PABLO CEREZAL
Dame un
puñado de algas que suturen las grietas de mis párpados al despertar con tu voz
rugiéndome arenas en el motor. Dame un estallido de aliento que no conozca
noches sin fricción y obsérvame desastrado entre tus pliegues como un cuchillo
sin dientes y escalofrío en el bajo vientre.
Que te
despiezo sin filos más allá de mi saliva hecha esperma y torpe elegía de pupila
y tinta. Que te riego los labios de primaveras que boquean sal a la luz de tus
laderas y te escucho sonreír versos mudos de reloj mientras tus piernas escupen
rodajas de miedo y celebran el incendio.
Asumo
la negative capability de Keats cuando te espero, y arranco
jirones a mi piel cuando el flequillo te atropella las pestañas y ululan las
ambulancias ansiosas por desperdigar sobre mi cuerpo un ejército de torniquetes
que deletrean la palabra e-s-c-u-e-t-o, como en un cuento infantil envenenado
de miedo.
Ponme
contra la pared, venda mi ansiedad con tu cabello y dispárame, con exquisita
dicción, el 1,2... ¡fuego!
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De
VISLUMBRES DE EL DORADO, blog del autor, 03/02/2022
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