En su autobiografía Waging Heavy Peace (2012),
Neil Young escribe sobre Old Black, su principal guitarra, una Gibson Les Paul
negra de los cincuenta, la misma que utilizó en su epifánica presentación en
Buenos Aires en 2001. Si queremos apreciar a Old Black en disco, su dueño nos
indica que vayamos a la versión original (1975) de “Like a Hurricane”, aunque
—aclara— si escuchamos con atención, sus pifies la echan a perder.
Waging Heavy Peace,
editado en castellano como El sueño de un hippie (con una
perezosa traducción que ni siquiera se pone de acuerdo en el célebre refrán
“It’s better to burn out than to fade away”), es como uno de los largos solos
de guitarra de Young: emotivo, digresivo, vibrante, impreciso y, sobre todo,
único. ¿En qué otro libro el autor, con un cuarto de texto escrito, confiesa:
“Hasta ahora sólo he reescrito un párrafo. Aunque no existe algo como un
corrector ortográfico para la vida”?
La carrera de Young está hecha de volantazos que él explica como
su respuesta a los dictados de “la musa”. Muchas veces, admite, estos cambios
lo hicieron lastimar a las personas de su entorno. Si bien el tono es de
autoexamen permanente, los detalles de esos giros no están en este sino en otro
libro que recién se distribuyó en 2015 en Argentina, Shakey, una
biografía autorizada —y luego desautorizada— escrita por Jimmy McDonough, a
quien Young se refiere ahora sin nombrarlo como un escritor que lo llenó de
preguntas por años y luego tergiversó todo. Allí se detallan cosas como el
volantazo literal con el que Young abandonó a Stephen Stills en plena gira a
dúo.
Aunque cubre todas las bases esperadas en la autobiografía de
una figura así (música, colegas, amores, drogas), El sueño de un hippie también
dedica el mismo espacio a otros intereses. La manera en que salta de tópicos en
el primero de sesenta y ocho breves capítulos (el prólogo es casi un haiku)
resume el approach del resto: trenes de juguete, su segundo
hijo Ben (severamente afectado por parálisis cerebral, algo que también sufre
en menor escala Zeke, su primogénito), CSNY, amplificadores, autos y PureTone,
el sistema de música en alta resolución que Young ideó, finalmente
comercializado como Pono. Los autos ocupan tantas páginas (cada uno remite a un
momento de su vida) que el año pasado Young publicó un segundo volumen de
memorias, Special Deluxe, donde el eje pasa por las cuatro ruedas
(y donde también desliza un buen recuerdo de su show en Argentina).
Más peculiar aún, el libro funciona en dos planos: el diacrónico
—las memorias— y el sincrónico, un diario de 2011. Después de un aneurisma que
se le diagnosticó en 2005, el temor a terminar con Alzheimer como su padre lo
llevó a abandonar la marihuana y el alcohol y a dejar constancia escrita de su
vida. Pero Young no para de expresar su miedo a no volver a escribir canciones
sin fumar. También cuenta su anhelo de volver a grabar con Crazy Horse y cómo
va proponiéndole la idea a cada uno de sus integrantes, su trabajos en Lincvolt
(un viejo Lincoln de 1959 alimentado a energía eléctrica) y en Pono. El libro
quedó en offside, ya que Young volvió a un viejo amor —el joint— e,
imprevistamente, dejó a otro: se divorció de su tercera esposa Pegi y ahora
está en pareja con la actriz Daryl Hannah. Otro volantazo.
Pero lo que más sorprende es el recuerdo continuo de Young para
los que ya no están, que es también recordar su propia mortalidad. “Estoy
tomando conciencia del hecho de que sigo escribiendo y pensando sobre gente que
ha muerto”, confiesa. El sueño de un hippie concluye con un
relato de lo que sería un viaje anodino de Young por la ruta (onda “la
principal estaba muy pesada por eso agarré por colectora”), de no ser porque
termina encontrándose en un café con su productor David Briggs y el cineasta
Larry Johnson, dos de los amigos ausentes. Un final onírico para un libro
escrito en primera toma y tan idiosincrático como su autor.
Neil Young, Memorias
de Neil Young. El sueño de un hippie, traducción de Abel Debritto, Malpaso,
2015, 412 págs.
_____
De OTRA PARTE (Argentina),
14/01/2016
Fotografía: Neil Young, 1969
Fotografía: Neil Young, 1969
No comments:
Post a Comment