Heriberto Robles Rosales
La desconcertante vida revolucionaria de Francisco Villa se sustenta en una desproporción entre el corazón y el cerebro; como hombre leal jamás quiso traicionar sus principios, pero como general escuchó el canto de las sirenas y se enfrentó al hombre que encabezó la revolución de 1913, al presidente Carranza.
LOS RECUERDOS
Las gotas tamborileaban sobre el techo de sollate de aquella casa humilde en una población del norte de Coahuila; la luz de la lámpara de keroseno y las llamas de la estufa de leña iluminaban la casita.
El apagado rumor del manso diluvio se veía interrumpido por la intensidad de la luz y el trueno de un relámpago. El viejo aquel rodeado de sus nietos iniciaba un recorrido por sus recuerdos, recuerdos que hacían que sus nietos, junto con él vibraran de emoción al recordar sus aventuras en aquella lejana época de cuando fue soldado de la revolución, cuando anduvo en la bola, como así le decían al movimiento armado de 1913, y bajo las órdenes del legendario general norteño FRANCISCO VILLA.
Ese viejo había militado en las huestes de Villa como un simple soldado, pero había sido testigo de las famosas cargas de caballería, como aquella de los 6,000 dragones en la toma de PAREDÓN, Coahuila, donde resultaron triunfadores, pero también había participado en las cargas de caballería en las batallas del bajío, sobre todo en aquellas de Celaya, donde serían derrotados por las fuerzas de CARRANZA.
¿SANGUINARIO?
En torno de los hombres de la revolución se crearon infinidad de historias y leyendas que despiertan asombrosas y espectaculares secuencias, producto con mucha frecuencia de la calenturienta imaginación y desbordada fantasía de admiradores y detractores.
Su fama de sanguinario nunca fue probada de manera fehaciente, si bien no debe ocultarse el hecho de que con mucha ligereza envió al paredón a mucha gente, lo hizo amparado por disposiciones de guerra de don Venustiano Carranza.
Su aureola de caudillo muy macho y muy amigo de sus hombres se ponía de manifiesto viéndole platicar con ellos; eso sí, mientras no estuviera presente alguna muchachita, porque entonces dejaba a todo mundo con la palabra en la boca y terminaba yéndose con alguna mujer bien tomada del brazo.
En cada ciudad conquistada era muy común verlo del brazo de alguna dama, en el que podía pasarse bailando al compás de La Cucaracha y Jesusita en Chihuahua, que eran las piezas de su preferencia.
¡LEYENDA!
Por una u otras razones, Pancho Villa fue la leyenda viviente del norte de México, el bandido generoso y romántico que robó a los poderosos para repartirlo entre los pobres, el que creó la esperanza entre los desahuciados, el hombre entero y viril, capaz de verter lágrimas sobre la tumba de Madero, o de cargar entre sus robustos brazos el ataúd con los restos de don Abraham González, y llevarlo en forma casi maternal hasta el Palacio de Gobierno de Chihuahua. El viento rojo y violento que permitió a sus fieles saciar los antiguos resentimientos y advertirle al chacal de Huerta que la muerte de Madero no quedaría impune.
HOMBRE HONESTO
Decía el general Villa: "Soy un combatiente, no un hombre de estado, no soy lo bastante educado para ser presidente. Apenas aprendí a leer y escribir hace dos años, ¿cómo podría yo, que nunca fui a la escuela, esperar poder hablar con los embajadores extranjeros y los caballeros cultos del congreso? Sería una desgracia para México, que un hombre inculto fuera su presidente. Hay una cosa que yo no haré: es la de aceptar un puesto para el que no estoy capacitado. Existe sólo una orden de mi jefe (el señor Carranza), que me negaré a obedecer, la de ser presidente o gobernador." En ese entonces todavía no surgían las divisiones entre Villa y el señor Carranza.
ESTABA EN TODAS PARTES
Corría el año de 1916, vientos de cólera y de rabia se dejaban sentir por Chihuahua. Villa estaba derrotado, solamente lo seguían algunos 300 soldados, había tenido noticias que en la Hacienda de San Juanito, 180 hombres oficiales y jefes que habían militado bajo sus ordenes fueron fusilados y algunas cabezas de ellos fueron exhibidas en Chihuahua, en picas, como escarmiento de quien siguiera a Villa.
Esto desató la furia del guerrillero y en venganza detiene un tren que iba para las minas en la sierra y a 18 americanos que iban en ese tren los fusila, lo que provocó reacciones en el país del norte; decidido Carranza a acabar con él, pide información de dónde se encontraba, recibiendo la petición presidencial la siguiente respuesta. "TENGO EL HONOR DE MANIFESTAR A USTED QUE SEGÚN LOS INFORMES QUE HE RECABADO Y QUE CONSIDERO COMPLETAMENTE VERÍDICOS, VILLA SE ENCUENTRA AHORA MISMO EN TODAS PARTES Y EN NINGUNA."
HéROE O BANDIDO
Existen hombres y mujeres que al margen de sus actividades y de su peor o mejor manera de obrar, se ganan el aplauso del pueblo; su complicidad o su ángel es lo que comúnmente llamamos carisma, es lo que hace que esos hombres sean populares y las masas anónimas los conviertan en héroes.
Pancho Villa, además de muchos... estículos, tenía carisma, personalidad, aura, atractivo; ejerció una extraña y subyugante fascinación en quienes lo conocieron y hasta nuestros días en quien sólo hemos tenido la oportunidad de leer su historia.
En su vida fue partícipe y protagonista activo en la insurrección de 1913, su vida fue prolífica en anécdotas, hechos, y circunstancias que nadie podrá igualar en la vida; como hombre tuvo aciertos y errores, quizás equivocó el camino al desconocer al presidente Carranza, al que se le enfrentó en el campo de batalla, pero siempre lo hizo de frente, nunca utilizó la oscuridad y la traición para acabar con su enemigo.
Así era el General FRANCISCO VILLA.
Publicado en El Diario de Coahuila, 10/09/2012
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