CLAUDIO MARDONES
"A Obama le
queda poco más de un año de gobierno, pero si ganan los republicanos en las
próximas elecciones de Estados Unidos, todo esto puede irse bien de madre y
volver todo hacia atrás, así es que espero que la cosa avance en su medida y
armoniosamente, porque si se acelera no sé cómo afrontaremos la
avalancha", dice Michel mientras mira la tele y extiende sus brazos
renegridos para servir otro vaso de guarapo frío en pleno Centro Habana. El
mostrador de atención consiste en una tabla que atraviesa el ancho de la
salida. Es el único acceso de un patio que conecta a una de las añejísimas
callecitas ubicadas detrás del Capitolio, el palacio legislativo que hace más
de medio siglo Fulgencio Batista mandó a construir. Quería una réplica del
congreso washingtoniano y la obtuvo. Nunca funcionó como parlamento, pero
ahora, luego de 7 largos años de refacciones demoradas, el palacio se encamina
a ser el futuro domicilio de la Asamblea Nacional, dispositivo legislativo de
la Revolución Cubana.
El vendedor de
jugo de caña de azúcar reflexiona como si fuera un eximio analista
internacional y cita, sin saberlo, a Juan Domingo Perón. Ha escuchado
hablar alguna vez del fundador del Justicialismo y tres veces presidente
argentino, pero lo que le preocupa no es Perón sino el ritmo y la cadencia de
lo que viene. Son las cuatro de la tarde del 22 de septiembre y hay, por lo
menos, veinte habaneros esperando su bebida verde mientras soportan la húmeda
transpiración del otoño meridional recién llegado. Todos miran la pantalla de
Michel, que ahora transmite en vivo y en directo desde la base militar Andrews,
la llegada del Papa Francisco a Washington y el largo apretón de manos que le
prodiga el primer presidente negro del imperio.
el almendrón
comunista
Son días de buena
venta para el guarapero. Tan mulato como el mandatario norteamericano de origen
demócrata que muestra la transmisión en vivo de la televisión cubana. Han sido
días bochornosos para la Gran Antilla. Todos, sin excepción, transpiraron la
gota gorda por el calor y la extrema humedad caribeña. Incluso Jorge Mario
Bergoglio, que pocas horas antes había concluido la gira que comenzó el viernes
18 en Cuba, luego de recorrer La Habana y trasladarse al oriente del país para
visitar Holguín y terminar en Santiago de Cuba.
"Está visto
que los cambios vienen, pero sin perder los principios", le refuta un
cliente que se toma el guarapo de un saque y paga con unas pocas monedas sin
ocultar su desacuerdo. Clava el vaso de vidrio en la tabla-mostrador como si
hubiera bebido un tequila y le pregunta al guarapero: "Qué tu cree, ¿que
porque vino el Papa ahora los demócratas son buenos? Tienes que tener memoria
chico: el bloqueo lo impuso otro demócrata, Kennedy, en el 62. Tengo setenta
años y padezco esta patraña desde los quince", bramó el conductor de un
Oldsmobile modelo 51 y mira a los demás consumidores de guarapo, a ver si
alguno en la cola se anima a contradecirlo. Nadie dice nada. Michel tampoco. El
coche, ahora taxi, es conocido en estas calles como "almendrón". Su
conductor respiró satisfecho, pidió otro jugo y siguió mirando la tele.
radio reloj
La pieza de
relojería que el Papa echó a andar, es vivida por algunos como una bomba
programada. O como una inflexión que ha movido el avispero antillano, aunque
nadie, por ahora, sabe bien hacia dónde. Todos hablan de Francisco, de Raúl, de
las misas que dio, de sus mensajes ambiguos sobre la reconciliación y de las
citas papales destinadas a "todos" los cubanos: los que están dentro
y fuera del país. Una elíptica mención, en nombre de Cristo, a los que se
fueron y aún no han regresado. Los gestos bergoglianos no apaciguaron a los
sectores más duros que ya habían anticipado que las intenciones promovidas por
el primer papa jesuita, argentino, latinoamericano y peronista, no los
representa ni ahí. Ni un tantico así.
Lo advirtieron
con la misma vehemencia que los republicanos norteamericanos lo tildan de
comunista. En tierra cubana la maquinaria vaticana hizo equilibrismo con las
presiones de esos grupos y con las preguntas insistentes de algunos periodistas
cuyos medios pagaron entre 8000 y 12000 euros para subirse al vuelo papal. La
era bergogliana será recordada, entre otras cosas, por las conferencias de
prensa que ofrece el Papa y sus funcionarios desde el aire a quienes compraron
boleto con butaca en primera fila para asistir en tiempo real a un espectáculo
político y religioso realmente inédito. Pero de consecuencias aún desconocidas
para la población cubana, que aguarda con paciencia vietnamita que "la
bocanada de aire" no sólo cambie el clima, sino que ayude a terminar el
bloqueo económico y político que azota a la Revolución desde 1962, como bramó
el taxista de guarapo en mano. La sanción arrancó, entonces, con la rúbrica del
presidente demócrata John F. Kennedy, que ordenó a los departamentos de Estado
y del Tesoro aplicar la Ley de Comercio con el Enemigo, sancionada por el
congreso en 1917, el mismo año que los representantes votaron otra norma en
vigencia: la ley contra el espionaje, cuyo articulado explica por qué el
contratista de la NSA Edward Snowden mantiene exilio en la ex URSS.
mute al
bloqueo
De acuerdo a la
última decisión que tomó Obama el 11 de septiembre pasado, durante un nuevo
aniversario del atentado que derribó las dos Torres Gemelas del World Trade
Center, el State Dept y el Tesoro deberán mantener las sanciones comerciales
contra Cuba hasta el año próximo. Una medicina que ha resultado peor a la
enfermedad que hace cincuenta años Kennedy decidió conjurar y que los
republicanos prometen extender para siempre si vuelven al control de la Sala
Oval.
Cuando salió de
Cuba a bordo del vuelo papal, Bergoglio anticipó que no mencionará el bloqueo
ante los miembros del Capitolio en Washington. Cumplió su palabra. Un amigo que
lo visitó en La Habana, y lo volverá a encontrar en Nueva York, sostiene que no
es necesario. En su lugar el reclamo podría resonar en la Asamblea General de
las Naciones Unidas, cuando Francisco se suba al estrado donde hace diez años el
mandatario venezolano Hugo Chávez dijo que había olor a azufre, en referencia
al paso de George W. Bush por el mismo podio global. Por fuera de los gestos, y
del esperado discurso, el correlato concreto que esperan los cubanos apunta al
momento de renovar una moción que todos los años, desde hace décadas, araña el
reclamo unánime para terminar con el bloqueo, salvo por los votos en contra de Israel
y Estados Unidos. Este año, según deslizan desde el Vaticano, y también desde
Miami, la Casa Blanca cambiaría su voto y se abstendría por primera vez en la
historia desde que este instrumento de la Guerra Fría sigue en pie.
times is money
Un termómetro de
esa sensación son las editoriales que comenzó a publicar el New York Times
durante la gira bergogliana a los dos lados del mar caribe. En la opinión del
diario más prestigioso de los Estados Unidos, el bloqueo es tan obsoleto como
sostiene la Casa Blanca. La señal no es menor: hace un año atrás, exactamente
en septiembre de 2014, la misma plataforma dedicó largas interpretaciones a
destacar la importancia de Cuba y la obsolescencia de la ruptura de relaciones
entre Washington y La Habana. El disparador, quizás ya con la bemba en la mano,
fue la epidemia del virus Ébola en África, que aterrorizó a la opinión pública
mientras los corresponsales enviados por el NYT quedaban azorados sobre la
letalidad de la enfermedad. En esa oportunidad la Revolución Cubana, hace
exactamente un año, era casi el único país que envió a sus médicos para
combatir una crisis sanitaria letal que las grandes potencias intentaban
evitar. El reconocimiento estadounidense al esfuerzo de los médicos cubanos
gatilló las editoriales del matutino neoyorkino tres meses antes del 17 de
diciembre del año pasado: la fecha en que Francisco cumplió 78 y el día en que
ambos países anunciaron el restablecimiento de las relaciones luego de
agradecer los buenos oficios bergoglianos.
Al parecer, los
nuevos cuestionamientos del mismo diario serían el preludio de la posible
abstención de la Casa Blanca en la condena de la ONU contra el bloqueo. La
maquinaria de relojería tiene varios cronómetros que, por momentos, aparecen
tan sincronizados que ofrecen todo tipo de incógnitas y especulaciones en la
capital de la revolución socialista que sigue en pie, pero que acaba de recibir
a un Papa que llegó con un discurso pacificador, reconciliatorio, pero
posiblemente jugado a construir el postsocialismo, un tema que, por ahora, en
las mesas de café, dominó, guarapo y ron, no pasa inadvertido. Aunque la clave,
dicen los habaneros más preocupados por el tema, tiene que ver con los tiempos.
"Yo estoy seguro de que hay algo que nos ha permitido sobrevivir y resistir
todos estos años. Y es que el enemigo que tenemos del otro lado de este mar,
nunca nos entendió, quizás por eso ahora decidieron cambiar de estrategia.
Resta esperar, pero si todo se precipita, las olas de cambio pueden
transformarse en un tsunami", reflexiona otro habanero, de profesión
periodista. Está a un paso de cumplir los 80 y ríe con sabiduría mientras
arroja desde una mesita de café del Hotel El Nacional, un ejemplo de la
complejidad cubana, tan difícil de entender para sus adversarios.
obama y los rolling stones, live in havana
"¿Has ido al
santuario de San Lázaro?”, pregunta. “Ve y visítalo. Verás el verdadero
sincretismo religioso cubano. Adentro del lugar está el santo cristiano. Lo
verás sanito, bien vestido, y hasta cubierto con una capa de oro. Hasta ahí, el
credo oficial. Pero afuera, vas a encontrar al verdadero San Lázaro: con
muletas, herido, con perritos que le lamen las heridas y peregrinando. Así es
la religión en Cuba y así somos los cubanos, por eso el enemigo nunca nos pudo
entender, ni con la religión". Ríe el hombre con humildad.
Cuando se festeja
el santo, cada creyente hace una fiesta en su casa. El rito popular se celebra,
curiosamente, cada 17 de diciembre, la fecha del cumple bergogliano y, desde
este año, el primer aniversario de un proceso que, en rigor, lleva 18 meses de
negociaciones secretas. Los gestos públicos tendrán nuevos giros cuando
Bergoglio regrese a Roma y la ONU haya terminado las sesiones de este
año. Según rumorean varios de los mil periodistas que se acreditaron para
la visita papal en Cuba, podría incluir una visita del presidente Obama a La
Habana, y hasta un recital gratis de los Rolling Stones en la Plaza de la
Revolución. Tan cierto es el dato, que algunos medios internacionales ya hacen
cola para cubrir estos posibles eventos. Sin embargo, todo evoluciona en
reserva. El secretismo bergogliano y jesuita ha sido eficaz. Lo mejor es que se
sepa el milagro, pero nunca el santo.
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De REVISTA
CRISIS, 24/09/2015
FOTOGRAFÍA: KALOIAN
SANTOS CABRERA
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