y sigue
pasando, mientras veo en la televisión que tu papi Evo se está escapando de
Bolivia como Gonzalo Sánchez de Losada hizo en 2003; espera y lee un poco más.
Comencemos con esto:
María Luis
Talavera Simoni, una de las personas más sabias que he conocido y
definitivamente una de las mejores docentes que trabajó en la UMSA, me comentó
(a mediados de 2004) que ya era hora de darle oportunidad a ese movimiento que
dirigía Evo Morales para manejar el poder del país; sí, ya era hora de darle
una voz a esos que se sentían representados por aquel personaje que había
luchado como dirigente cocalero en su juventud.
—Yo creo
que es justo que entre —dijo, con la característica media sonrisa que siempre
la acompañó—, solo espero que aproveche su tiempo para poner un nuevo peso a la
balanza, el peso de la justicia social.
Yo admiraba
tanto en ese momento a María Luisa (aún la admiro, a pesar que ya nos dejó hace
un par de años), que comencé a prestarle atención al discurso masista, ese
discursito que terminó siendo la punta de lanza para Evo Morales y para ti,
Álvaro, porque hasta artistas te apoyaron en un muy buen plan: se hicieron
ilustraciones donde estabas en un cuadrilátero con un montón de libros como
fundamento de tu fortaleza, mientras tu oponente, algún pelotudo de la derecha
de entonces, tenía solo un abecedario de sustento y se notaba clarito que le
sacarías la mierda, o al menos la puta, sin agravar lo presente.
Lo que
quiero decirte es que nadie se opuso, NADIE, a que ustedes fueran líderes de
Bolivia; es más, el festejo de la victoria del MAS hizo que la gente viera al
futuro como un elemento pleno, sin miedos, sin abusos, y los que se sentían
solos en su devenir como padres, madres, abuelos o abuelas, vieron en Evo y en
ti a dos personas que podrían hablar por ellos, ¡carajo, porque se supone que
ustedes no se quedarían callados como muchas veces ellos mismos (nuestros
padres, nuestros abuelos) se quedaron “haciendo mutis por el foro”, porque no
tenían poder ni dinero!
Todos saben
esto, todos; todos saben que esa victoria del MAS fue respetada, así también la
segunda que vino y, por lo cual, la que debía ser la última.
Sin embargo
(siempre se escribe “sin embargo” para ponerle sombras a un relato, Álvaro, por
si no lo sabías), los primeros dos gobiernos de Evo y de ti presentaron
irregularidades; el imbécil de Fidel Surco no tardó en separarse de su mujer,
quien había sufrido un atentado que “debía matarlo a él”; la señora, la última
vez que hablé con ella (2013), estaba prácticamente ciega por esa carta-bomba;
los profesores fueron coaccionados para aprenderse un método del todo pomposo
como el que proponía la ley 070 de la educación a través del llamado PROFOCOM,
y que no tenía nada (o casi nada) de los aportes de Elizardo Pérez o Avelino
Siñani, pero sí tenía tus barrabasadas apocalípticas, en las que te dabas de
“gran pensador”, de “licenciado y gran lector”, pero cometiste errores, Álvaro,
tantos errores como el charlatán que siempre fuiste... ah, y me acuerdo:
también metieron en el PROFOCOM los escritos de Rafael Bautista, esa rata
oportunista número uno dentro de los pensadores o, en este caso,
seudopensadores bolivianos que simpatizaron con el MAS solo mientras le
financiaran sus pajas mentales: Bautista, como todo ideólogo mediocre, fue un
pastiche en escala reducida de Dussel y su teoría se combinaba ridículamente
con su obsesión por Pink Floyd y el whisky mezclado con la Coca Cola que se
zampaba, el muy alienado. Así como tus poemas improvisados, Álvaro, así
improvisaron los contenidos del PROFOCOM (cof-Sammanamud-VillanuevaRance-cof-cof),
metiendo a granel a embaucadores de la palabra, que decían respeto y amor a la
Pachamama por un lado y se meaban sobre ella por otro.
Esa clase
de simpatizantes al MAS, escritores y seudoescritores incluidos, ahora están
callados como culo de esquimal, Alvarito.
La carta de
apoyo al gobierno que tenían Evo Morales y tú, Álvaro, firmada hace unos meses
por Ramón Rocha M., por Homero Carvalho O. (ese talento menor que envejeció
patéticamente no me sorprende, aunque diga que yo escribo “novelas
terroríficamente malas”) y por otros “artistas” e intentos de artistas,
¿realmente pensabas que funcionaría?
Las
denuncias de corrupción, de observaciones sobre ciertos negociados que
terminaron en esa gran olla de grillos llamada Fondo Indígena e innumerables
observaciones a ese poder cedido por el pueblo para tener voz, acabaron en la
mierda, y más mierda fue tu último acto con Evo, el 10 de noviembre, cuando
soltaron su declaración de guerra como una despedida parecida a un escupitajo,
a una cuchillada en la espalda, a una metida de mano con locoto: Evo Morales
Ayma y tú, Álvaro García Linera, hablaron de democracia y de injusticia y luego
ordenaron ser violentos: estúpidos, estúpidos ustedes.
Sé que me
leerás, lo sé porque tú, petulante idiota de cabello cano y limitadas neuronas,
me leíste antes y por eso me negaste el saludo el 2018, en plena Feria del
Libro, porque te dolió que te dijera “tonto” en un artículo; así me lo hiciste
notar y repliqué: “Lo cortés no quita lo valiente” y tú te escapaste como ahora
te escapas. Sé que también ese falso intento de Louis Lane que se hace llamar
Ricardo Bajo, o ese (imagino) adelgazado Victor Hugo Romero, alias el llajuas,
todos insectos de una causa común como la que fue usar al pueblo para cumplir
sus aspiraciones de poder, sé que me leerán, y se lo dirán a Evo, porque no
creo que Evo tenga ganas de leer ahorita cómo defraudó y rompió los corazones
de tanta gente humilde: todos ustedes arruinaron todo, soberbios idiotas.
Pero
principalmente lo arruinaste todo tú, solo tú, pelotudo, el que se decía el más
inteligente de los inteligentes, y te culpo a ti, porque tú fuiste la primera
persona de confianza que tenía Evo, que recién hace unos minutos publicó un
tweet en donde recomienda cese la violencia y no habla más de la injusticia que
ustedes mismos se crearon en sus mentes, ¿acaso le has dictado eso último,
huevón?
¿Qué
hubiera pensado la maestra María Luisa Talavera de lo que ambos dijeron el 10
de noviembre? ¿Te imaginas qué sintió la población que seguía a Evo, que lo
quería, que se sentía representada, cuando ambos renunciaron e instaron a la
población al enfrentamiento?
Todos estos
días Bolivia les demostró que ustedes son prescindibles, que no queremos
caudillos, que podemos perdonar a esa gente de la cual ustedes se han aferrado
como cría a pezón todo este tiempo; ellos, los humildes, no tienen la culpa de
la mediocridad que al final mostraron Evo y tú.
Lo supe
hoy, Álvaro, cuando hablé con una señora que vive a una cuadra de mi casa.
Siempre le saluda a Santiago, mi hijo; debe tener casi setenta años la señora,
es de pollera y siempre sonríe, a veces sale con frutas para regalarle a mi
hijo, que la quiere como si se tratara de su abuelita. La saludé hoy y vi que
estaba lagrimeando porque, según ella, los líderes que ella apoyó en vida o se
morían o la defraudaban; me contó cuando Carlos Palenque falleció en 1997, cómo
se le partió el corazón, y también me contó que se alegró cuando comenzó el
gobierno del MAS, porque se suponía que un indígena y un intelectual, dos
personas capaces, gobernarían, pero la defraudaron, le rompieron el corazón a
ella y a tantos otras gentes nobles, y para terminar, se despidieron llamando a
sus llunk´us para enfrentarnos entre bolivianos.
¿Qué culpa
tienen los humildes, nuestras madres, padres, abuelos y abuelas?
Pero esta
generación no debe olvidar a los llunk´us, a esos que daban su vida por ti y
por Evo y que nos insultaban porque no pensábamos igual que ellos.
De esos
pasapasas no hay que olvidarse, ni tampoco de los que se escaparon del barco a
último momento, como Juan Carlos Valdivia, alias el inútil, que desde no sé qué
parte del mundo hablaba mal del gobierno del cual lactó y solo produjo mierda
oportunista, o Angel Careaga, que solo actuaba decentemente de enfermero
homosexual en “Sena Quina”, o de Freddy Medrano, antes conocido como el
darwinista social Freddy Quispe (no tengo idea por qué se cambiaría el actual
rector de la UPEA el apellido, pero era Freddy Quispe) y muchos otros, que
incluso repetiría en esta carta y la haría interminable.
George
Orwell escribió un final digno para su novela “Rebelión en la granja”, ¿la
leíste, Álvaro?
Léelo ese
final, por favor, que sea tarea por si decides seguir tu carrerita de político,
así te darás cuenta que la gente a la que le rompieron el corazón los vieron a
ustedes, igual que los animales de la granja vieron, absortos, a los cerdos
convertidos en personas, al final de esa gran novela-fábula.
Ustedes se
convirtieron en el enemigo, ustedes ahora son el enemigo, Alvarito.
Yo creo, perdona que te dé mi opinión ahora, que Mesa o Camacho me parecen
falsos líderes, que no merecen un lugar que ustedes al final tampoco se
merecieron, pero Álvaro, ¿qué hacer ahora? Eres medio politólogo, ¿sugieres
algo?
Nah, mejor
no sugieras nada: Supongo que lo que queda es seguir adelante, sin ustedes,
porque ustedes la cagaron desde antes, incluso desde antes del famoso 21F.
Ahora los
policías y militares, hoy 11 de noviembre, se unieron, dicen que van a agarrar
a los masistas resentidos que están haciendo líos en las calles.
Ellos, los
maleantes masistas, se han quedado acá, luchando sin bandera, ¿dónde estás vos,
cojudo? Agarraste la Whipala como tu bandera e hiciste que la quemaran por tu
renuncia y por la renuncia de tu papi Evo; no respetaron ni eso. Hiciste que
haya odio con tu victimismo, cabrón de mierda.
Y cuando se
quemó la Chiquitanía, ¡no le sugeriste a Evo que pidiera ayuda internacional, a
pesar de que tanta gente se lo rogó al mismo Evo!; ¡ah, pero cuando pedimos los
bolivianos segunda vuelta, al principio, y luego, cuando exigimos nuevas
elecciones y más tarde, cuando exigimos la renuncia, recién Evo llamó a la
ayuda internacional, para que defendieran su janiwismo! Dime, ¿esa mierda de
reaccionar tarde a todo se la recomendaste tú, pobre imbécil?
Mejor
dejaré de renegar.
Ya
seudoescritores como el que hace llamar “El Escribidor”, José Párraga, un equis
de mierda como somos todos nosotros, los llamados seudoescritores por la gente
perspicaz, me insultó por ser tajante en estos temas: “feo de mierda” me dijo,
supongo que se cree un adonis ese opa; ya tanta activista vergatragedia ha
dicho que soy un machote violento, hasta amigos que quiero mucho me lo dicen de
chiste y me río nomás; incluso no falta la Sisinia de turno que me diga “Negro
de mierda” por decirle que es mala escritora... Así que estoy preparado para la
avalancha de arena de los tibios de mierda que se viene.
Será una
hermoso día el de mañana, con olor a pitita tensada, a caucho tiznado, a
LIBERTAD.
Te dedico
esta taza de té, en esta noche en la que todo lo que los representa a ustedes
está terminando.
Ah, si vas
a México, cuídate, canosito.
Ahí también
pueden descubrir que no eres muy inteligente.
Desatentamente,