Friday, July 1, 2022

El reggae de Mario Vargas Llosa


HENRIQUE LAZO

 

La primera y única vez que he visto en persona a Mario Vargas Llosa fue en los Jardines de la UCAB, caminando hacia un vehículo luego de dar una conferencia.

 

En esos tiempos le sacaba fotos prácticamente a todo lo que se moviera, estudiante de Comunicación Social, al fin. El escritor peruano era una oferta inexcusable.

 

Horas mas tarde, emergía de la cubeta de revelado la cara sorprendida del autor de “ La Casa Verde”. Mientras se fijaba  la imagen, recordé mi primer encuentro literario con el personaje.

 

Fue en un laboratorio de Fotografía donde el jefe del laboratorio me habló de un libro que narraba las desventuras de unos jóvenes peruanos estudiantes del colegio militar más importante del Perú.

 

El libro había sido de tal desagrado para las autoridades militares del momento que su edición fue recogida y quemada en una plaza pública.

 

Como siempre ocurre, ese acto tan salvaje de quemar un libro, sirvió como una extraordinaria campaña publicitaria que lo catapultó por toda Latinoamérica.

 

Hace poco, Mario Vargas Llosa fue objeto de numerosas críticas y descalificaciones. Nuevamente, un acto desproporcionado, convierte a “La Fiesta del Chivo” en la lectura obligada del momento.

 

La historia de Urania y su padre desalmado, nos transporta a la República Dominicana de “Chapita” y nos recuerda –entre otras cosas- los horrores que suceden en un país donde parasita una dictadura.

 

Lo que no hubiera podido imaginar es que iba a ser en un artículo suyo inserto en “El Lenguaje de La Pasión” donde me informara “todo lo que quería saber y nunca me atreví a preguntar” sobre Bob Marley.

 

Gracias a que un hijo se le volvió catecúmeno de semejante fe, el  escritor viajó a Jamaica para indagar sobre el mito.

 

Lo que se había iniciado como una abominación por los pintorescos sincretismos teológicos de los rastas se transformó en una profesada admiración por la música, las ideas y las creencias de Bob Marley.

 

Bob Nesta Marley nació en una barriada de Trench Town en Jamaica en 1945, diez años antes del rock&roll. No inventó el reggae, pero fue su primer gran difusor.

 

Nació pobre y dejó una fortuna que nunca disfrutó. Se impuso en sus calles como pandillero, futbolista y músico.

 

Militante Rastafari, portador del verde, rojo y oro de la bandera Etíope, apostó por la vida espiritual contra la desintegración moral y la injusticia humana.

 

Vargas Llosa, “is not the only one” que canta sus canciones y lleva su imagen en la franela.

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De GUARICHES, blog del autor, 01/06/2010

 

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