RAQUEL VALVERDE
País kafkiano,
ominoso estado-lager… el Jurassic Park comunista nos conduce a todos, o a casi
todos, al retrete, nada de confortable para un país asiático; en Japón,
Junichiro Tanizaki así lo describía: “Un pabellón de té es un lugar encantador,
lo admito, pero lo que sí está verdaderamente concebido para la paz del
espíritu son los retretes de estilo japonés.” Un viejo de mi pueblo decía que
un hombre no es libre si no puede ir al baño y leer sin ser disturbado. Varias
obras se escribieron sobre papel higiénico durante alguna sesión, y todos los
que sufrimos del “morbo de Gutenberg” algún día hemos pasado horas felices en
el lugar que no parece precisamente apto para la reverencia. También Henry
Miller no lo elogiaba (aunque con su provocadora ironía escribió una breve
joya: Leer en el retrete), pero yo me lo veo entrar silenciosamente, a
escondida de Anais Nin, con bajo el brazo un libro de Balzac, un rollo de papel
higiénico y luego salir como del vientre de una ballena.
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Imagen: Kawaya
no-kami, dios japonés del retrete, nacido del excremento de Izanami—diosa de la
tierra y la oscuridad.
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