Sunday, October 9, 2022

Blonde y Elvis, el alma deformada de América


JAVIER VAYÁ ALBERT

 

Una de las primeras escenas de la hiperbólica Elvis de Baz Luhrmann transcurre en la típica atracción de feria del laberinto de espejos. Algo que da juego al director para mostrar las mil caras del villano de la función, el coronel Parker. En una de las escenas de la sórdida y desasosegante Blonde de Andrew Dominik, una Marilyn desquiciada y drogada mira a la cámara mientras pregunta ¿Qué te importa a ti mi vida? Se me antoja que inquiere al mismismo Dominik que de manera irónica reconoce así que para su película no le interesa lo más mínimo la vida de La ambición rubia. Resulta curioso que las dos películas más importantes (y polémicas) del año sean sendos biopics de los dos mayores iconos del imaginario cultural estadounidense. Como si una Norteamérica en horas bajas necesitara resucitar por enésima vez al rey y la reina de su gran sueño (americano). Resulta inquietantemente significativo como en plena era de los filtros, las aplicaciones que reviven difuntos o los programas que crean imágenes fake, tanto Ana de Armas como Austin Butler se transformen en remedos idénticos de sus personajes.

Elvis es una apabullante maravilla, una demoledora pirotecnia de planos, música, colores, formatos y texturas muy propia de su director. Un Luhrmann que sabe que el guion no da demasiado por sí mismo y que apuesta fuerte por un envoltorio espectacular y por contar la historia desde el punto de vista del coronel acertando de pleno. Entiende el director que la figura de Elvis Presley necesitaba una historia bigger than life y encuentra la manera de dársela con creces. Sobre Blonde se está hablando y escribiendo mucho. Pese a su innegable calidad técnica, con momentos absolutamente brillantes en cuanto a dirección, estamos ante una pesadilla infernal y grotesca. No he leído la novela homónima ficcional de Joyce Carol Oates en que se basa, pero intuyo que en la traslación del lenguaje literario al cinematográfico se ha pervertido el mensaje y la intención. Dominik firma una obra onanista y demencial, misógina y desagradable que cuesta soportar. Por momentos durante su visionado, he llegado a preguntarme si no estaríamos ante un acto suicida, una suerte de performance kamikaze de su director como radical e incomprendido acto artístico. Lamentablemente no es así, Blonde no es más que el grandilocuente sueño pervertido de un tipo más de los que asisten con la boca deformada ante la figura deslumbrante de la actriz.

 

Si el fallo de Luhrmann en Elvis reside en la hagiografía que este hace del cantante al que parece adorar, Dominik muestra un desprecio atroz por su protagonista a la que atormenta y mancilla hasta el horror. Resulta curioso y para nada casual que de los dos mitos, el masculino sea el que sale bien parado. Baz Luhrmann es un fan que celebra la vida del rey del rock pese a sus evidentes sombras. Autoconsciente de que el equilibrio entre lo sublime y lo ridículo vale la pena por lo que tiene de viaje y de fiesta. Andrew Dominik sin embargo utiliza a Marilyn como instrumento para sus delirios creyéndose sublime y cayendo en el ridículo de lo repulsivo moralmente. Dominik es tan solo un hombre más tratando de devorar un pedazo de carne sin alma. Un hombre más dibujando a una mujer que no es absolutamente nada sin uno de ellos. No existe ni el más mínimo resquicio de aire, de luz, de independencia o capacitación en su dibujo de Norma Jean. Algo que resulta torpe por taimado, y viceversa.

Resulta curioso que tanto Blonde como Elvis sean películas en cuyos directores quieren dejar clara su autoría, su intención de escribir su nombre junto al de sendas estrellas. Y que los resultados sean tan diferentes. Al final para mal y para bien respectivamente, nos encontramos ante versiones de versiones infinitas de Marilyn Monroe y Elvis Presley, imágenes multiplicadas por Warhol hasta lograr su insignificancia. Filtros de filtros, capas de capas, dobles de clones. Efigies que podemos encontrar distinguiendo el sexo de los cuartos de baño de cualquier franquicia de comida rápida en el lugar más recóndito del mundo.

Dos imágenes cuyas vidas y almas dejaron de importar hace mucho. Espejos deformados y trágicos del alma bipolar de la sociedad norteamericana.

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De EL IMPARCIAL, 07/10/2022

 

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