JORGE MUZAM
Tengo lechugas de invierno. Tiernas ilusiones verdes en medio de la escarcha. Han resistido heroicamente los temporales, el agua nieve, los conejos noctámbulos y las gallinas cimarronas. Aún no construyo un invernadero, así que las cubro en las noches con un improvisado domo de nylon.
Oscurece y una nueva helada se abalanza sobre el valle de San Fabián. Han sido jornadas de descanso mundialero y sol desganado, muy apropiadas para replantar ciruelos jóvenes y ver películas porno. Vienen las batallas de Colombia y Brasil. A ratos siento que no vale la pena hablar del tema. Todo pasa tan rápido y al cabo de unos días sólo quedará la estadística deportiva. Los partidos que he visto me han dejado con la sensación de haber perdido el tiempo. Se ha impuesto el fútbol mezquino, el cálculo ratón, los equipos grandes no juegan a nada, los aspirantes se plantan bien pero sus piernas se adormecen a mitad de cancha, como esperando que llegue la brisa, que las estaciones pasen, que resuciten los muertos, y sus estrategias fallan a último minuto, como si nadie quisiera realmente ganar jugando simplemente fútbol.
Es hora de lecturas, de mate con cedrón, de destapar vinos jóvenes y de recibir llamadas de amigos solitarios pidiéndole explicaciones a la vida, como si me creyeran el médium de un dios malvado.
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De CUADERNOS DE LA IRA, blog del autor. 03/07/2014
Imagen: Afiche de Le pornographe, de Bertrand Bonello, 2001
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