Monday, October 3, 2022

Un día de septiembre


GEOVANNYS MANSO

 

Escribir algo. Decir algo. Hoy. ¿De qué color? ¿De qué tamaño? ¿Con qué fuego?

Sé que a esta hora, en este instante, en La Coloma, en San Juan y Martínez, en Viñales, en otros sitios de Cuba, una familia observa los fragmentos desvencijados de lo que fue su casa: paredes, techo, sábanas, libros escolares, álbumes familiares: dispersos, irrecuperables, zarandeados por vientos de 200 km por hora.

¿Cómo se reconstruyen esas miradas? ¿Ese pavor? ¿Cómo adentrarnos en esa soledad? ¿Con qué fuego?

No sentiré esa desolación —me repito—. A esta hora, soy lo que se dice un ser privilegiado, un hombre rodeado de cierto confort: el sol es nítido, el café está tibio, mis libros están al alcance de mi mano. Estoy a salvo —me digo—. Mis hijos están a salvo —me repito—.

Algo, sin embargo, me conduce a esos territorios, donde una frase se adueña de estas horas: «Lo hemos perdido todo».

¿Cómo se escribe «Lo hemos perdido todo»? ¿En mayúsculas? ¿Subrayado? ¿En negritas? ¿Entre insaciables signos de admiración?

¿Qué se rompe, cuando «lo hemos perdido todo? ¿Qué arteria, qué pedazo de nuestra sangre?

Perder, ya es un verbo suficiente.

Perderlo todo, es de una fiereza intraducible.

Los huracanes llegan para destazarnos la memoria, para fragmentarnos el alma, para que nos duela —un poco más, mucho más— la existencia.

Quisiera estar allí donde la desolación es un signo que hiere. Devolver la memoria descuartizada: aquella foto en sepia, el pañal bordado, la sencilla taza que nos legó el abuelo.

Nombrar esas cenizas que ahora palpan —tras respirar el cielo límpido, sin vientos ya que dilapiden más memoria—, tanto hombre, tanta mujer, tanto niño y el manso animal que los acompaña.

¿Con qué fuego escribir? ¿Qué palabra que aminore el terror, que habite el territorio yermo donde antes se erguía —con supremo orgullo— la casa familiar?

¿Con qué fuego? ¿Qué palabra que resulte cercana, próvida, reverente ante el torpor de los arrasamientos?

¿Que alguien me diga que existe una palabra más turbia, más inhumana, más salobre que la palabra HURACÁN?

Mañana la anularemos de todos los diccionarios. Tal vez así, desaparezca de la tierra. Si no existe en las definiciones del hombre, no podrá surgir en la inmensidad de los océanos…

Huracán: animal salobre que se nutre de la indefensión de los hombres… 

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Imagen: Katsushita Hokusai

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