PABLO CINGOLANI
El camino
llegaba hasta Curva Alegre. El nombre del poblacho le venía del río a su vera;
lo de alegre vaya uno a saber, tal vez el sentimiento era el del propio
pionero, de aquel que vio primero la potencialidad del lugar para establecer
una casa, resguardada de las crecidas del Tambopata, el río. Y fue así que se
quedó en esa playa protegida de los rigores de la naturaleza, allá por los 60s
cuando empezó a bajar el camino desde la capital provincial, desde Sandia.
Esos años,
el 2000, Curva Alegre ya tenía olor a factoría, a economía de enclave, a saqueo
y devastación. Esos años, paradoja o qué, estaban las Naciones Unidas, si la
ONU, impulsando un proyecto de cultivo y comercialización del café. Se trataba
de preservar al recién creado Parque Nacional Bahuaja Sonene que venía a
reemplazar a la ZRTC, la Zona Reservada Tambopata-Candamo, emblemática por
entonces, popular incluso por la difusión de un docudrama titulado Candamo, que
mostraba a tres simpáticos indios Ese Ejjas reapropiándose simbólica y
visualmente del que había sido parte de su territorio ancestral.
El
proyecto, hay que decirlo, tuvo resultados: una década después, la variedad
local conocida como “tunki”, ha ganado premios internacionales y la fiesta cafetalera
–que se realiza en el municipio distrital de San Pedro de Putina Punco- atrae a
cientos de personas, incluso a alguna Miss Perú que fue nombrada embajadora del
café de la selva.
Naciones
Unidas fue la que construyó la ahora famosa pista de aterrizaje en San Ignacio.
Nunca entendimos porqué habían hecho eso. San Ignacio era parte de un rosario
de comunidades de colonizadores que crecieron a orillas del camino que
terminaba en Curva Alegre. Lo que supusimos fue que los burócratas de la ONU
para ahorrarse el traqueteo de ingresar a la zona desde la ciudad de Puno y
estar dos días con el culo pegado al asiento de un carro, habían hecho la pista
para ahorrarse esas molestias, dada su gran contribución al desarrollo local en
una región tan aislada y desfavorable. Luego, ironías aparte y como siempre
sucede en estos casos, el proyecto acabó, los cómodos funcionarios de la ONU se
rajaron pero la pista quedó allí, en medio de la selva, a escasos kilómetros de
la frontera con Bolivia.
Cada vez
que íbamos por allí, preguntábamos por el uso y el estado la pista de marras.
Una de esas, la respuesta fue, a la vez, la más desopilante y la más trágica.
Alguien nos dijo que llegaban avionetas con peregrinos que acudían a adorar a
un Cristo que había aparecido en una piedra o en una peña cercana. ¿Y de dónde
vienen las avionetas, pata? De Colombia, seca y cortante, fue la respuesta. No
dudamos: la “pistita” de la ONU ahora la estaban usando los narcos. Algunos
años después, alguien nos dijo que la pista era destruida y reconstruida. La
venían a destruir los del ejército peruano, la fuerza antidrogas. ¿Y quién la
reconstruye, pata? No sabemos, contestan los lugareños a lo Fuenteovejuna.
Viene el ejército y cava zanjas y mete dinamita pero al otro día, la pista está
de nuevo lisa, operable.
Digo que la
pista es famosa porque acabo de leer una investigación especial del periódico
paceño La Razón donde informa que allí, en San Ignacio, las autoridades
peruanas capturaron una avioneta boliviana dedicada a sacar droga desde Perú
para meterla en Bolivia.
A nosotros,
desde esa primera vez que llegamos por esos lados, en la mismísima Curva
Alegre, nos habían ofrecido droga para comprar. Como nuestro aspecto era más
bien de hippies consumidores, a la primera negativa, el ofertante aclaró que no
se trataba de droga en gramos, sino de kilos. Si queríamos podíamos llevarnos
un kilo de PBC, Pasta Base de Cocaína, o la cantidad que quisiéramos. Droga
sobraba.
La última
vez que fuimos por ahí, hace tres años, nos contaron que ahora la joda tenía
foco en Pampa Grande, donde la desembocadura del río Azata en el Tambopata. La
primera vez que estuvimos en Pampa Grande fue el año 2001, y el camino aún se
demoraba en llegar. Mi recuerdo del caserío es inolvidable: fue el primer sitio
del mundo donde encontramos una tienda que vendiese cerveza, tras estar
internados un par de semanas en el monte. Cuatro años después, el camino ya la
había alcanzado y Pampa Grande se había vuelto el centro de operaciones clave
de todo el saqueo de madera que asolaba al Parque Nacional Madidi. El Madidi
queda enfrente de Pampa Grande, sólo hay que cruzar el río Tambopata.
Ahora
también Pampa Grande es un sitio renombrado. Dicen los periódicos y los
“expertos” en seguridad del Perú que era una de las comandancias del “Hamilton”
o “El Pablo Escobar de Puno”, que fue capturado hace unos meses. Nosotros vimos
cómo desde allí, “mulas” de los narcos se embarcaban río abajo y aguas bravas
rumbo a Puerto Maldonado en botes improvisados. Algunos mueren en el intento:
algunos rápidos del río son clase IV. (Difícil. Aguas blancas muy turbulentas
pero predecibles. Huecos y olas de hasta dos metros, remolinos considerables
para una embarcación. Pueden existir cascadas de consideración. La navegación
requiere muy buena técnica y conocimiento del río. Existen pasos estrechos que
requieren maniobras técnicas complicadas).
Las
noticias de los periódicos peruanos también dicen que Pampa Grande se convirtió
en una base de Sendero Luminoso, montada por el propio “camarada Gabriel” (el
número 2 de SL) en persona antes de morir a manos de la Brigada Especial
Antiterrorista “Lobo”, creada por Ollanta Humala para acabar con los
irregulares.
Si uno
revisa las noticias de los diarios de Lima, uno puede volver a sentir la
experiencia apocalíptica de releer Historia de Mayta de Vargas Llosa en clave
narco.
Sobre la
muerte de Martín Quispe Palomino (Gabriel) junto con el camarada Alipio (el
número uno de SL), uno puede encontrarse en La República con lo que copio sobre
“Lobo”, según fuentes vinculadas a la propia brigada antiterrorista: “Es una
experiencia similar a la confluencia de fuerzas del gobierno de los Estados
Unidos para ubicar y eliminar a Osama bin Laden. Se conjugaron los esfuerzos de
inteligencia para detectar al blanco, y cuando se confirmó su eventual
presencia, intervinieron las fuerzas especiales para completar la misión, todo
bajo la supervisión del presidente Barack Obama y sus secretarios. Funcionó
(…) En ‘Lobo’ confluyen la experiencia en inteligencia antiterrorista de
la Dircote y la Dirandro y la capacidad de las brigadas especiales de las
Fuerzas Armadas. Unos se deben a los otros y viceversa. Todos bajo un solo
mando. El fracaso o la victoria es de todos”.
En fin, no
escribiré más. Sólo diré, a lo Hemingway: parece que hay una guerra, al otro
lado del río y entre los árboles.
_____
De SENA
(Servicio de Noticias Ambientales), 25/11/2013
Nota
imprescindible: encontré este texto fechado el 25/11/2013, googleando
información a raíz del aluvión informativo a propósito del fallecimiento de
Abimael Guzmán. Quería saber si había alguna noticia nueva sobre uno de los
denunciados “santuarios” de los hermanos Quispe Palomino donde nosotros
habíamos trabajado muchos años, como cuenta la crónica. Lo único relevante que
encontré es la ficha de buscado del único sobreviviente del clan, Víctor, en la
página web de la DEA gringa. De ahí tomé la foto que se incluye en este envío.
El texto
original fue tomado de http://senaforo.net/2013/11/25/fob1792/
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