/ Del Atlas Desmemoriado del Partido de Lanús. Pág. 69
Ignorando sólidamente qué cosas eran el budismo, el jainismo y sin sospechar siquiera dónde diablos quedaba La India o El Tibet, Manuel Carisi fue uno de los precursores del Sexo tántrico en Lanús.
Algunas de sus amantes infidentes aseguraban que los descalabros económicos de Manuel obedecían a que toda vez que las pasiones lo llevaban a un hotel alojamiento la cuenta que este amante debía pagar era casi astronómica.
Lejos de modificar su conducta dilatoria a la hora de amar, Manuel comenzó a construirse una casucha donde ejercer su arte sin restricciones cronológicas.
Las técnicas aplicadas por Carisi no obedecían a escuela alguna. Algunos seguidores enfatizaban al decir que su dilación obedecía a que la genética lo había favorecido en la dotación masculina y que por ello necesitaba más tiempo que el resto de los mortales para alcanzar el estado óptimo de su naturaleza.
Sobre estas cuestiones de Carisi y el sexo tántrico, nos hemos ilustrado a través del antropólogo italiano Giorgio Muzami, quien en sus libros Tocata e fuga y Mientras dura dura hace largas observaciones sobre el procedimiento venéreo de marras.
En un reportaje otorgado a la Revista Stronzo, Muzami se defendió diciendo que en cualquier otra ocasión le habría bastado con un par de páginas explicar cualquier fenómeno, pero que tratándose de sexo tántrico era inevitable demorarse en largos exordios.
Así, por ejemplo, sólo en la dedicatoria del libro Muzami invirtió 24 páginas.
Sin embargo, los textos de Muzami y el ejercicio tántrico de Carisi inspiraron también al cineasta lanusense Casimiro Troya.
Fue así que en su versión independiente de Casablanca, (a la que tituló ¨Siempre, toda la vida, a perpetuidad, eternamente… tendremos París¨) el director insumió 1 hora y 45 minutos solamente en la escena en la que Sam toca ¨Según pasan los años¨.
Aquí, parte del extenso diálogo en la versión de Casimiro Troya:
ILSA: Qué ganas de comerme un lechón a las brasas.
SAM: Esto es un bar. Aquí sólo se expenden bebidas y algún que otro sándwich
ILSA: ¿ Entonces puedo pedir un Cointreau?
SAM: Si. Pero mire que es muy costoso. Desde que empezó la guerra el Cointreau viene de contrabando.
( Ilsa apoya sobre la mesa un fajo de billetes )
ILSA: ¡ Y qué! ¿ Mi plata no vale?
SAM: Yo no dije eso, señora…
ILSA: Dedícate a tocar el piano que para eso te pagan.
SAM: Cómo usted diga, señora
ILSA: ( POR LO BAJO ) Estos negros de mierda! No se les puede dar un poco de confianza que ya se abusan…
SAM: ¿ Quiere que toque algo para usted, señora?
ILSA: ¿ en qué sentido?
SAM: En el sentido lógico de una partitura, señora. Si la toco de manera inversa pueden sonar mensajes satánicos.
ILSA: Ah. Entiendo. Te referías a tocar una canción…
SAM: En efecto, señora.
ILSA: Si…entonces toca ¨según pasan los años ¨
SAM: No conozco esa canción, señora!
ILSA: Claro que la conoces. Piensa en París.
SAM: ¿ París?
ILSA: Si, París! Capital de Francia. A orillas del Sena. Fundada por los romanos en el año 52 antes de Cristo…
SAM: Si…sé dónde queda París. Pero no recuerdo esa canción.
ILSA: No te hagas el boludo!
SAM: No la recuerdo, señora.
ILSA: Debe ser el Alzheimer. Tienes que hacerte ver por un médico. Déjame que yo la tarareo para que la recuerdes…( Ilsa canta )
La película duraba aproximadamente 4 horas y media y abusaba de los detalles insignificantes. Algunos críticos atacaban al director diciendo que Casimiro ignoraba - entre otras cosas - el recurso de la elipsis.
Pero volviendo a Manuel Carisi, la sexóloga de la calle Arias, Licenciada Débora Tutti, lo menciona en su Decálogo de sexo saludable con palabras elogiosas.
¨Carisi conoce a las mujeres; él sabe reconocer cada punto erógeno del territorio femenino y lo explora pausadamente. Carisi se preocupa por el universo de nosotras e indaga en él con paciente maestría. Pero - llegado el caso - si lo necesitamos para un ¨rapidito¨ también nos puede ser muy útil porque tiene una poronga descomunal¨.
De más está decir que la fama de Carisi no podía ser mejor.
Sin embargo, el éxito suele promover la envidia en los hombres menos favorecidos. Fue así que, a partir de una campaña de desprestigio, el carácter dilatorio de Carisi pasó a ser el culpable de cuestiones munícipes tales como el atraso de los colectivos o la mora en los pagos impositivos.
Toda dilación pasó a ser territorio de la culpabilidad de Carisi al influenciar negativamente con su mal ejemplo.
Nadie quiso reconocerlo jamás, pero Carisi murió linchado en las cercanías de la vieja estación de Monte Chingolo.
Para su entierro, Giorgio Muzami viajó desde Italia para poder decir algunas palabras durante las exequias. El antropólogo habló durante 14 horas, hasta que tuvo que ser interrumpido por los sepultureros que aconsejaron enterrar al finado de una vez por todas porque ya se habían desmayado tres señoras y cuatro moscas.
Notoriamente, se percibe que el ejemplo de Carisi no desapareció con su muerte. En Lanús el transporte público sigue con los mismos retrasos, los impuestos demoran en pagarse, las personas suelen tomarse más del tiempo necesario en devolver un préstamo y los escritores nacidos en Lanús pueden envejecer sin publicar jamás un libro.
Una muestra más de la gesta ejemplificadora de las dilaciones de Carisi es esta crónica.
Tantas palabras al sólo efecto de quejarme ante las editoriales de haberme ignorado pertinazmente.
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De PLUMAS HISPANOAMERICANAS
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