“Las leyendas son mentiras que el tiempo las
vuelve historias” - Jean
Cocteau -
1943: el 25 de
julio el rey Vittorio Emanuele III anuncia el cambio de gobierno, con la
consecuente caída del régimen fascista Mussolini viene sustituido por Badoglio,
y también en lo de Cecchini empieza el miedo por una ocupación alemana, aunque
a la radio los jerarcas habían tranquilizado
a los italianos: “ La guerra continúa…”.
El Comando central de los alemanes viene instalado en Visinale (pequeña
fracción colindante con Cecchini, que toma el nombre de Vicinale, vicino al canale:
cerca del canal…) en la Villa Gozzi, casa de una noble familia veneciana. A la
época uno de los más ricos del pueblo de Cecchini es Giovanni Bagattin (sí con
dos t, debido a que por sentirse y
aparecer más que los siervos de la gleba,
se hizo aumentar una t al
apellido que compartía con los servidores…) llamado Nane, dueño y administrador de la famosa destilería de grappa (destilado de uvas, famosísimo en
todo el norte de Italia) del pueblo: tacaño y vivísimo, su mayor preocupación
era como lograr esconder las miles de botellas del destilado, la graspa Goccia d’oro.
En la destilería
trabajaban los hermanos Muzzin, y tal vez fueron ellos en aconsejar al Nane en esconder la graspa en una casa del Cantón (calle mítica de Cecchini, adonde
una leyenda cuenta que existía un castillo que fue arrasado por el paso de
Atila…) adonde vivía Lillo Piccinin,
un personaje insospechable del pueblo, llamado el góbo de Cecchini (el jorobado de Cecchini) por un evidente
defecto físico, muy juguetón y siempre dispuesto al chiste inofensivo. En el
transcurso de su vida se inventó varios oficios, fue el zapatero del pueblo y
con el pasar de los años se hizo
sepulturero, y le gustaba ir al cementerio y arreglar las tumbas, mantenerlas
siempre en un estado impecable de conservación…
Confiando las
botellas al Lillo, el vivo y tacaño Nane pensaba que nadie pudiera
sospechar de donde estarían escondidas…
“A veces se confunden verdad y realidad como dos
caras de la misma moneda. Es comprensible: en abstracto, lo que es verdadero
también debe ser real” -
Tommaso Pincio -
Entre leyendas y
cuentos, entre mentiras y exageraciones, o simplemente queriendo contar todas
las verdades, o la sola verdad - cuento
pícaro o vivir para contarla que
queramos - el vivo del Nane había
empezado a esconder la graspa desde
mucho tiempo atrás, por miedo que también los partisanos pudieran sustraer el tan
cotizado destilado. Noche tras noche en cómodas cajas de 6 botellas a la vez,
el Nane había ya llenado el
entretecho de la casa del Lillo…nadie
sabía nada y el seguía tranquilo, tacaño y creyéndose el más vivo de
todos.
Bueno, casi
nadie, porque una noche después de una borrachera el Lillo empieza hablar y así la noticia va difundiéndose por el pueblo
(lugar común, tal vez, pero siempre es así: pueblo
chico, infierno grande…) y así los vecinos, los ilustres paisanos - aun
antes que llegaran los alemanes - asaltaron la bodega y se adueñaron de la
famosa graspa Goccia d’oro.
Cuando llegan los
alemanes (que para los de Cecchini eran, son y serán siempre i crucchi: el término “crucco” deriva
del serbocroata kruh, que significa
pan y se italianizó en “crucco”, se los llamaban así porque tenían siempre
hambre y pedían siempre kruh…) encuentran
el arsenal prácticamente vacío, las botellas de grappa restantes se las toman y algunas van regalándolas a los
muchachos que andan por ahí…y que así se llevan a sus casas algo de valor.
La historia de la
burla llega así a su epilogo, falta aún explicar por qué se la recuerda como la historia del arsenal: si algún loco
hubiera, por un cualquier motivo, querido encender un fuego, lanzar un fosforo
por equivocación o simplemente después de haber encendido su cigarrito, o un
error de los soldados alemanes u italianos… el arsenal del Lillo hubiera sido una inmensa fogata… propio como lo que hubiera
sucedido si fuera un arsenal.
Nota: este cuento ya se publicó en sei di Cecchini (Facebook) en dialecto
Meneghél.
Julio 2018
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