Hacía tres
semanas que no caminaba por Plazazelai, desde el portillo de Orabidea. Hoy lo
he hecho muy a primera hora, cuando el fondo del valle estaba cubierto por una
espesa capa de niebla. El camino estaba casi por completo en sombra, había
mucha humedad, aromas diversos, muchas flores de hipérico, restos de
dedaleras y un intenso guirigay de pájaros. No me cansaré de decir que
ese es un buen ejercicio para ir dejando por el camino todos los
murciélagos que puedas, que le aniden a otro, carajo. Cada día un poco más
lejos. Mañana no ha llegado, pero hoy es hoy, lo diga Séneca o Marco Aurelio,
autoridades. En unos días será el solsticio del verano, tal vez por eso me he
acordado del poema «Solstici», de Miquel Martí i Pol, con el que cierro mi
último dietario publicado, Rumbo a no sé dónde:
En soledad,
pero no solitarios,
reconduzcamos la vida, con la certidumbre
que ningún esfuerzo caerá en tierra estéril.
reconduzcamos la vida, con la certidumbre
que ningún esfuerzo caerá en tierra estéril.
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De
VIVIRDEBUENAGANA (blog del autor), 18/06/2017
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