Miguel Sánchez-Ostiz
Miércoles de ceniza en Baztan con aguacero. Entierro de la sardina, último descangalle. Una sanguinolenta cabeza de cerdo como emblema de la fiesta, de la carnavalada, que si no es tosca, no es nada. Pulvis eris et in pulveris reverteris. Muerte y vida, festín, atracón, borrachera... Je mouille, j'humecte, je bois, et tout de peur de mourir, dice un Gargantúa atracado de vino y humo, mientras los borrachos en el cementerio juegan al higui con una morcilla, sangre sucia para bocas enfermas, cerradas como tumbas por costumbre... el bocao está asegurado.
Uno no se puede curar en el pueblo
Si el alcohol es la única opción
Ayer hacía gracia, hoy la gracia de la cabeza del cerdo, mutilada, su ojo vidrioso, está muerta, más que muerta; clavada como un trofeo en el dintel de la puerta es un emblema casi nobiliario. Un despojo que expresa lo que gustes: ferocidad, desgarro, fiesta... o su triste parodia.
De lo que dices a lo que entienden,
De lo que haces a lo que interpretan.
Buen lugar Baztan con aguacero para leer los poemas de Hasier Larretxea, mientras avivas las brasas del fuego bajo con el humo acre de la leña vieja en los ojos y la oscuridad de la casa en ruinas cubriéndote las espaldas... Así te quedaste inmovilizado: sobre la casa del rojo llueve de manera incesante hasta en tus recuerdos, en miércoles de ceniza, día helado.
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De vivirdebuenagana, blog del autor, 05/03/2014
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