Monday, October 1, 2012

Céspedes. Guerrero y hombre de letras

Marcelo Suárez Ramírez


Es considerado el más grande escritor nacional y uno de los mayores del continente. Dueño de una prosa descomunal que anticipó el realismo mágico, que aún no había surgido en América; es, además, uno de los personajes centrales en la historia boliviana del siglo XX. Augusto Céspedes Patzi, también recordado como el ‘Chueco’ Céspedes, nació en Cochabamba en 1904 y murió en La Paz en 1997. Al recordarse los 15 años de su fallecimiento, es evocado por sus familiares, gente que lo conoció de cerca y escritores que bebieron del inagotable pozo de su pensamiento.
Y es precisamente con El pozo, un clásico del cuento latinoamericano, que la obra de Céspedes trascendió de tal forma que se convirtió en el principal referente de los autores del Chaco. El ser partícipe de la contienda bélica entre Bolivia y Paraguay (1932-1935) le permitió plasmar su vivencia en obras como ese relato incluido en el libro Sangre de mestizos (1936), que lo escribió en forma de diario con una sobriedad y capacidad únicas para narrar los horrores de una guerra. “Para mí ese pozo es siempre nuestro, acaso por lo mucho que nos hizo agonizar. En su contorno y en su fondo se escenificó un drama terrible en dos actos: el primero en la perforación y el segundo en la sima”, dice parte del relato.
Respecto a ese cuento, el periodista y escritor Darwin Pinto Cascán se refiere al personaje principal de la historia como “un pozo que los va tragando poco a poco (a los soldados), primero la cordura, luego sus cuerpos, conforme descienden al infierno en una fatídica lucha, condenados a ser devorados por el absurdo de la guerra, por el absurdo de la Bolivia de entonces en su continua batalla contra el descalabro, contra el pozo que amenaza con tragarla, siempre”.
El ganador del Premio Nacional de Novela 2011, Claudio Ferrufino-Coqueugniot, resalta su labor periodística y, sobre todo, el trabajo de Céspedes como corresponsal de guerra para el diario El Universal, labor que le permitió, a través de sus despachos, desmitificar las victorias de las tropas bolivianas.
“Sus reportajes son duros y cruentos; en lugar de hablar de la victoria retratan la miseria del soldado. Allí se diferencia, en principio, en su labor periodística en el frente”, afirma el autor de El exilio voluntario“Fue un escritor importantísimo, el mayor de esa generación del Chaco. Destaco su calidad literaria asociada a una plataforma de lucha social. Lo interesante es que en Céspedes prima el literato, y no el político, a pesar de su mensaje”, complementa.
Jacobo Liberman fue su amigo muy cercano, además de redactor personal, que compartió experiencias memorables con el autor de Trópico enamorado. Para Liberman, el aporte fundamental de Céspedes en la historia de Bolivia tuvo que ver con la construcción del pensamiento que sentó las bases para la Revolución Nacional de 1952.
“Junto con Carlos Montenegro (autor de Nacionalismo y coloniaje) estableció una ideología y una teoría que se puso en práctica y se materializó en la Revolución Nacional. Además, con base en la alianza de clases enfrentó a la oligarquía colonial y minera de Simón Patiño (en el que se inspiró para escribir Metal del diablo) y compañía. Esa alianza revolucionó la sociología de aquella época y superó a las teorías marxistas sobre la lucha de la burguesía y el proletariado”, mencionó Liberman, que recuerda a Céspedes como una persona con un profundo sentido de la observación, conocimiento de la realidad y aspectos fundamentales de la historia de Bolivia. “Fue un hombre de una bondad extraordinaria, un gran amigo reconocido por las personas que tuvieron el gusto de conocerlo”, añadió.
De manera similar opina la escritora Luisa Fernanda Siles, ganadora del Premio Nacional de Novela 2006, que conoció desde su niñez a Céspedes. El autor de El presidente colgado se convirtió en su padrastro cuando se casó con Gabriela Postigo, madre de Siles. Los mejores recuerdos que guarda la escritora se remontan a la época en que vivió en París con su familia cuando Céspedes cumplió funciones como embajador ante la Unesco en Francia.
“Su garra, su sensibilidad y su inteligencia se reflejaban en su poesía y en su prosa. Para mí fue un hombre extraordinario, que aún antes de morir (a los 94 años) se seguía maravillando de las cosas, pues tenía la sensibilidad a flor de piel. Para él, un día de lluvia era hermoso y siempre se ponía del lado del más débil, del desposeído”, expresó Siles.
La autora de El agorero de sal anunció que trabaja en la publicación de un libro con los artículos periodísticos de Céspedes, los cuales fueron conservados por su madre, además que aguarda concretar antes de fin de año la organización de una muestra sobre su vida que incluya obras, objetos y fotografías de diversas épocas, material valioso que muchos no conocen.
“Tenemos una serie de telegramas de García Márquez dirigidos a Céspedes, además de cartas del presidente francés Charles de Gaulle cuando fue embajador de la Unesco. Asimismo, se han guardado diversas fotografías con reconocidos escritores como Juan Rulfo, Jorge Edwards y Alejo Carpentier. Incluso tiene imágenes con estrellas del cine, como Rita Hayworth, puesto que, algo que casi se desconoce, Óscar Céspedes fue reportero en Hollywood en los años 40”, aseguró Siles.
Por su parte, Ferrufino-Coqueugniot tampoco se olvida del aporte al pensamiento político por parte de Céspedes, que veía en el mestizaje un factor de unidad social.“Ese ideario suyo, en el que también se fundamentó el MNR, choca con la visión racial del gobierno actual, que no solo descalifica el mestizaje sino que también lo ignora. Concuerdo, aún hoy, con Céspedes, en que el mestizaje es y tiene que ser lo que nos una, algo que también preconizaba el gran José María Arguedas en Perú”, afirmó el escritor.
De Brújula (El Deber/Santa Cruz de la Sierra), 07/2012
Imagen: Retrato de Augusto Céspedes

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