Tal vez titule de ese modo el dietario del año 2015 que publicaré en febrero próximo. Quien haya leído mi novela Perorata del insensato sabrá que eso viene de una canción que es un motivo recurrente en el desbarre de mi loquico... a no ser que lo esté imaginando. Da igual, el caso es que no tiene que ver con la goleta Casco de la ilustración, que fue la de Stevenson, en su viaje por el Pacífico, en busca de su lugar en el mundo, dicen unos, del tesoro perdido de la catedral de Lima, dicen otros... Yo qué sé... sí recuerdo haberle metido un pleito al rey de la isla de los Cocos, Coco's Island, por no pagar unas facturas... No, el rumbo al que me refiero, al margen de ser el mío, que dará en el chirrión, es el de una canción cabaretera de los años cincuenta que cantaba un payaso apaleado a la puerta del Teatro Argentino, una barraca de feria entre olores a fritanga, orina, sudor, vinazo, Pamplona y Sanfermines. Una canción que no he podido olvidar yen un bote de vela, voces gangosas de charlatanes, reclamos de altavoces abollados, mucha bombilla, polvo, alpargatas, ilusiones de cuatro perras, comistrajos que nos nos mataron y que hoy habría erradicado, la ONU, la OMS y hasta la DEA... estamos vivos, nos palpamos las mollas y tarareamos el yenunbarcodevela...
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De VIVIRDEBUENAGANA, blog del autor, 30/10/2015
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