GERARDO RAYO
“La
revolución rusa no ha dado los resultados que podía dar, pero esto no significa
que no ha conseguido nada y que no haya dejado nada útil a la humanidad. El
mundo, gracias a la revolución rusa, ha vivido y sobrevivido toda una época de
esperanzas y ha recogido una enseñanza imperecedera.” Anatol
Gorelik.
La makhnovstchina,
revolución campesina desarrollada en Gulai-Polé, Ucrania, inició en 1917, y
forma parte de la Revolución Rusa, en un aspecto regional. En ella los
campesinos expropiaron, fusilaron, combatieron a los kulaks y colectivizaron la
tierra. Al siguiente año, con la firma de los tratados de Brest-Litovsk, se
entregó Ucrania a los alemanes, lo que desencadenó una resistencia armada de
diferentes tendencias políticas. En el verano de 1918 los ejércitos blancos
asediaron con fuerza al gobierno bolchevique, principalmente antiguos oficiales
zaristas, entre ellos Antón Denikin. Esto impulsó la alianza entre makhnovistas
y bolcheviques, consolidada dentro del Ejército Rojo y que duraría hasta el
triunfo definitivo sobre los ejércitos blancos en 1920, momento que marcó el
fin de la guerra en Ucrania.
Las
primeras dos décadas del siglo XX en el Imperio Ruso fueron desastrosas para
las poblaciones, pues las constantes guerras movilizaron a millones de
campesinos a los distintos frentes: primero a la Guerra Ruso-Japonesa sucedida
por la primera Revolución Rusa que instauró los soviets y la Duma además de
libertades democráticas como la legalización de los partidos políticos y la
prensa; luego las Guerras Balcánicas y su desencadenamiento en la conocida
Primera Guerra Mundial. Con dichos conflictos las contradicciones sociales y la
pobreza y hambruna se extendieron ampliamente, lo que ocasionó descontento y,
con ello, tres revoluciones: la de 1905, y las de 1917, en Febrero y
Octubre.
El tratado
de Brest-Litovsk fue firmado en marzo de 1918 e, inmediatamente, las tropas
alemanas ocuparon el territorio cedido en los tratados. Los bolcheviques
sostuvieron la propuesta de firmar la paz a cualquier precio pues era la única
forma de sobrevivir como nuevo gobierno frente a todas las hostilidades de los
regímenes imperialistas. Sin ese tratado, difícilmente los bolcheviques se
hubieran sostenido en el poder.[1]
Las
consecuencias fueron desastrosas para la población ucraniana por el grado de
explotación y extracción de recursos que hicieron los invasores. Los
austro-alemanes impusieron un gobierno satélite que representaba a la antigua
nobleza conocido como el hetman a cargo de Skoropadsky.[2] Frente a esas condiciones,
distintas fuerzas políticas en Ucrania se hicieron presentes y mostraron su
descontento: los nacionalistas demócratas dirigidos por Simeón Petlura, los
bolcheviques y los makhnovistas.
Los
campesinos ucranianos que no se agrupaban bajo ningún movimiento político
combatían al invasor austro-alemán en bandas guerrilleras durante junio, julio
y agosto de 1918.[3] Néstor Makhno fue el
unificador de la resistencia. Makhno nació en 1889 en Gulai-Polé en el distrito
de Alexandrovsk provincia de Ekaterinavslav. Participó activamente en la
Revolución de 1905 y conoció el anarquismo a la edad de 17 años.[4] En 1908 cayó preso y fue
condenado a la horca pero debido a su corta edad su castigo fue sustituido por
trabajos forzados a perpetuidad hasta que fue liberado en marzo de 1917 con la
Revolución de Febrero.[5]Muy pronto Makhno regresó a su aldea
y fundó el Soviet de Obreros y Campesinos de Gulai-Polé. Tomaron la tierra,
inventariaron todas las propiedades y obligaron a los kulaks a trabajar sus
propiedades.[6] Se formó el Consejo Militar
Revolucionario que tenía por objetivos: a) “un trabajo activo de propaganda y
de organización entre los campesinos; b) llevar a cabo una lucha implacable
contras los enemigos.”[7]
En
septiembre de 1918 se le asentó el sobrenombre de “batko” (padre), que
significa guía general de la insurrección de Ucrania.[8] Tan pronto como los
guerrilleros se unían a Makhno se crearon soviets de trabajo libre, que elegían
representantes para congresos regionales, el Consejo Militar Revolucionario fue
el órgano dirigente de todo el movimiento, órgano que sólo ejecutaba
resoluciones tomadas en congresos.[9]
De la misma
forma que los procesos sociales generan contradicciones, los procesos
revolucionarios generan opositores. La revolución es la etapa abierta de lucha
por el poder en la cual una parte de la sociedad lucha por imponer su voluntad
mediante la fuerza. Y en ese proceso se enfrentan simpatizantes y opositores.
La revolución debe buscar imponerse lo más rápido posible para impedir al
enemigo armarse y estar mejor preparado para contraatacar. Mientras la
revolución avanza con pasos lentos, la contrarrevolución la sigue
cuidadosamente como una sombra, buscando el momento exacto para restablecer los
viejos valores. Así sucedió con la Revolución Francesa y las múltiples
restauraciones de la monarquía. El joven estado soviético surgió en
estado de excepción, y como tal, debía adaptarse. Vale la pena recordar las
diferentes invasiones de ejércitos occidentales desde 1917, el financiamiento
de generales y ejércitos contrarrevolucionarios como Kolchak, Denikin, Wragel,
por Francia, Inglaterra y otros países capitalistas.
El
anarquismo fue parte esencial de la vida política rusa durante la segunda mitad
del siglo XIX. Primero porque el anarquismo como ideal político militante
surgió en el Imperio Zarista de entre la intelligentzia, con
pensadores como Bakunin y Kropotkin, y se difundió en regiones eminentemente
rurales. Luego, porque el anarquismo es un proyecto social opuesto a la
modernización de Rusia, de ahí su intención de apelar al ideal comunitario como
concepción social del mundo. Y por último, porque es una ideología
originalmente dirigida a los campesinos, elemento reflejado en su influencia
predominantemente en países con una débil industrialización: la misma Rusia,
España, Italia, México. Por ello, el anarquismo tuvo una influencia
determinante en la lucha contra el absolutismo zarista con organizaciones
como Narodni Volya o los Narodnikis.
Posteriormente, el anarquismo sufrió transformaciones sociales con la creciente
industrialización de Rusia y el crecimiento de un nuevo actor revolucionario:
el proletariado.
Con la
industrialización de una parte del Imperio Zarista, el anarquismo se permeó de
elementos que originariamente no existían cuando surgió, y en este caso el
proletariado comenzó a ocupar un lugar fundamental en su proyecto social. Sin
embargo, y pese al crecimiento de la lucha contra el zarismo y la monarquía, el
anarquismo, a diferencia de otras organizaciones revolucionarias, no logró
consolidar organizaciones de masas. Elemento indispensable que explica la
participación minoritaria, respecto de otras organizaciones, desorganizada en
cuanto a la lucha contra la monarquía y luego contra los bolcheviques, y muy
diversa, respecto de unos anarquismos y otros. Así, el anarquismo fue en la
práctica lo que él mismo propone: la acción individualizada en la lucha social.
“El pensamiento anarquista perdió poco a poco su importancia en la revolución.”[10]
Pese a los
muy variados grupos anarquistas durante las diferentes revoluciones rusas, a la
insurrección de Kronstadt, los atentados, los periódicos, sólo la Makhnovstvchina fue
la puesta en práctica del anarquismo. Ahí, dicho proyecto social dotó de
ideales a los campesinos, y si bien no se puede afirmar que todos los
campesinos y trabajadores que participaron en tal proceso eran convencida y
fervientemente militantes anarquistas, sí se puede afirmar que debido a la
influencia de sus dirigentes, el anarquismo fungió como principal guía de
acción. “Esos destacamentos, constituidos por trabajadores voluntarios y
luchando de modo autónomo, defendieron la revolución rusa contra la reacción,
ya estuviera en el sur, el este, en Siberia, o en el Turkestán. La guerra
revolucionaria de guerrilleros fue uno de los pilares en los que se apoyó la revolución
rusa.”[11]
Aquellos
que piensan que los movimientos sociales se pueden reducir a dirigentes, o los
que niegan a los mismos, no alcanzan a explicar la relación intrínseca que
existe entre el individuo y la colectividad. Nestor Makhno, como muchos
dirigentes campesinos, debió ser sometido a los acontecimientos para ganarse la
simpatía de sus comunes y, sobre todo, para personificar las aspiraciones de
los mismos campesinos ucranianos. Makhno no sólo era un dirigente y un hábil
combatiente, era la expresión concentrada del descontento y la resistencia
étnica frente a diversos invasores y la exigencia popular de atención a la
historia de una población olvidada. De ahí que la makhnovstchina sea
en palabras del viejo anarquista Volin: “la revolución desconocida”.[12]
La
makhnovstchina fue una revolución dentro de otra revolución, fue la revolución
campesina dentro de la revolución proletaria, la revolución anarquista dentro
de la revolución socialista capaz de construir cimientos diferentes a los del
partido bolchevique. En ese esfuerzo lograron articular un proyecto político
capaz de enunciar un programa amplio de redención social.
Esta
revolución debe quedar en la experiencia y en la memoria de la humanidad.
Porque pese a ser un proyecto frustrado sigue arrojando fuertes destellos sobre
el presente y las posibilidades reales en un futuro. Quizás ese sea su mayor
mérito: recordarnos que pese a la adversidad, el pasado, el presente y el
futuro están llenos de posibilidades.
La makhnovstchina no
pudo desarrollarse más porque fue atacada militarmente por el Ejército Rojo
después de terminada la guerra contra los ejércitos blancos, se le suprimió su
derecho a existir y se buscó olvidarla como algo innecesario, o recordarla
como el fracaso rotundo de lo imposible. Sin embargo, esa
revolución permitió demostrar, una vez más, la capacidad auto-organizativa de
las poblaciones. También, fue una revolución maldita, condenada como hereje por
contradecir a la historia y estar al servicio de los oprimidos:
[1] Sheila Fitzpatrick, La
revolución rusa, trad. Agustín Pico Estrada, Buenos
Aires, Siglo XXI Editores Argentina, pp. 92-97.
[2] Pedro Archinof, Historia
del movimiento macknovista, traducción, D. Abad de Santillán, Barcelona,
Tusquets Editor, 1975, p. 51.
[4] David Footman, Civil war
in Russia, New York, Frederick A. Praeger Publisher, 1961, pp.
245-246.
[9] El ejército makhnovista logró
realizar tres congresos en los cuales discutió tácticas y estrategias para
derrotar a la contrarrevolución, además de tareas inmediatas de la revolución
social. Ibid., pp. 99-101.
[10] Anatol Gorelik, “Los
anarquistas en la Revolución Rusa”, p. 104, en Mintz, Frank, (comp.), Anatol
Gorelik, El anarquismo en la revolución rusa, Buenos Aires, Utopía
Libertaria, 2007, 195 p.
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De LOS HERALDOS NEGROS, 25/07/2016
Imagen: Néstor Makhno
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