Fue
hace tanto que todo lo que diga será una medio verdad. ¿Afirmarme a mí mismo en
un medio más bien hostil para las letras? ¿Defenderme? Tal vez, pero ese solo
sería uno de los motivos. Tardé años en encontrar el que es mi mundo literario
y aceptar el reto de ampliarlo.
2. ¿Qué búsquedas tienes como prioridad desde
tu oficio?
Hablar
de lo vivido y de lo que tengo delante de las narices sin imposiciones ni
servidumbres, con la mayor independencia posible, y con un lenguaje propio que
trabajo de libro en libro, lo que hace años llamé «las palabras perdidas» y su
recuperación. Arriesgar, jugármela... de lo contrario mejor hubiese hecho en
seguir ejerciendo de abogado.
3. ¿Por qué publicar desde Bolivia, a qué se
debe ese acercamiento que tienes a Bolivia?
Porque
he encontrado más interés hacia mis trabajos bolivianos en Bolivia que en España,
y esto viene de atrás, cuando mis amigos de La Paz quisieron publicarme un
libro con una selección de diarios de viaje.
4. ¿Qué autores bolivianos consideras que son
un referente para el lector exigente?
¿Te gusta la literatura que se hace desde este contexto sudamericano?
No soy
un profesor ni un crítico y no es lo mío dar lecciones. Lo que mí me gusta puede no coincidir con lo
«canónigo», que es como canónico, pero con más culto... He leído literatura
boliviana a salto de mata. Empecé con Recacoechea, en el 2004, y si compré su
libro American visa fue por el
apellido, luego vinieron en tropel muchos más, Sáenz, Viscarra, Ramón Rocha,
René Bascopé, Ferrufino-Coqueugniot (después de escucharle una conferencia
sobre la escritura de la expatriación magistral), Adela Zamudio, Cerruto,
Augusto Céspedes –ya me gustaría escribir artículos periodísticos como los
suyos–, Jaime Nisttahuz, Gigia Talarico, Medinaceli, Murillo, Quino, Giovanna
Rivero, que no se me olvide Urzagasti...
me falta mucho por leer, no tengo la última de Alison Spedding, por
ejemplo, y a ver si ahora encuentro lo de Wilmer Urrelo que he leído poco y
luego los más jóvenes... Todo esto dicho a bote pronto, a riesgo de dejarme a
los ensayistas, ese lujo de Luis Antezana, por ejemplo.
5. He escuchado a muchos decir que tienes un
sentimiento muy profundo hacia La Paz, ¿por qué?
Porque
en el año 2004, cuando hice mi primer viaje, caí con el pie izquierdo; pero
cuando regresé en el 2008, año en que viajé dos veces, lo hice con todos los pies
derechos, incluidas las manos... Creo que es sobre todo por la gente con la que
me he encontrado y por los amigos que he hecho en estos años, al margen del
callejeo que me ha llevado de un barrio a otro, más de día que de noche... En
La Paz, si callejeas, raro es el día que no descubras algo nuevo. He sido
dichoso en La Paz, mucho.
6. Cuéntame de qué va el libro que
presentarás desde editorial 3600.
Es una
mezcla de crónica de callejeo de la ciudad –«imágenes paceñas»–, de libros
leídos y de cosas vistas, además de motivos novelescos que se me han quedado en
cartera, es decir, de novelas paceñas que no creo escriba ya, un
batiburrillo... es mi La Paz vista desde el pateo. No pretendo decirle a un
paceño cómo es La Paz, pero no dejo que me dicten cómo tengo que ver nada y
menos lo que tengo delante de las narices
7.- ¿Qué otros proyectos están en tu agenda
2017-2018?
Ahora
mismo estoy terminando una novela boliviana, un esperpento hispano-boliviano,
estrepitoso, con una entrada de diablada como hilo conductor; en septiembre
publicaré, después de muchos años, un libro de poemas y a mi regreso de La Paz,
retomaré una nueva novela.
8. ¿Seguirás en contacto con Bolivia, a
través de tus publicaciones, o tienes pensado hacer mucho más cuando nos
visites?
A mí me
gustaría viajar todos los años, mientras pueda. Además de mis diarios de viaje,
de nueve viajes ya, diez con el próximo, que alguna vez publicaré, en esta
ocasión tengo que ir a Sucre, a la Biblioteca Nacional, para consultar unos
periódicos y folletos, y ajustar unos cuantos detalles de un libro que terminé
hace unas semanas sobre los viajes bolivianos de Ciro Bayo y Segurola, entre
1893 y 1897, en sus estancias en Sucre y en Riberalta-Madre de Dios: Cirobayesca boliviana. No creo que
Bolivia me suelte... además, no me voy a dejar.
Junio 2017
_____
Foto de
portada: Miguel Sánchez-Ostiz
en su casa de Pamplona - Clemente Bernad
No comments:
Post a Comment