MAURIZIO BAGATIN
“A menos que cambiemos de rumbo terminaremos en
el lugar hacia el cual nos dirigimos”
Proverbio chino
De entrada
“Estamos
viviendo el pasado con la amenaza del futuro” le dijo Claudio a Miguel,
nunca pensaba oír esto, con tanta lucidez me dije, y durante la noche seguí
repitiéndome… si la siembra no ha sido
buena, si la semilla tenía gorgojo, si no se siguió a la luna, si lo mucho que
aprendimos en el tiempo y en el espacio, no lo pusimos en práctica, no habrá
frutos, más bien sus frutos serán el miedo y el dolor. Lo efectual de la Historia es el boomerang del hoy, es todo lo que
nos esperará mañana, Kant, Nietzsche y Gadamer lo anunciaron, muchos poetas lo
recitaron, otros artistas lo moldearon…
Virus
Es la democracia de las enfermedades en su
máxima expresión, como la pensaba Proust, ciego e horizontal, participativo e incluyente, transparente
y sin sabor como el agua, invisible a los
ojos, como lo más esencial en la vida, el virus invade silenciosamente el
cuerpo, resiste y penetra, carcome y devasta todo el fibroso y el orgánico,
explota el cuerpo, destroza los tejidos y deshace la materia, aniquila toda las
fuerzas, todas las posibles resistencias; ata voluntades, encadena esfuerzos,
inmoviliza partículas en vida, destruye moléculas y, como si fuera el rey nanotecnólogo, imperceptiblemente
arruina la vida. Vivo y puro y astuto, sin adjetivos no logras enfrentarlo, no logro definir la monstruosidad de su vida.
De sus efectos. Virus mortal. Con los más débiles a un principio, luego, hechas
varias experiencias y preparado el camino, repara en los otros, en los más
cercanos a los más débiles, en sus vecinos, a los de su misma sangre; después
se empeña en mirar más allá, ver otros posibles territorios fértiles, otros ambientes
idóneos, otra carne viva, y aborda como el devastador
progreso, todas las máscaras a disposición. Es su triunfo.
El virus es
un idiota, un perfecto idiota, no en el sentido que Dostoievski le supo dar,
sino en lo que entendemos cuando, al ver un idiota, encontramos representado el
que molesta, el que invade, el que impone… el
dictador, el entrometido, el estúpido… el virus es también esto, y mucho
más; hace lo posible, nunca lo imposible, no tiene fantasía, el virus no es la miel y el ajenjo de Montale, nunca
inexpresivo, siempre nefasto, infinitamente perturbador - algo de Lovecraft,
otro poco de Poe, todo lo de Kafka - escalofriantes dolores, falta de aire, no
poder respirar; al final la muerte.
El virus es apocalíptico y no lo es, la Historia enseña, la Historia
retorna, la Historia se repite, no se desliga de los males del mundo, no se
arrepiente, vuelve y se renueva; el virus es nuestra Historia, venganza de la naturaleza y diseño de
nuestro pasaje, para muchos ya es un
patógeno dolorosamente virtuoso. Todos
los virus son iguales pero algunos virus son más iguales que otros…
Lo mejor y
lo peor de nosotros que nos pensábamos fuertes, Highlanders.., es que hoy
somos más débiles que nunca, con nuestras emociones débiles, con nuestros sueños
débiles, con nuestros contactos débiles… el virus arrastra nuestra
descreída vulnerabilidad, elude, finalmente, nuestra imposible inmortalidad.
Otros siguen sosteniendo que el virus
somos nosotros, los humanos.
Pandemia
El orden del caos fue la puerta abierta, el despejado camino y
la luz, desde una tábula rasa empezó un camino entre oscuras callejuelas y
salvajes atajos, llevándonos a la normalidad - el anormal tiene un poco menos vida del normal, solo esto - a esta
imperfección irrequieta e insostenible. Las vidas, nuestras vidas, las que
llevamos durante todo este tiempo. Desde la puerta abierta, y con luces siempre
encendidas, no tuvo más que acceder libremente, todos, o casi todos, les dimos
la bienvenida; una belle époque
transfigurada, un Gatsby no tan grande
al recibir el demonio, nonsense y kitscheríos invadieron los territorios,
las plazas fueron dejadas a transeúntes cada vez más rápidos, las calles a los
rugidos y la pornografía en los salones de los poderosos, en los cónclaves de
nuestros destinos. El silencio, la inacción y la tétrica oscuridad calaron y
todo se transformó en una violenta paz. El
caos es el orden.
Las enfermedades nos dicen los que somos, lo que fuimos y también los que
seremos: del libro de papel al e-book, todo evolucionó, se adaptó a las épocas,
la seda fue sustituida por el nylon, la carta postal por el mail, Woodstock por
el Instagram, la peste negra por el
coronavirus; nos reconoceremos con nuestras muertes, Borges lo dijo un día,
somos como moriremos y cada uno muere como puede.
Peste
“Había bufones, improvisadores, danzarines,
músicos, lo bello en todas sus formas, y había vino. En el interior existía
todo esto, además de la seguridad. Afuera, la «Muerte Roja» ». Así comienza en
1842 Edgar Allan Poe su magistral relato sobre la peste, identificando al vino
con la atmósfera exquisita con que el príncipe Próspero había diseñado su
refugio señorial, haciendo acopio de « lo bello en todas sus formas », para
luego soldar puertas y ventanas”.
Sentirse
decir eres una peste, era para un
niño y para un muchacho un elogio o un castigo, la peste era un estigma fatal o una apología que duraría por toda
la vida. La peste era el mal y
también era el bien, la fleur du mal
baudeleriana, las dos caras de la misma moneda, estigma y elogio: ser una peste
era ser un destructor, ser pestífero era ser dañino, molestoso, insolente,
verdaderamente una plaga. El pestífero es amado y odiado, envidiado, respetado
y vilipendiado porque es voyant y enfant terrible, es poeta y rebelde,
apapachado y alejado por las mismas razones.
Ciudades
Aterradoras.
Las que un día fueron acogedoras polis
y luego metrópolis, las Atenas y
Esparta de Tucídides, la Londres de Melville o la Orán de Camus, la París de
Víctor Hugo y la Florencia de Boccaccio, la Nápoles de Gianbattista Basile,
ciudades embriagadoras y encantadoras, a veces, también obscuras y falsas. Urbi et orbi, hoy en una espantadora y
fantasmal Caput Mundi, y en otras
alucinadas ciudades (in)visibles sin víctimas expuestas, solo náufragos
solitarios y homeless, clochards, senza tetto, aparapitas y maudit: no hay flautistas mágicos o
improvisados malabaristas y el sputafuoco
niño, el saltimbanqui irrequieto... Tenebrosas calles a partir del crepúsculo.
Con miedo a despertar al dilúculo. Esta
es la primera pandemia de la sociedad planetaria. En cada balcón se expone una
idea, de las ventanas escapan sonidos o músicas, detrás de ellas y de las
puertas, tragicomedias, de lejos como de cerca, rutinas inventadas, nuevos y
viejos ciclos camuflándose… el amante distanciado, el pusher fuera de horario, el que no cambiará nunca sus trajines… comedias
humanas improbables. Balzac ultratumba…
Miedo
¿Nos
estrecharemos aún las manos? ¿Y un beso? ¿Lo simple será imposible? Acercarnos
nuevamente, borrar distancias, olvidar premuras… sin protegernos, sin enmascararnos, sin dolor…
El sistema
policiaco en las calles, desde las ventanas y en la red, controlar, vigilar y
perseguir, castigar: perder el rumbo de la libertad, de muchas de las
libertades, creando el distanciamiento
social… aquel miedo a ser tocado, el miedo… ”solo en las masas puede el hombre ser redimido por el miedo a ser
tocado... Desde el momento en que uno se rinde a la masa, uno no tiene miedo de
ser tocado... Quienquiera que venga a nosotros es igual a nosotros, lo sentimos
como nos sentimos nosotros mismos. De repente. Es como si todo sucediera dentro
de un solo cuerpo... Esta inversión del miedo a ser tocado es peculiar de la
masa: el alivio que se extiende dentro de ella alcanza una medida notable
cuanto más densa es la masa" (Elías Canetti, Masa y poder), y ahora esta masa, es una masa al revés,
es una masa rarefacta, fundada sobre
una prohibición, es una masa compacta y pasiva… frente al virus, los epidemiólogos tantean en la oscuridad… así
adentro del túnel no encontramos la salida, el final es aun sin luz, solo números
al final del día y estadísticas y más números, cálculos y economía, sin
entender y ser entendidos. Un poeta paraguayo, de los patas pila, escribió hace mucho tiempo: “Lo que ‘se prueba’ solamente ‘existe’/y esto se llama ‘ciencia’/ ¡pero
qué triste!”, a esto nos reducimos. La
política al lado de la técnica, los jefes de estado al lado de los científicos,
dijo el filósofo Massimo Cacciari.
Futuro
Tal vez la
respuesta a David Graeber llegó, el
Futuro ya está aquí, no imagino una discusión sobre el Antropoceno, la
globalización, el cambio climático, esta peste
emotiva ha puesto en claro prioridades y excesos, un banco de mutuo socorro
y más convivialidad, lentitud y decrecer o desaparecer. Tan simple y sencillo
que da bronca.
Unas interminables colas frente a un solo
peluquero disponible, todos yippie recién llegados de una isla de Wight entre
cuatro paredes, una Woodstock distópica, con fiebre y pesadillas, no las
alucinaciones de Ginsberg o el himno de Hendrix, solo afiches de mal gusto y
muchos memes: lo que no queríamos imaginar, lo que nunca quisimos ver y aún
menos vivir. El Futuro está aquí.
¿Qué
tragedia nos esperará el Futuro? De las que conocemos a través de Sófocles y
Esquilo, de las que nos ha dejado Shakespeare; todo es un don, la belleza, el
amor, el sexo, en Homero y en las divinidades de la Grecia clásicas; todo surge
de la voluntad y de la moral en Hamlet o en Macbeth… será la manera con la cual
viviremos el futuro a indicar si será comedia o tragedia, el futuro será si
todos los días serán como si fuesen el ultimo día, si el ultimo día será la
proyección para la eternidad.
Presente
¡Fuera, el cementerio, dentro de la televisión,
la ventana abierta a un mundo cerrado! (Raoul Vaneigem), histeria en las mujeres y
padrejón en lo hombres… paranoia, esquizofrenia, estrés en muchos, estupidez en
muchísimos, banalidad, pánico, desesperación, aburrimiento, depresión en tantísima gente, miedo en todos, dolor
por demasiados, efectos de un trastorno colectivo; a la mala información, a las
especulaciones baratas, le sigue todo esto y una adehala siempre nueva, siempre
lista al asalto. Nos
vemos hoy entre los desangrados de la tierra, entre los desposeídos, sin ser ellos y, sobre todo, sin ser
entre ellos. Hay una transparencia en este nuevo medioevo, el lado oscuro de la globalización.
Muerta, la ciudad viva… en nuestras horas de libertad
aumentaron las distancias, colas para las necesidades, colas para todo y para
todos, se sale con números de carnet alternos, algoritmos y hasta algún carnet de los muertos que votaron el 20 de
octubre, tiendas que ofrecen pan casero y alcohol en gel; el primer día de
cuarentena fue como un día del peatón,
ayer en mis horas de libertad no encontré un solo bicicletero que pueda parchar
la rueda de la Hércules…
“La verdad ha dado paso a la credibilidad, los
hechos a declaraciones que suenan autoritativas sin involucrar ninguna
información autorizada, en las cuales hacer política es vender liderazgo al
público”. Como en
las guerras, la primera víctima es la verdad.
Familia
Nunca leí
menos libros, nunca vi menos películas, nunca como ahora el ocio pasivo me
invadió así tanto. Disculpen el pleonasmo pero el ocio es tremenda actividad
para mí. Es que hoy somos más débiles, incapaces de mirar a través de las hojas
de un árbol, las cargadas nubes o el imperceptible aleteo del colibrí: otoño no
es para mucha huerta y lejos me encuentro del paraíso habitado por diablos adonde un día el fatum me llevó y me condujo, enseñándome utopías y separar
voluntades y deseos… la tierra, ayer, hoy y mañana, minerales, bacterias,
microorganismos y agua, toda nuestra composición descompuesta y recompuesta:
composición y entropía. Hay biologías inviolables, biologías extremas… tiempos
únicos.
Pero sigo
nadando en esta orgía perpetua que me
indicó Flaubert, la literatura, como forma de sobrevivencia… miro los libros
apilados, ordenados y desordenados en su repisa… personajes y más personajes
que entran y salen - los únicos autorizados, en estos días, en infringir
reglas, en no someterse a decretos, anárquicos adentro y afuera - mientras sigo
buscando palabras, en su mayoría adjetivos, leo que, on the road de mi peregrinaje,
“un día encontraré las palabras adecuadas y serán simples”, Jack Kerouac el
nómada beat sugiere.
Cuarentena
Mientras, una masacre planetaria de personas mayores
silencia ciudades, que se han convertido en ataúdes de vidrio y hormigón,
encerrados perpetuamos la colisión, abandonando la vida y alejándonos de la
muerte, de los vivos y de los muertos: crónicas de un Dante posmoderno - o moderno tardío, como prefería definir
nuestra época Heidegger - adonde el Homo
Sacer es el Homo destruens de
toda nuestra Biopolítica, un juego tan grande que ya no podemos controlar.
Anquises ya no puede acompañar a Eneas, el camino está minado, y tal vez solo
Ascanio pueda sobrevivir a esta cuarentena.
Hambre
Algunos han
cambiado su dieta, corregido los
nefastos hábitos de antes: el pijama
reveló el maquillaje - muchos días
transcurridos sin siquiera sacárselo, en pantuflas mirando tristes jardines,
fantasmales calles y el cielo encadenado - y ahora, revelando que no era
nada más que estar a la moda, esta
intolerancia al gluten, estas pasarelas al gimnasio, toda una tendencia el
light, pero con aspartame, el yogurt, los cereales integrales y el aceite de
oliva. Caretillas cargadísimas de aceite Fino (elaborado con soya Ogm), tomates
de Saipina y Omereque (zonas rojas por el uso indiscriminado de agrotóxicos,
muchos de ellos prohibidos…), uva de Tarija, de estos valles que hicieron su
riqueza con el monocultivo de uvas, perdiendo toda o casi toda su fantasiosa
biodiversidad, hay muchas manzanas, todas de Chile: kilómetros de distancia,
fumigaciones y explotación de haitianos
Hemos
comido hasta las últimas granadas del jardín, y ¡que ricas! la mermelada de
higos, la de tomate de árbol que antes nunca queríamos probar - misma suerte para el tomate, después de un
largo viaje con Colón - y el refresco de canela con mucho menos azúcar,
mucho menos color, mucho menos canela y mucho más sabor. Los carritos
chatarreros se parquearon, del pollo a la
broaster, ¡ni el olor por suerte! Una vez a la semana, y uno solo por familia,
hemos hechos colas - y seguimos haciéndolas - con disciplina y nerviosismo, con
impaciencia y calma, mezcla de Tomás Moro con el violento presente.
Capitalismo
He visto
muchas ramas de eucalipto (alguien indicó que cura del virus…) en los brazos de
mujeres, todos haciendo inhalaciones en casa, remedios caseros - el de la Antifarmacia de la Comunidad Inventiva Boliviana, el Antimicrobiano… Deus ex
Machina…, patentado e incautado estos días a un diputado boliviano y a un sientífico, debe ser el mejor - que nos
reconduce a los pajpacus de todas las plazas, a un tiempo surreal u obscuro, un
nuevo medioevo, aunque al mismo tiempo,
no meno obvio es que la epidemia del coronavirus es una plaga emocional, un
miedo neurasténico, un pánico que en conjunto oculta las deficiencias
terapéuticas y perpetúa el mal al trastornar el paciente.
El capitalismo (salvaje) en sí es el
capitalismo (salvaje) que es en mí… ¿Soñamos realmente un retorno a las vidas de antes, a la estéril ilusión de la normalidad? El
siglo breve podría ser superado, con nuestra breve permanencia, por este
nuestro siglo XXI.
Epílogo y final
La reunión
de demonios tal vez no termine aquí, el demonio mayor, el que todas las
biologías confunden, el monstruo que nace de las entrañas de nuestras abyectas
acciones, él se renueva, entra en metamorfosis para sobrevivir, se camufla para
escapar, se mimetiza para engañar… mandar en lockdown el mundo entero.
“Il prossimo sdiluvio universale non sará fatto
d’acqua, ma di tutti i nostri rifiuti accumulati nei secoli. Moriremo
assufficati dalla nostra stessa merda” (Andrea Camilleri).
9 de abril 2020
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De RASCACIELOS, 03/05/2020
Imagen: Otto Dettmer