JUAN PASCUAL
“De los 10
surcos que hago en mi campo para cultivar arroz dos son para las ratas, uno
para los pájaros y siete para mi familia”.
Campesino filipino
Rattus rattus, nombre científico de la rata negra, un
animal que si bien no está domesticado podemos considerarlo como el más
doméstico de los animales ya que siempre está cerca de los humanos. Allá donde
nosotros hemos ido nos ha acompañado este roedor para alimentarse de nuestros
desechos o directamente de nuestras cosechas si la ocasión se presenta, como
sucede en el caso que nos ocupa en el que veremos por qué las ratas negras,
cuando se dan ciertas circunstancias, pueden arrasar los campos de cultivo.
Los múridos siguen
por tanto teniendo un impacto muy importante en nuestra sociedad, en la
agricultura, en la salud –pueden transmitir más de 60 enfermedades- y, cómo no,
en pequeñas comunidades agrícolas que pueden perderlo todo, de la noche a la
mañana, cuando de repente, las ratas, en masa, atacan sus cultivos. Sirva como
dato el hecho de que estos animales devoran aproximadamente el 6% de la cosecha
de arroz en Asia o, lo que es lo mismo, la cantidad de este cereal que consume
un país como Indonesia, con 260 millones de habitantes.
Ejemplar de
Rattus rattus: Rata negra. Fuente: By H. Zell –
Own work, CC BY-SA 3.0
Viajemos pues a
una pequeña población agrícola, en el estado indio de Mizoram. Corría el año
1910, la cosecha de arroz estaba pronta para ser recogida a primeros de
septiembre cuando, de modo inesperado, miles, millones de ratas salieron de la
jungla de bambú para adentrarse en los campos y acabar con ellos en 24 horas.
Muchos agricultores perdieron el 100% de la cosecha, los más afortunados
pudieron salvar un magro 20%. En zonas aisladas, mal comunicadas, sin ayuda
humanitaria, muy escasa, o prácticamente inexistente en aquella época, la
situación era desesperada y significaba –significó- para miles de personas la
condena a muerte por inanición.
El párrafo
anterior describe lo que en la zona se conoce como Mautam, palabra
local compuesta que significa bambú (mau) y muerte (tam); es decir: la muerte
que viene del bambú.
El Mautam, es
decir, la invasión de las ratas que arrasan con las cosechas, no era un
fenómeno nuevo. La mitología local explica cómo cada 48-50 años se produce esta
auténtica marea de roedores que acaba con todo. Lo que no estaba claro hasta
hace relativamente poco era la serie de eventos naturales que desencadena esta
plaga. Y aún hoy se sigue investigando porque cuando este fenómeno se produce
en una zona determinada no es raro encontrar comunidades físicamente muy
cercanas en la que el impacto es pequeño o prácticamente inexistente.
Expliquemos pues
qué desencadena este imparable aluvión de ratas que aparece cada 50 años,
puntual a su cita, para arrasar con los campos de arroz y maíz y qué se puede
hacer para evitarlo o por lo menos paliarlo.
La vegetación
base de los bosques de esta región del sudeste asiático está constituida en su
mayor parte por bambú. El bambú es crítico para estas comunidades ya que se usa
como material de construcción, sus brotes tiernos forman parte de la dieta de
animales y personas y su fibra se usa para confeccionar ropajes y papel. Entre
las muchas especies de esta planta que se hallan en la zona destaca una
denominada Melocanna baccifera que se caracteriza por poseer
una particularidad única, a saber: sus ejemplares florecen de manera simultánea,
de forma altamente sincronizada cada 48-50 años. Tras la floración aparecen los
frutos, cantidades ingentes (entre 25 y 86 toneladas por hectárea) de un fruto
que contiene muchos, variados y ricos nutrientes, concretamente: un 50% de
almidón, 12% de proteína, 3% de minerales y un 0,5% de grasas.
Melocanna
baccifera, una especie de bambú y sus frutos
Tal cantidad de
alimento disponible tiene como consecuencia que algunas poblaciones de
roedores, concretamente la rata negra Rattus rattus comience
una vertiginosa carrera de velocidad reproductiva que le llevará a alcanzar
poblaciones astronómicas: las ratas crían sin control, su progenie se
multiplica a su vez, llegándose a una situación explosiva que desemboca en el
Mautam.
Frutos del bambú
mordidos por las ratas
En condiciones
normales, las ratas ajustan su ciclo reproductivo a los meses del monzón. Entre
junio y septiembre, el aumento de las precipitaciones activa la cubierta
vegetal, lo que supone mayor presencia de alimento en forma de frutas e
insectos. Por el contrario, los meses secos, los campos están vacíos o en
barbecho y las ratas vuelven al bosque donde los recursos son limitados,
conteniéndose así su ciclo de cría. Ahora bien, todo lo anterior cambia con el
Mautam. La sobreabundancia de nutrientes provoca que los roedores lleven al
límite su asombrosa capacidad de multiplicación. Las hembras se quedan preñadas
cuando las crías aún están lactando y en cuanto paren, los lactantes, que aún
están en la madriguera, son expulsados y deben iniciar la búsqueda de comida.
La hembra, por supuesto, tardará pocos días en ser nuevamente cubierta y
albergar nuevos embriones en su útero. Aunque todos los roedores –y también
aves- aumentan su población, la rata negra es con diferencia la más abundante
dada su eficacia reproductiva.
Distintas
especies de múridos atrapados para su identificación durante el Mautam en
distintas poblaciones. Obsérvese como la mayoría son ratas negras
(Rattus rattus)
Su ventaja
competitiva está basada en los siguientes factores:
- Su capacidad para iniciar el ciclo
reproductivo en cuanto haya alimento disponible.
- Su capacidad para adaptarse a
distintos tipos de alimento.
- Su altísima capacidad reproductiva:
contrariamente a lo que ocurren en los años normales, las ratas negras,
durante el Mautam, comienzan a multiplicarse fuera de su estación
(monzón).
- Alta proporción de hembras que paren
camadas consecutivas. Pueden llegar a tener 5 camadas por año, de unas 8
crías cada una (aunque pueden llegar a 12).
- A los 3 meses son sexualmente
maduras.
Hagan números y
verán que por cada hembra que inicia el ciclo se puede llegar a 1.700 nuevos
ejemplares en un año.
Necropsia de
ratas durante el Mautam. Todas ellas presentan embriones y todas ellas están
lactando
Los agricultores,
obviamente, luchan contra esta plaga. Tanto es así que, en un episodio similar
ocurrido en 1977, las autoridades locales pagaban dos rupias por cada cola de
rata que se entregase. Se reunieron 2,6 millones de las mismas (un solo
agricultor llegó a dar cuenta de 7.000 de ellas), pero los campos seguían
llenos de invasores.
Técnicos
inspeccionando montones con 30.000 colas de rata para identificar las especies
involucradas. Las autoridades locales pagan 2 rupias por cada rabo entregado.
Fuente: KPBS TV. Rat attack
Pero si hay tanta
abundancia de los frutos del bambú, por qué las ratas atacan las cosechas de
maíz y de arroz. Veamos el siguiente gráfico y sus consecuencias:
La curva verde
señala el momento en que las semillas del bambú comienzan a estar presentes
–finales de enero, primeros de febrero- y cómo este output de
alimento llega a su fin hacia los meses de julio y agosto, cuando las semillas
de bambú germinan y dejan de ser un alimento disponible. Es entonces cuando las
ratas, no olvidemos millones de ellas, se quedan sin su principal fuente
nutritiva y justo entonces es cuando la cosecha de arroz está prácticamente en
su punto: comida rápida, asequible y muy a mano para seguir con su enloquecido
ciclo multiplicador. Además, las ratas más jóvenes que, como hemos visto, han
sido expulsadas de la madriguera en cuanto la nueva camada llegaba, pesan muy
poco –unos 50 gramos- y pueden trepar hasta la panícula e ingerir todos los
granos sin dificultad.
Las consecuencias,
ya las hemos descrito: hambre y muerte para los pequeños agricultores.
Este fenómeno no es único del sudeste asiático, se da también en Sudamérica (ratadas) y otras regiones como Australia e incluso Europa están expuestas a invasiones de ratas. No olvidemos las recientes plagas de topillos en los campos de Castilla y León. Todas ellas consecuencia de factores ecológicos favorables a la explosión reproductiva de estos animales.
Hoy la asistencia
humanitaria en caso de catástrofes de esta naturaleza es mucho mejor pero aun
así hay que buscar el modo de evitar que esto ocurra, o por lo menos paliarlo.
Una de las soluciones que se han implementado cuando se acerca el año del
Mautam es plantar variedades tempranas de maíz y arroz que se recolectan antes
de que se agoten las semillas del bambú. No es la solución ideal ya que estas
variedades son menos productivas, pero por lo menos se asegura una cosecha,
aunque sea magra. Otra opción es plantar vegetales por los que las ratas no se
sienten atraídas como algunas cucurbitáceas. El problema que presenta este
recurso es que el precio de mercado de estos productos es muy fluctuante y una
buena cosecha no es necesariamente sinónimo de unos buenos ingresos.
Por lo menos la
previsibilidad del fenómeno facilita que la ayuda humanitaria esté preparada de
antemano, aunque lamentablemente, aun así, no siempre llega a tiempo.
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De NAUKAS,
10/06/2017
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