Juan Marcelo Columba Fernández*
“No tengo miedo de represalias… prefiero morir de pie que vivir de rodillas” (Charb)
El abominable acto terrorista contra el semanario “Charlie Hebdo” que culminó con el asesinato a sangre fría de sus principales caricaturistas en París, ha suscitado innumerables muestras de solidaridad a nivel mundial pero, sobre todo, ha permitido la reafirmación y la defensa del valor democrático de la libertad de expresión en el orbe. Sin embargo, el discurso anti-democrático parece no estar ausente en la aldea global cuando se intenta articular una apología de la masacre.
Tal el caso de la taquigráfica redacción de la ministra de comunicación boliviana (@DavilaTorrez) quien expresó en las redes sociales: “Fanatismo racista contra islamistas, xenófobo y de derecha cavernaria en caricaturas de #CharlieHebdo…” (sic). La declaración no brilla por su originalidad: el “tweet” de la ministra, inspirado en un mensaje de la propagandista del chavismo E. Golinger, repite las pretensiosas propuestas de otro activista y dibujante anglosajón… Hubiera sido realmente interesante saber que una ilustradísima autoridad boliviana, después de una atenta lectura del semanario en la lengua de Moliere, pueda llegar a semejante conclusión pues ella podría comprender las derivas del humor en una segunda lengua, sobre todo, cuando éstas son producto de la actualidad francesa –un contexto del cual, no cabe duda, tal autoridad estaría muy bien informada.
Dentro de la telaraña anti-democrática tejida al rededor de la masacre, circulan otras voces que confunden “el derecho a expresarse” con “el contenido de lo expresado” –algo similar a lo ocurrido con el caso Faurisson donde se buscaba censurar ideas controversiales, afectando el derecho de libre expresión. Los rezongos contemporáneos condenan al semanario satírico por una representación ofensiva de la religión (olvidando la laicidad de la república francesa) y alucinan sobre la monstruosa maquinaria mediática de Charlie, imaginando “implícitos” en las caricaturas. El delirio anti-democrático.
En el contexto boliviano, no parece extraño que funcionarios de un gobierno que inició un juicio contra una agencia de noticias boliviana –como en su momento lo hicieron las asociaciones musulmanas contra Charlie Hebdo– ignoren el espíritu libertario, anti-racista y ecologista de los caricaturistas Cabu y Wolinski, o el militantismo de izquierda de Charb. Hombres cuyo espíritu no era motivado por el odio que esparcen los apologistas de la masacre, sino por “las ganas de hacer reír y sonreír” (Cabu).
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* Lingüista.
suxta@hotmail.com
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De GLOSSAE, blog del autor, 08/01/2015
Imagen: Portada de Charlie Hebdo #41, 1971
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