Wednesday, October 7, 2015

Hombre radio


CLAUDIO RODRÍGUEZ MORALES

Durante años sintiendo lo mismo y jamás lo había intelectualizado hasta ahora. Creo haber dado con la madre del cordero, con el origen del problema, pero sin que esto sirva de mucho. Las soluciones me duran menos que un suspiro. El descubrimiento es el siguiente: funciono como las antiguas radios con perillas, esas donde el éxito de la audición se relacionaba con la destreza del dedo índice para ubicar en el espacio justo. Ni un milímetro a la izquierda ni a la derecha. Cualquier desviación traería un ruido ensordecedor, como las tempestades del fin del mundo. Más aún cuando se trataba de una emisora en onda corta como la Radio Moscú o como cuando intentaba escapar de la sequedad de Puente Alto hacia el sonido marítimo de las radios de Valparaíso. El trabajo lo debía hacer uno mismo, el dedo índice, a lo más el pulgar, a veces con acierto y otras con esfuerzo.

Con la llegada del control (cuando hablé del control remoto mi hija me hizo blanco de sus burlas), las cosas cambiaron y la sintonía llegó sola. Claro, si es que había tal sintonía. Aquella radio que no está disponible, simplemente no existe. Algo así como la lógica del capitalismo.

Pero yo sigo siendo un hombre radio. Los días en que logro sintonizarme adecuadamente todo andará sino bien al menos fluido. El orgasmo mañanero, el desayuno, las micros vacías, el flirteo correspondido, sonrisas generosas de mujeres en flor, trabajo automático y sin presiones, el orgasmo nocturno reparador y un buen sueño. En caso contrario, si ando desintonizado, todo saldrá mal, como hoy día, en que intento sintonizarme escribiendo estas líneas para escuchar la onda corta de mi vida o la brisa marina de las últimas vacaciones. Pero sólo hay un ruido ensordecedor.

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De PLUMAS HISPANOAMERICANAS, 13/07/2012

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