Conocí a Pablo
Cerezal en Cochabamba, ahora hace cuatro años, en el Tunari, un comedero de El
Prado, propiedad de uno que había sido agente secreto, formado en Cuba. Había
un colosal pique macho sobre la mesa. Me pasó entonces sus Cuadernos
del Hafa, y escribí algo sobre él en algún lado porque el libro me
gustó mucho. En otros encuentros, Pablo me contó de su vida y milagros,
compartíamos filias literarias y fobias sociales o políticas. Tenía una pasión
literaria contagiosa, por la lectura y por la escritura. Todo era viaje para
él. Sé que Cerezal fue dichoso en Cochabamba y también que las pasó putas,
sencillamente putas, o que se lo hicieron pasar. Tengo dicho que un país no lo
conoces hasta que no haces cola en Inmigración, y Pablo y Sabah hicieron algo
más que cola. Hubo gente que no fue nada generosa con él. Luego llegó Munay, su
hijo, tan presente en este libro, como asidero de esperanza y vida mejor...
El circo de niños
de la calle del que habla Cerezal y para el que trabajó en una ONG, lo vi
actuando en la plaza años atrás. De los niños de la calle y sus tragedias me
habló Gregorio Iriarte, una gran persona, y conocí a algunos de ellos en un
refugio de Cochabamba, algo tremebundo: historias turbadoras que te ponen un
nudo en la garganta a poco que las recuerdes, y que Pablo conoce mucho mejor
que yo. Yo pasé y me fui, él estuvo, a diario, contra viento y marea, más
agitados que otra cosa, él hizo, que de eso se trata y que lo
cambia todo. En este circo de Pablo Cerezal no hay impostura humanitaria alguna
en busca del aplauso, hay testimonio, herida, memoria.
Dicho lo cual
diré que si algo me admira de este libro, tejido sobre el dechado de su vida en
Cochabamba, es que Pablo haya obviado las putadas que le hicieron y haya
orientado su relato por otros derroteros, menos previsibles para mí y más
luminosos, por mucho que del dolor y la mugre con la que se encontró en
Cochabamba hable. Este relato está sostenido en la verdad de una vida relatada
con evidente pasión literaria. El talento literario está en que para que
las páginas te conmuevan no hace falta saber lo que las sostiene o tienen
detrás, y las empujan una palabra detrás de otra. De Cochabamba se habla en
este libro, cierto, la ciudad, sus calles y mercados, o cuando menos en ese
escenario se invoca la mejor vida, pero es de esta de lo que trata, en un
soberbio ejercicio de ascesis. Cerezal no se dejó ahogar por la mugre.
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De
VIVIRDEBUENAGANA (blog del autor), 16/06/2017
Imagen: Portada del libro (CHAMÁN Ediciones, 2017)
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