José Crespo Arteaga
Estos días de inusitados acontecimientos amenazan con sacudir la modorra secular de la humanidad entera. En el planeta fútbol, por ejemplo, ha causado sensación que el técnico Dunga le achaque la eliminación de su selección a la acción malévola de un virus, entre otros factores. Y cosa rara, a ningún otro país del campeonato le ha sucedido tamaña desgracia. ¡Cuántas pelotas tiene el tío!, para hablar así ante casi doscientos millones de brasileños. Uma cançao singela, brasileira… de la triste, triste.
Por otra parte, se dice que la nueva estrella de Belén que asoma estos días al caer la noche (la impresionante cuasi fusión, a ojos vista, entre los planetas Venus y Júpiter) está señalando el derrotero que ha de seguir estos días por tierras bolivianas Su Santidad, el incansable prelado que en un santiamén ha de reunir a miles de cristianos, incluyendo a los de los últimos días (mormones, no) como Evo Morales y toda su cofradía, a tal punto que personalmente ha animado a todos los senadores y diputados que acudan a la misa que ha de oficiar el Santo Padre en las tórridas avenidas de Santa Cruz, que por estos días está siendo azotada por un insufrible surazo y sus consiguientes lluvias.
Ya que de fenómenos paranormales se llena el mundo; entretanto, se acerca la fecha fatídica para todos los funcionarios del Estado que de una u otra forma deberán acreditar el conocimiento de un idioma originario, sea de cualquier parte del reino plurinacional menos aquel que se originó en la antigua Castilla. Para 36 naciones originalmente nacidas hace menos de una década encontrar otros tantos o más profesores lingüísticos resulta más complicado que aprender chino. Hace tres años que Su Excelencia, promulgaba con pompas y sahumerios una ley que establecía la obligatoriedad de ser bilingüe para desempeñar funciones públicas, incluyendo las comandancias de policía y del ejército. En ese lapso, tanto el presidente como el vice ni se dignaron tomar algunas clases de idiomas nativos. Ni para el preludio de sus discursos usaban alguna frase en quechua, aymara o guaraní, las lenguas más comunes.
El 2 de agosto venidero se cumple el plazo para los más de trescientos mil burócratas que engordan el aparato estatal. Preocupado porque sigue imperando la falta de interés, la pereza y otras actitudes colonizadas, el siempre diligente viceministro de Descolonización lanzó el curso relámpago para el aprendizaje de idiomas en un mes, con el auspicio del Ministerio de Culturas y Turismo (en Bolivia, somos muy pluriculturales, sepa usted). El muy joven y tal vez no tan culto ministro del ramo se ofreció de conejillo de Indias -- k’itaqowi, habría que decir que si no podríamos incurrir en colonialismo – para aprender casi a filosofar en lengua aymara en apenas dos minutos (literalmente) según un revolucionario método que el viceministro se sacó de algún bolsillo de su chaqueta de cuero tipo motoquera.
Esta singular forma de enseñanza promete batir récords de facilidad y prontitud en el conocimiento de lenguas, destinada a romper esquemas porque “se sale de todos los parámetros clásicos” según su feliz promotor que solamente ha revelado que se basa en la conversación, para mayores señas (que no las de los sordomudos, que si no parecería otra Babel esta plurinación con sus lenguas pluris). Así que ya se ha lanzado la convocatoria para asistir a clases en distintos horarios antes del plazo fatal del que no se sabe si empezarán a despedir a todos aquellos que no sepan ni saludar con todos los colores del arcoíris. Y como se sabe que la gran mayoría de los funcionarios son mestizos de origen (y por tanto, sin lengua y sin cultura propias según antigua deducción del citado viceministro, quien se define a sí mismo como “indio aymara en ejercicio”) ya pueden estar agradecidos al susodicho que, hasta sin querer queriendo, les va a asignar una lengua originaria de la cual estar orgullosos. A escoger, según donde uno viva se aconseja.
Coincidentemente, el vice García Linera que se las da de Sarmiento altiplánico y que, al igual que Evo Morales, no farfulla en ninguna lengua indígena, advirtió a los niños de una escuelita paceña que “si no hablan aymara están perdidos”. ¿Qué habrá querido decir el garabateador del marxismo-indigenismo-pachamamismo-capitalismo andino y ramas anexas? Habría que recordar que él mismo ejercía de socio ideólogo de los terroristas del EGTK, cuyos miembros eran abrumadoramente aymaras y, sin embargo, el aymara no se le pegó ni por ósmosis. ¿Estarán perdidos –de sus puestos- los funcionarios que no acudan a los cursos de emergencia? ¡whiska, tatay!
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De EL PERRO ROJO, blog del autor, 04/07/2015
Fotografía: "Así vi a la Ch'aska (Venus) flirteando con Júpiter, sobre mi terraza".
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