"De manera que llegado el día, no ha de faltar un hombre que me ame de sobra para despertarme de amor cuando me haga la dormida, para que tumbe la puerta del baño cuando lo esté haciendo esperar demasiado, para que no le asuste ser vampiro en una que otra luna, y que sea capaz de hacerlo donde sea y como sea y no siempre en la cama como los muertos. Un hombre que no deje de hacerlo conmigo porque se imagina que yo no quiero, sino que me obligue a querer hacerlo aunque yo no quiera, a todas horas y en cualquier parte, como sea y por donde sea, debajo de los puentes, en las escaleras de incendio, en el retrete de una avión mientras el mundo duerme en medio del Atlántico, y que aún en las tinieblas exteriores o en los finales más ciegos sepa siempre que soy yo la que está con él, y que soy yo y ninguna otra la que fue mandada a hacer sobre medida para hacerlo feliz y ser feliz con él hasta la puta muerte. Y si no lo encuentro, no importa. Prefiero la libertad de estarlo buscando hasta siempre al horror de saber que no existe otro a quien pueda querer como sólo he querido a uno en esta vida. ¿Sabes a quién? A ti, cabrón."
Gabriel García Márquez, Diatriba de amor contra un hombre sentado.
Escucha una a alguien decir que no lee al Gabo por "su manía de describirlo todo al detalle y de hablar como si supiera lo que piensan las mujeres", y se queda en suspenso, porque si en algún momento Duma ha de echar su aliento y la puta de Babilonia hacer su entrada y la barca Nalfgar levar anclas es éste, pero no, y es por eso que el mundo va como va.
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Del blog LA GUARDARRAYA DE LA SIBERIA, 13/02/2015
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